Pereyra tampoco quiso hablar y extendió el "pacto de silencio"

Guillermo Manuel Pereyra cerró el "pelotón" de las indagatorias en la segunda jornada del juicio, optó por no decir una palabra. Al leerse su anterior declaración se observó que asegura no haber estado presente en el asesinato de Leda, pero en su remís la policía descubrió una gran cantidad de sangre.

Dijo que la noche del 14 de junio del 2012 se quedó frente a una verdulería del B° Mishqui Mayu. Por ende, que ignora el calvario y la muerte de la maestra jardinera.

Añadió que cuando el grupo regresó de Robles, le informó que "ya estaba hecho" (el trabajo); entonces, los dos coches se trasladaron a la estación de servicios de calle Yrigoyen.

Sin embargo, al caer preso el grupo, el 15 de junio, los investigadores descubrieron sangre en el remís de Pereyra, quien enseguida dijo que no recordaba cómo llegó al coche. Apenas deslizó que esa madrugada lo lavó en su casa y aclaró que que no se dio cuenta de la existencia del fluído.

La fiscal Norma Elizabeth Morán sostuvo que después de matar a la maestra, el quinteto comió "una picada" en la gasolinera.

Cerca de las 23.30, Mario Rojas se habría ido a trabajar en su remís. Entonces, Pereyra, Brandán y los Ledesma (Lucrecia y Luis) habrían retornado a Robles y mutilado el cuerpo, quizá a modo de evitar su fácil identificación.

También declararon un hombre y una mujer, a quienes se atribuye haber recibido el celular de Leda como pago.

El aparato les fue entregado por Gabriel Brandán, según dijeron Cortés y Enríquez, procesados por "encubrimiento agravado".