Viceversa

El Golpe de Estado de 1976 - Antecedente y personajes

Ataque al cuartel de Formosa

Por Eduardo Lazzari. Historiador.

El 24 de marzo de 1976 es una fecha que marca un antes y un después en la historia argentina. A pesar de que pocos discuten la condición de hito que marca un cambio de época, la lectura que se hizo muy posteriormente de esos acontecimientos fue cambiando la percepción que tenían los protagonistas directos y los testigos de esos años contemporáneamente a los hechos hace casi medio siglo. Dice el refrán que "mucha agua ha pasado bajo el puente", aunque en nuestro país se sigue presentando la dificultad de los argentinos para convertir en historia episodios cuya utilización política se mantiene con fines subalternos a pesar del paso del tiempo. Sin duda es el deber del historiador abordar los hechos y todos los hechos, algo que referido a los años de la década de 1970 sigue siendo de gran dificultad.

 Luego de más de cuatro décadas desde la restauración de las instituciones republicanas, es un buen ejercicio intentar acercarnos a la verdad histórica de esos tiempos convulsos, donde el negro y el blanco de las opiniones y las interpretaciones deben dar lugar al gris, un color quizá poco atractivo pero que ha servido a la humanidad para desarrollar su devenir. La Argentina no sólo no está exenta de ello, sino que está demasiado alejada de un abordaje veraz y completo sobre lo ocurrido. Iniciaremos hoy el tránsito por los años previos que transcurrieron entre mayo de 1973 y marzo de 1976, plagados algunos de anécdotas poco conocidas, y otros que merecen aún hoy un estudio más profundo para acercarnos a la verdad histórica, que se convierte en el bálsamo restaurador que permite enfrentar el futuro con firmeza y convicción. Sin duda las convulsiones internas del Ejército y su entendimiento son fundamentales para comprender esa etapa de la vida argentina.

Gay

El Ejército: su crisis como expresión máxima de la convulsión 

El Ejército fue la más convulsionada de las tres fuerzas armadas durante el gobierno peronista que fuera elegido el 11 de marzo de 1973. A la sucesión de tres presidentes constitucionales (Héctor José Cámpora, Juan Domingo Perón y María Estela Martínez de Perón) y uno administrativo (Raúl Lastiri), le acompañaron crisis sucesivas en la cumbre del Ejercito que acabaron con los liderazgos de los generales Jorge Carcagno, Leandro Anaya, Alberto Numa Laplane y consolidaron en la última etapa del gobierno a Jorge Rafael Videla como jefe de la fuerza. 

En contraposición las otras fuerzas mantuvieron un comando consolidado. En este tiempo, la Armada iba a mostrar una gran estabilidad bajo la férrea conducción desde septiembre de 1976 del almirante Emilio E. Massera, un hombre ambicioso que propuso un gran plan de rearme de la escuadra de guerra que le granjeó un gran consenso dentro de la institución; y en la Fuerza Aérea el jefe fue el brigadier Héctor Luis Fautario, quien acompañaría casi todo el segundo período peronista y mostró un perfil netamente institucionalista. Vale aclarar que por entonces el cargo máximo en cada una de las fuerzas armadas era el de comandante general.

Ibarzábal

Jorge Carcagno

El primer jefe del Ejército nombrado por Cámpora fue el teniente general Carcagno, un hombre "cuartelero" pero a su vez con ciertas habilidades políticas que lo habían llevado a ser interventor de Córdoba y de Catamarca durante el gobierno de Juan Carlos Onganía durante el golpe de estado llamado "Revolución Argentina". Como comandante del Ejército autorizó el operativo "Dorrego", una acción hasta hoy muy controvertida, no sólo hacia dentro de la fuerza, debido a la participación militar junto a los Montoneros en actividades de promoción social en el conurbano bonaerense, que fue abortado por Perón una vez que asumió la presidencia el 12 de octubre de 1973. Carcagno era un hombre de carácter y luego de algunos encontronazos con el presidente decidió pedir el retiro.

Fue reemplazado por Anaya y vale destacar que cada cambio de comandante significaba el retiro de decenas de generales, ya que quien asumía como jefe tenía que ser, por imperio de la ley, el oficial más antiguo de la fuerza. Anaya pertenecía a una familia de antigua raigambre militar, ya que su padre Laurencio fue general y su tío Elbio el segundo del teniente coronel Héctor B. Varela durante la represión de las huelgas rurales patagónicas en 1921 y 1922, episodios conocidos como la "Patagonia Trágica" o "Patagonia Rebelde".

Leandro Anaya

A los pocos días de asumir Anaya debió enfrentar el ataque terrorista del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) contra la guarnición militar de Azul, un operativo terrorista de gran despliegue militar producido el 19 y 20 de enero de 1974, que culminó con la muerte de su jefe, el coronel Camilo Gay, el asesinato de su esposa frente a sus hijos, y el secuestro del segundo jefe, el teniente coronel Jorge Ibarzábal, quien sería ejecutado luego de diez meses de secuestro. Ambos militares serían ascendidos al grado inmediato superior "post mortem". También fue asesinado arteramente el soldado conscripto Daniel González. 

Hay que destacar que el ERP era una organización guerrillera trotskista que iba a mostrarse como la de mayor estructura militar y tuvo un despliegue enorme durante varios años en un enfrentamiento directo contra las fuerzas armadas, a las que definía como un "ejército de ocupación al que hay que vencer en una guerra revolucionaria". Sus miembros respondían a una estructura de mando militar, tenían grados y utilizaban uniforme. El ERP era comandado por el santiagueño Mario Roberto Santucho desde su fundación en 1970 hasta la muerte del terrorista en 1976.

La reacción del ya presidente Juan Perón al ataque contra Azul fue una carta durísima dirigida a sus oficiales: "El objetivo perseguido por estos grupos minoritarios es el pueblo argentino y para ello llevan a cabo una agresión integral… Por ello, sepan ustedes que en esta lucha no están solos, sino que es todo el pueblo el que está empeñado en exterminar este mal… la decisión soberana de las grandes mayorías nacionales de protagonizar una revolución de paz y el repudio unánime de la ciudadanía hará que el reducido número de psicópatas que van quedando, sea exterminado uno a uno para bien de la Republica… Quiera Dios que el heroico desempeño de todos ustedes nos sirva de ejemplo". La novedad de esta misiva del 22 de enero de 1974 es que Perón sostiene que, si las fuerzas de seguridad son desbordadas, debe recurrirse al accionar de las fuerzas armadas.

El 4 de julio de ese año le tocaría a Anaya despedir los restos del presidente Juan Perón en el Congreso Nacional. Sus palabras fueron claras: "Sabemos que, a partir de esta infausta hora, los enemigos de todos los argentinos, tanto internos como externos, redoblarán sus indignos esfuerzos para quebrar la magna obra de unión nacional que vos conducías. Pero os aseguro, señor General, que no lo conseguirán". Anaya fue el jefe militar que puso en marcha el operativo "Independencia" durante 1975, que tuvo por objetivo la represión de la actividad terrorista en la provincia de Tucumán, a partir de un decreto secreto firmado por la presidente Martínez de Perón y sus ministros. Anaya, debido a su enfrentamiento con el ministro de Bienestar Social José López Rega, fue desplazado el 13 de mayo, pocos días antes del "Rodrigazo".

Alberto Numa Laplane

El reemplazo fue por el general Numa Laplane, quien intentó un giro profesionalista que apartara al arma de la coyuntura política. Sólo duró tres meses, ya que cayó cuando fue encontrado el cadáver vejado del teniente coronel Argentino del Valle Larrabure luego de un secuestro de un año. Las palabras del jefe del Ejército en el funeral de Larrabure llamando a mantener la prescindencia ante la política y el respaldo a las autoridades civiles cayó muy mal entre los mandos del Ejército, provocando su caída a los pocos días. Es sorprendente la escasa repercusión que ha tenido en nuestro país el inicio de la causa de beatificación por martirio de Larrabure iniciada por impulso del papa Francisco en 2022. 

Era tal la crisis de mando en el Ejército, que en una versión aún no confirmada por el silencio que ha mantenido a lo largo de cuarenta años María Estela Martínez de Perón, ésta habría elegido personalmente a Jorge Rafael Videla luego de una entrevista, debido al compromiso de éste de permanecer ajeno a cualquier intento de golpe de estado. Videla afirmó esto a quienes pudieron hablar con él en las cárceles donde pasó los últimos años de su vida.

Jorge Rafael Videla

Videla, la presidente Martínez de Perón y Massera

Es notable que en tiempos muy complejos de actuación del Ejército en los escenarios donde actuó contra la insurgencia de las organizaciones guerrilleras, el Poder Ejecutivo haya elegido a un militar con poca experiencia de mando de tropa como era el entonces general Videla. Vale destacar que la llegada el 27 de agosto de 1975 de un general de brigada significó el retiro de casi dos promociones completas de generales con más antigüedad que Videla. Videla era oficial de estado mayor y había sido destinado a varios institutos de formación militar, entre ellos el Colegio Militar y en su carrera sólo había alcanzado la segunda jefatura de una brigada.

Llegó al Comando General del Ejército luego de ser fugazmente Jefe del Estado Mayor Conjunto. En pocos días fue ascendido, primero a general de división y a las semanas a teniente general. Videla asumió en medio de las operaciones militares en Tucumán a cargo del general Acdel Vilas y la decisión política de extender el operativo "Independencia" a todo el territorio nacional. Videla, en sus apariciones públicas, sostenía la necesidad de mantener el orden constitucional. Pero el ataque del Ejército Montonero al regimiento de infantería de monte N° 29 de Formosa, a pesar del fracaso guerrillero, iba a cambiar la historia de la Argentina.

Este episodio terrorista iba a significar un cambio radical en las opciones de las autoridades militares en el desafío impuesto contra las instituciones republicanas. Sobre eso indagaremos, si Dios quiere, el próximo domingo en estas páginas de "El Liberal".

 

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