Viceversa

El día que todo Añatuya miró al cielo

Por Nicolás Martín Gómez.

El ocaso avecinaba lentamente en ese día cálido, tan parecido a tantos otros. La gente vivía sus vidas con total normalidad, ocupándose cada quien de sus asuntos. Nadie podía imaginar que la tarde traería consigo un evento tan extraño y desconcertante como jamás se viera en la ciudad.

El reloj marcaba las 20 cuando ocurrió. Mientras algunas personas realizaban sus compras, volvían del trabajo, o simplemente disfrutaban de un paseo, alguien notó algo llamativo en el cielo. Primero fue uno, luego fueron dos, y finalmente toda la ciudad dirigía su mirada hacia lo alto. Entre comentarios, opiniones e hipótesis, nadie podía dejar de admirar aquellas gigantescas esferas de colores que imponente se elevaban a cientos de metros sobre la tierra.

"Durante tres horas o más permanecieron en el cielo 4 o 5 esferas del tamaño de cuatro manzanas de tierra. Eran de colores, verdes, rojo, anaranjado… Todos se asombraron"- asegura Marcos Fabián Ortiz, testigo ocular que dio el puntapié inicial para realizar esta investigación, y continúa: "Mi hermana, mi papá, todos en Añatuya vieron esas esferas de bordes bien definidos y colores medio borrosos, hasta que luego de pasadas las horas desaparecieron y se hizo de noche en un instante. Yo las soñé durante bastantes años. En los sueños, el cielo estaba totalmente cubierto por esos globos o esferas". 

Mientras el asombro y el miedo invadían a los más perspicaces, la confusión y hasta la indiferencia primaban en la mayoría, producto de la misma ignorancia, o tal vez del antiguo método de defensa ante lo desconocido, tan utilizado por el ser humano: negar la existencia de lo que escapa a su comprensión.

Se dice que hasta hubo quien salió de su hogar con una Biblia en la mano, rezando y proclamando la llegada del Salvador, ante tan deslumbrante espectáculo. Pero el Apocalipsis todavía estaba lejano. Esto se trataba de otra cosa, totalmente ajena a creencias religiosas.

"Es verdad… Yo me acuerdo, y no sé por qué nunca se habló del tema. Eran de colores las esferas y todos tenían una opinión diferente",asevera Fabián Ricci, otro vecino de la ciudad que tuvo oportunidad de presenciar el fenómeno . "Yo era muy chico, pero me quedó grabada esa imagen nunca más vista", concluye. 

Otra persona que recuerda el suceso es Marta H. Corbalán, quien por aquellos años vivía con su familia en el campo, en Herrera, un paraje cercano a Añatuya. Marta nos relata: "Yo era chica y me acuerdo que toda la gente salía de sus casas para ver esas esferas en el cielo. Eran cuatro o cinco, de diferentes colores. No sé qué habrán pensado las personas adultas en ese momento, pero yo siempre lo recuerdo, y hasta el día de hoy se lo cuento a todos". 

Las descomunales esferas estaban allí arriba, tan cerca y a la vez tan lejanas, como algo inalcanzable. Se mantuvieron estáticas en el cielo durante un lapso de aproximadamente una hora, para luego, de un momento a otro, desaparecer de la vista, llevándose consigo la claridad del día. Porque en un abrir y cerrar de ojos el cielo se oscureció, al tiempo que los objetos desaparecían de la vista.Los añatuyenses no salían de su estupor, y el suceso fue motivo de debates durante muchos días. Ahora bien ¿qué se dijo al respecto? ¿Qué argumentaron autoridades y medios de información? 

"Mucha gente creyó ver una escuadrilla de ovnis, pero solo eran cohetes lanzados por la Fuerza Aérea en El Chamical" (Diario La Razón, 20 de noviembre de 1973).

Sí. Según los medios, solo se trataba de cohetes. O bien globos meteorológicos utilizados para suministrar información acerca de la presión atmosférica, la temperatura, la humedad, etcétera. Esta era la única versión oficial que se brindó acerca del tema. Las autoridades guardaron absoluto silencio, como si nada hubiera pasado. De más está decir que, aunque la gran mayoría de ciudadanos añatuyenses se dieron por satisfechos con tales afirmaciones (quizás como mencionamos líneas arriba, autoengañándose por temor al ridículo, al "qué dirán"), muchos otros no quedaron conformes.

"Un caso enigmático esclarecido por la FAA (CEFAe)", fue el título de un informe publicado en el sitio aeroespacio.com.ar el día 17 de febrero de 2017, en el que se explica lo acontecido en el cielo aquel día. Y continúa "El comodoro (R) Rubén Lianza, director de la Comisión de Estudios de Fenómenos Aeroespaciales (CEFAe) logró desentrañar un histórico caso que no tuvo explicaciones por casi 45 años, con ayuda de la tecnología moderna, sumada a su experiencia en el tema".

Y es que el hecho fue documentado como "Caso Héctor Flores -2 de noviembre de 1972- Campo de Mayo". Evidentemente, el avistamiento se produjo en distintos puntos del país. Los principales testigos, y quienes dieron aviso al respecto, fueron los tripulantes de una aeronave de la Gendarmería Nacional que realizaba un vuelo de instrucción nocturna sobre esa base aérea militar: Ramón Héctor Flores, segundo comandante, instructor del Escuadrón Vuelo de Gendarmería con base en Campo de Mayo y piloto de la aeronave; Alejandro Urs Vogt, primer alférez, situación de revista en el Escuadrón Vuelo de Gendarmería, y Jorge Torrecilla, profesor de tiro de Gendarmería y del Estado Mayor Conjunto para los "Cursos Policiales", piloto civil. Aquellos destacados testigos describieron extraños objetos esféricos no identificados de brillantes colores. Según sus propias palabras luego de una aproximación ascendente para tratar de identificarlos: "...presentaban en ese momento una forma casi esférica y bien definida, desapareciendo la luz azulada, y el color rojizo del objeto fue tornándose más apagado…" 

El suceso se catalogó como el primer caso de un avistamiento de ovnis de la Gendarmería Nacional Argentina, pero para desengaño de los amantes de lo extraño y sobrenatural, posteriormente se explicó que el mismo día hubo dos actividades que podrían haber causado la confusión: el lanzamiento de un globo meteorológico (aunque el tamaño del mismo no concordaría con las descripciones) y el de un cohete experimental desde la base de Chamical en La Rioja. Según las investigaciones, un cohete de tipo "Rigel" despegó desde la Base Aérea Chamical el día 2 de noviembre de 1972, a las 23:28 GMT (20:28 hora local argentina). El mismo estaba destinado a liberar una nube de sodio antes de alcanzar su apogeo a 240 km de altitud, nube que superados los 200 km tiende a adoptar forma esférica. Este lanzamiento ocurrió 2 minutos antes del avistamiento que experimentaron los pilotos de Gendarmería. Así se daría por develado el misterio de las coloridas esferas en el cielo y se consideraría cerrado el caso. Sin embargo, los ocasionales testigos civiles no se muestran satisfechos con tale esclarecimiento y sostienen ofuscados que la versión oficial no es más que una mera pantalla para ocultar la verdad, y que tales esferas fueron algo más que simples experimentos de cohetería. 

El diario santiagueño EL LIBERAL publicó también esta aclaración en las ediciones de aquella fecha, explicando todo el desarrollo de las pruebas realizadas y la forma en que podían vislumbrarse desde tierra. Los llamativo es que, según aseguraban, el fenómeno causó gran controversia debido a la sorpresa provocada en la gente, y en el hecho de que pudo ser vista desde distintos puntos, no solo del país sino también en Perú, Brasil y Uruguay.

Sabemos que desde que el piloto estadounidense Kenneth Arnold reportara en 1947 el avistamiento de extraños objetos voladores similares, según él, a platos (acuñando el término "platos voladores"), son millones las personas que dicen haber tenido este tipo de visiones. Miles de teorías y suposiciones se han tejido en torno a este tema, creando un sinfín de controversias entre los escépticos y los creyentes.

Se dice también que seres extraterrenales han visitado nuestro planeta en la antigüedad, dejando huellas en las civilizaciones desaparecidas, con monumentos y construcciones que parecen imposibles de haber sido realizados por la mano del hombre antiguo. Por el momento, el debate continúa. Lo cierto es que en Añatuya, en noviembre de 1972, mucha gente fue testigo de un espectáculo extraordinario que no tuvo la relevancia que merecía. Un hecho que hasta el día de hoy, a más de 50 años de sucedido, genera dudas a pesar de las explicaciones. 

BIO

Nicolás Martín Gómez nació en la ciudad de Añatuya el 9 de noviembre de 1986. Músico, ilustrador y escritor, es autor de "Recordando melodías: Historia de la llamada música moderna en Añatuya", (2016), libro que fue galardonado con la Faja de Honor de la Sade en 2017. El presente relato forma parte de su obra "Anomalías. Enigmas y leyendas de Añatuya", que fue editada por la Cámara de Diputados de la Provincia de Santiago del Estero.

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