Muerte en el monte santiagueño Muerte en el monte santiagueño
muestran sus afiladas
uñas y los tunales florecidos ven
desfilar asustados a los lugareños
de Ashpa Sinchi*. Hay pánico en
sus ojos. Sus rostros muestran la
tristeza que les causa dejar el pago.
Tienen que irse.
El coco, el yanarca y el kakuy
también lo saben. Las vizcachas
se esconden a su paso. Han descubierto
que el Mañuco, la Mashi
y la Ushi, están muertos. A su lado
chillidos y aletazos de pájaros
vampíricos, custodian sus cuerpos.
Entonces supieron lo que había
pasado.
— Ellos quisieron ir – dice el
más joven.
— Sabían que se exponían a
eso – dice la mujer llorosa.
— De corajudos, no más— dice
otro.
Hay lamentos de impotencia.
Esa noche cantarán alabanzas, el
“despierta el sueño, hijos de María...”.
A la madrugada, los envolvieron
en unas mantas y los enterraron
sin cajón. Y ahora van en
procesión, huyendo.
Diez leguas los separan de
aquel lugar de espanto. Silenciosos,
cruzan el camposanto. El curandero
lleva pensativo un madero
semejante a una cruz. él también
sabe qué hacen esas aves allí.
él sabe de dónde salieron y señala
con el dedo un lugar en la espesura
del monte. Muestra una
oculta cueva. Señala hacia la Salamanca…
l
(*) En quichua “tierra fuerte”.
Población distante 200 km de la
capital de Santiago.