Defensa y Justicia le dio otro golpe a la "Academia"

Defensa y Justicia sacó provecho anoche de un pasaje favorable y le ganó con polémica al Racing Club 2 a 1, por la decimoquinta y penúltima fecha de la competencia doméstica.

En el segundo tiempo, Tomás Martínez y Fabián Bordagaray, de penal, convirtieron para los de Florencio Varela y el descuento lo consiguió Gustavo Bou, a los 33.

Justamente, a partir de la conquista de la "Pantera", el visitante arrinconó a Defensa y los albicestes reclamaron sobre la hora una mano dentro del área de Cardona, pero Laverni la consideró casual.

El primer período se caracterizó por las buenas intenciones de ambos equipos, pero distaron de demostrarlo en la red ajena.

Hubo un deseo generalizado de cuidar la pelota, de tratar de distribuirla con criterio, pero a esa suma de voluntades le faltó claridad y penetración.

En la segunda parte llegaron las emociones porque Facundo Sava buscó soluciones con el ingreso del talentoso delantero paraguayo Oscar Romero.

Pero en el minuto 10 hubo una escena clave, porque Tommy Martínez puso en marcha una réplica al facilitar la escalada por la derecha de Isnaldo, quien colocó el freno y le cedió el balón a Fabián Bordagaray para que pivoteara. Fue entonces que surgió Tommy para terminar de un modo espléndido lo que había comenzado con lucidez. En definitiva, el balón voló hasta clavarse en uno de los ángulos de la portería de Sebastián Saja.

Lejos de replegarse para especular, el equipo de Ariel Holan procuró aplicar un segundo golpe exacto y de una suma de faltas el juez cobró penal. De la ejecución se ocupó Bordagaray, quien tiró fuerte a la derecha de Saja para darle forma al 2 a 0.

Racing parecía abatido, pero un cabezazo de Grimi sobre el travesaño fue el primer síntoma de reacción.

A los 33, Romero desde lejos le puso la pelota en el pecho a Bou, quien a la carrera resolvió con eficacia sobre la salida de Arias.

Desde entonces la presión de Racing se volvió intensa y a los anfitriones ya no se los vio tan firmes para resistir.

En una escena en la que la mano dentro del área de Cardona se prestó a distintas interpretaciones, la opinión de Saul Laverni se tornó definitiva. l