El coco es retirado del listado de alérgenos por la FDA: las consecuencias en el mercado de alimentos
Por la Lic. María Cecilia Melucci.
Por la Lic. María Cecilia Melucci, directora de la carrera en Ingeniería en Alimentos de UADE.
En un giro significativo para la industria, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) eliminó al coco del listado de alérgenos alimentarios. La medida, anunciada recientemente, podría impulsar la demanda global de productos basados en este fruto, favoreciendo especialmente a los principales países productores como Indonesia y Filipinas.
La Organización Mundial de la Salud estima que más de 200 millones de personas en el mundo padecen alergias alimentarias. Estas afecciones implican una respuesta inmunológica frente a compuestos reconocidos como extraños por el organismo. Dado que incluso pequeñas cantidades de un alérgeno pueden desencadenar reacciones graves, los alimentos que los contienen deben ser elaborados, envasados y etiquetados bajo estrictos controles de seguridad.
Los principales alérgenos alimentarios son la leche, soja, huevos, cereales con gluten (como trigo, avena, cebada y centeno), maní, frutos secos, crustáceos y pescados. En los productos que los contienen o que han sido elaborados en establecimientos donde estos ingredientes están presentes, el etiquetado debe incluir advertencias destacadas para informar a los consumidores.
La FDA había tratado al coco de manera particular dentro de esta clasificación. A pesar de ser una drupa tropical y no un fruto seco en sentido estricto, su incorporación en la lista de alérgenos se debió a ciertos casos aislados de reacciones severas en Estados Unidos. A su vez, la confusión sobre su categoría generó regulaciones más restrictivas para su comercialización.
El proceso para revertir esta clasificación comenzó en 2019, cuando la Coalición del Coco de las Américas (CCA) inició una campaña para su exclusión del listado de frutos secos alergénicos. La organización argumentó que el coco no es una nuez de árbol y, por lo tanto, no debía estar sujeto a las mismas regulaciones.
El cambio normativo beneficia a una amplia gama de productos alimenticios y cosméticos que contienen coco. Su composición nutricional incluye ácidos grasos saturados, vitaminas C y E, y minerales como potasio y magnesio. En el sector alimentario, los principales derivados afectados por esta decisión incluyen el aceite de coco, el azúcar de coco, el agua y la leche de coco, así como el coco deshidratado.
Aunque en Argentina el coco no es un producto de consumo masivo, su presencia en el mercado ha crecido en los últimos años, en línea con los cambios en los hábitos de alimentación. El auge de productos naturales y alternativos ha impulsado el interés por aceites, harinas y bebidas vegetales a base de coco. De este modo, aunque la resolución de la FDA no tenga un impacto directo en el país, podría generar un efecto indirecto en la disponibilidad y comercialización de estos productos.
Más allá de la regulación, la decisión refuerza una tendencia global hacia una mayor diferenciación en el etiquetado y la regulación de ingredientes. Ahora, queda por verse cómo evolucionará la percepción del consumidor y si otros países seguirán el mismo camino. Lo que está claro es que la industria alimentaria sigue en constante transformación, adaptándose a nuevas demandas y desafíos.