María y José, 70 años de casados, y toda una vida repleta de amor

Podrían ser los personajes de un libro de cuentos de amor, pero son los protagonistas de su propia historia, verídica y perdurable, cimentada en la pureza del interior santiagueño.

María y José son el ejemplo de amor eterno. El miércoles cumplieron 70 años de casados, pero hace 76 que están juntos, unidos por un amor único que se refleja hasta hoy en sus miradas.

Ella cumplió 98 años, y él tiene 96, pero el paso de los años no modificó el sentimiento que se despertó en cada uno de ellos aquel día en que decidieron unirse para transitar la vida juntos.

Hoy, pensando en los festejos que merece un acontecimiento de esta magnitud, organizan un encuentro familiar para brindar por el amor. Será mañana, en la casa de los Gallo, del barrio Smata.

"Jamás tuvimos peleas, nunca hubo desencuentros, siempre reinó el diálogo entre nosotros y hasta el día de hoy somos muy compañeros", dice José, tratando de explicar la clave para mantener viva la llama del amor durante tantos años.

Mientras tanto, María mira con atención a su esposo, tratando de seguir la conversación, ya que el paso del tiempo le quitó parte de su audición. Sin embargo, aporta: "Somos felices desde que nos conocimos", -y sonríen entre ellos, cruzando miradas cómplices-.

Su historia

José Nicandro Gallo vivía con sus padres en el paraje San Antonio, a unos kilómetros de la ciudad de Clodomira, y María Belizán, en una finca cercana. Ambas familias se dedicaban a la agricultura y la ganadería, y es la vida misma la que los cruzó un día y no se separaron más.

‘Estuvimos seis años de novios. Ella tenía 22 y yo 20. Siempre iba a verla en su casa, me gustaba mucho salir a pasear con María, y eso lo mantenemos hasta el día de hoy, porque aunque no salimos solos, vamos con toda la familia a cualquier lado. Sino, por las tardes paseamos por nuestro jardín, caminamos juntos’, cuenta José.

Fruto de esa relación, nació su único hijo, ya que por problemas de salud no pudieron agrandar la familia. Hoy José (lleva su mismo nombre) le dio dos nietos y seis bisnietos. Así está constituida la familia Gallo Belizán, que desde hace 20 años están más unidos que nunca, porque José y María, decidieron dejar su tierra natal para instalarse en la ciudad capital.

‘Una crisis muy grande nos atacó en el 1976 tras las inundaciones; tiempo después entró una peste que perjudicó a nuestro ganado. Después logramos salir adelante, pero nada fue igual hasta que un día decidimos vender todo y venir con nuestro hijo’, recuerda José, con un tono de su voz que pareciera ser que aún lamenta lo sucedido.

Pero llegaron a Santiago, y aquí pasan sus días en armonía, siempre juntos y felices, inculcando su ejemplo de vida a su hijo, nietos y bisnietos.

"Yo quiero que ellos sepan que el amor puede ser para siempre. Me gusta el respeto, que haya mucha comunicación, porque sino nada es posible’, sostiene José al contar sobre el legado que quiere dejar a los integrantes de su familia.

María y José son felices. Se les nota a simple vista, y por si quedaran dudas, ellos lo cuentan: "Somos felices desde el primer día que nos conocimos. Hoy disfrutamos estar juntos, poder caminar del brazo por la casa, compartir los mates y sentarnos a leer juntos", sintetizan los abuelos. l