Viceversa

¿El oficio de escribir puede transmitirse?

HUGO ORLANDO RAMÍREZ

VERÓNICA PAROLI

Por Amalia Domínguez. 

Expresarnos por escrito es una de las actividades más difíciles que el ser humano puede afrontar.

En una entrevista le preguntaron a Claudia Piñeiro, la autora de "Las viudas de los jueves", cómo había empezado a escribir, ya que ella es contadora pública nacional. Un caso raro, ya que una mujer que venía del mundo de los números es ahora famosa por su literatura. Piñeiro contaba que había asistido a muchos talleres literarios para "aprender". Había trabajado sus textos en los talleres de Enrique Medina, Alicia Steimberg, Elsa Osorio, Guillermo Saccomanno y Juan Martini, entre otros.

A la vista de sus logros, el hecho de acudir a estas clases le brindó resultados positivos. 

Entonces surgen las preguntas: ¿el oficio de escribir puede transmitirse? ¿Cuáles son las herramientas, las fórmulas y estrategias que provee un taller literario? Para indagar estos detalles, EL LIBERAL contactó a algunos escritores que dictan talleres de escritura creativa en la ciudad de Santiago del Estero. 

Lectura constante

Todos coincidieron en que para poder escribir mejor muchas veces se necesita que alguien nos guie, que nos oriente. Aunque la prioridad, y es la condición sine qua non, es leer. Y mucho. Leer es lo más importante para el que quiera escribir. Sin una lectura constante y rigurosa es muy difícil avanzar.

Mucha gente tiene ganas de escribir, pero hay que tener una actitud crítica respecto de lo que uno compone, sea poesía o prosa. Hay que leer mucho para llegar a entender el mecanismo que otro autor aplicó para contar una historia, el lenguaje que usó, los registros, cómo describió sus personajes, los sentimientos, las imágenes. 

Hay mucha gente que no lee, pero como siente que tiene una gran historia y quiere compartirla, se anima a escribirla. Desgraciadamente, ese trabajo fracasa, porque todos sus defectos provienen de la escasez de recursos. No alcanza con imaginar una historia maravillosa para un libro si no se disponen de los medios genuinos para contarla.

Autocorrección

Otro tema concurrente en este tipo de talleres de escritura creativa es la corrección de los textos, que a veces saludablemente se convierte en una disciplina férrea del futuro escritor. Una dinámica que permite detenerse mucho más en el detalle de cada palabra, en la evaluación constante de si es la correcta o habría que escoger otra. 

En un taller creativo, donde todos muestran sus creaciones, es una experiencia vital. Nos permite entender que la corrección no aplasta, sino que deja en libertad lo escrito.  

Pero eso depende mucho de las personas que asistan y de quién dicta el taller, ya que algunos funcionan de manera informal, como un grupo de gente que se reúne a leer lo que escribió, sin demasiadas expectativas, solo para pasar un rato. Otros, en cambio, son más intensos y exigen dedicación. No solo preparar el material, sino también corregirlo, pulirlo. "Sacarle el ripio" como dice Marcelo Di Marco en su libro "Taller de corte y corrección". 

La persona que va porque no sabe qué hacer y tiene ganas de escribir, probablemente sufriría el rigor relacionado con la lectura y la escritura. Algo sumamente meritorio para el futuro poeta o narrador. 

Los conocimientos precisos sobre literatura y las herramientas para lograrla pueden transmitirse. Aunque no siempre a través de reglas o fórmulas, sino en pequeños gestos del maestro, para que el alumno excave y encuentre en sí todo el caudal de su propia inventiva. 

Hugo Orlando Ramírez: "Nuestra tarea es encauzar la creatividad y la autocorrección"

Comencé a dictar talleres literarios hace más de veinte años, después de que egresé como profesor de Lengua y Literatura y de haber publicado dos libros de poesía (el segundo había sido premiado con Faja de Honor de la Sade).

Al principio lo hice en la Biblioteca Sarmiento, con un nutrido grupo de alumnos de diferentes edades, luego en algunas escuelas y actualmente en la Casa de la Poesía de Betty Alba.

Con el tiempo vi con satisfacción que mis primeros alumnos publicaban sus libros.

A través de los talleres literarios se busca ofrecer una ayuda para quienes transitan esta experiencia de escribir, en la convicción de que, obviamente, no es una "fábrica de escritores", tampoco se enseña a escribir.

La tarea sería: encauzar la creatividad, hacer hincapié en la lectura y conocimiento de autores, obras, movimientos y escuelas literarias, herramientas y recursos de escritura, etc.

En realidad, el verdadero trabajo es la corrección (autocorrección) y a eso apuntamos en definitiva.

Y también a despojarnos de prejuicios y desconocimientos en torno a qué es la poesía (que no es solo escribir versitos y adornarlos con palabras bonitas) y la literatura y también a qué es vivir como artista. 

Son objetivos que no se logran de la noche a la mañana, pero al menos vale comenzar a recorrer un camino que no es para todo el mundo.

Hoy se lee muy poco y se vive una realidad cada vez más conflictiva, por lo que es necesario actualizar las estrategias y contenidos. La base siempre será una lectura crítica de la obra de los autores nacionales, internacionales y de nuestra literatura santiagueña.

Verónica Parol: "Asistir a un taller de escritura nos enriquece en el sentido de la conexión con uno mismo"

Lila es el nombre de mi Taller de Escritura Creativa y es una palabra en sánscrito que significa pasatiempo, juego, diversión y también "describir toda la realidad, incluyendo el cosmos", creación de un mundo.

Justamente es eso lo que hacemos los escritores. En este taller se invita al que escribe a crear su propio mundo usando el material del lenguaje verbal (gramática y estrategias del discurso) como base.

A este pilar se suman los sentidos, en el ámbito de la percepción (trabajo de la mente) y las emociones y los sentimientos en el terreno de la psiquis.

Lectura y escritura

Comprendo que estos mundos de significado se unen en la escritura.

Actualmente, no dicto el taller en forma presencial, ya que estoy tomando un receso para configurarlo online.

Publicaciones

El libro del taller, asimismo está en proceso, con ejercicios y teoría recogidos de la experiencia del Taller durante siete años.

Como escritora, con más de treinta años de trayectoria, creo que asistir a un taller de Escritura nos enriquece en el sentido de la conexión con uno mismo, con el otro, con el mundo.

Más allá de la publicación o no de nuestras obras -en Lila siempre publicamos y hacemos tertulias para celebrar y compartir la creación individual y colectiva-, el goce de crear y de reconocerse a sí mismo como creador es mérito suficiente para dar sentido a estar vivo. Escribir es también documentar quién es uno mismo y cómo vemos el mundo en determinados momentos y circunstancias de nuestra vida, siempre sujetos a la transformación, y de eso da buena cuenta el arte.

Dinámica

En el taller hablamos bastante, recogemos las experiencias personales, las de otros, nos conectamos a los olores, sabores, imágenes, lecturas de otros autores de diferentes géneros, locales y de otras provincias y países, contemporáneos y tradicionales.

La lectura y su comentario forman un ingrediente que nutre la experiencia. Pero no solo leemos literatura, abordamos filosofía, sociología, psicología, historia, medicina, neurociencia.

Pienso que el escritor es un investigador nato, un curioso y es así que ningún tema le es indiferente dentro del campo de sus inquietudes.

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