Opinión

¿Qué indigna más a los argentinos?

Por el Dr. Carlos Scaglione. Docente de la UNSE.

¿Por qué la opinión pública se indigna más con quienes roban (o reciben acusaciones de robo), que con la crueldad contra indigentes o el maltrato a los jubilados y ancianidades o los despidos masivos o el abandono de quienes sufren enfermedades graves, cercenar derechos, paralizar todo tipo de obra pública, perseguir a las minorías, por qué? 

¿Por qué parece más importante la burla piramidal, la estafa libra que dejó millones en manos de unos pocos que el avasallamiento de derechos básicos ya conquistados? Nuestra filósofa social, por un lado, ya juzgo, aunque la justicia de cabotaje no va a condenar este hecho -a todas luces delictivo- ya lo calificó la opinión pública y no por capricho, sino por acumulación de pruebas, provenientes de personas estafadas. 

Testigos confiables relatan los pedidos de coimas de la hermana presidencial. Sus propios socios estadunidenses lo señalan. Además de la numerosa cantidad de juicios contra el presidente en varios Estados de su querido EE.UU. Lo acusan así mismo los editoriales de los periódicos más importantes de Occidente, en cuyas portadas se proclama la estafa presidencial y, como si fuera poco, España lo judicializó. También Europa querella el engaño piramidal. 

La vida suele dar sorpresas, ya que la justicia -en este caso- se está haciendo desde el país(usa) que se ríe de sus payasadas mientras le regala nuestras riquezas naturales y, tan pronto como lo expriman (nos expriman a todos) hasta la última gota, le darán una patada como hicieron -a la vista de todo el planeta su hasta ayer amado presidente de Ucrania. 

¿Ya hay síntomas de la decadencia de su credibilidad? Claro que sí, ni golpear gente jubilada a la vista de las cámaras, ni abandonar a niñeces carenciadas, ni dejar arbitrariamente sin trabajo a miles de personas, mentir respecto de la inflación rebajaron el amperímetro triunfalista, pero se derrumbó ostensiblemente la credibilidad del presidente cosplayer tan pronto como estafó, no huyó y lo pescaron infraganti.

. "No necesito operar sobre la Corte Suprema porque tengo la cola limpia", decía el presidente ante sus periodistas amigos. Pero a posteriori sufrió una disentería internacional. ¿Cómo se limpia semejante estropicio? Nombrando jueces por decreto, obvio. 

Ahora más que nunca, el oficialismo necesita de una Corte títere para que le cambien la ropa interior.

Retomemos: ¿por qué provoca más rechazo, una estafa que el maltrato a los sectores más débiles, el desprecio por las mujeres y minorías sexuales o el ajuste brutal? Las personas o instituciones a las que se estafa, además del daño material que sufren, son defraudadas justamente por quienes les generaban confianza. Desde otro punto de vista, al negar apasionadamente la estafa, se pretende tomar distancia de cualquier salpicadura corrupta, como si la falsa indignación tapara lo indignante. Sin embargo, la cosa no es tan simple.

No hay estadísticas que expliquen el hecho de que recién cuando el libertario estafó con dinero, el imaginario social cayó en la cuenta que estaba estafando por otros medios. La destrucción de la soberanía y la justicia social. 

Estafó desde el principio a jubilades, mujeres golpeadas, subjetividades no binarias, pacientes oncológicos, trabajadoras/es e instituciones varias. Aunque, así como la serpiente libertaria se devora a sí mismo, ha acelerado su autodestrucción desde el día de los enamorados. Incluso sus colegas en la política pronostican que entro en debacle. No pasó desapercibido la exagerada rosa negra que portaba en su pecho su vicepresidenta.

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