Santiago

Síntomas a tener en cuenta para conservar nuestra salud ocular

Por Dr. Ricardo Passone.

El oftalmólogo cofundador de Clínica Baviera, el doctor Fernando Llovet, hace hincapié en la importancia de prestar atención "a los síntomas como hinchazón, enrojecimiento o picor en los ojos de forma persistente y acudir cuanto antes a un oftalmólogo especialista para valorar la causa y buscar la solución más idónea", ya que un diagnóstico y tratamiento precoz ayudará a evitar consecuencias y complicaciones asociadas.

En este sentido, los oftalmólogos recomiendan extremar los cuidados para evitar los contagios en los meses estivales: sobre todo el lavado de manos, evitar restregarse los ojos, no compartir en la medida de lo posible objetos personales (toallas, almohadas, maquillajes), usar humificadores o lágrimas artificiales y limpiar bien las lentes y el estuche de lentillas para los usuarios de estas.

Asimismo, informan sobre cuáles son las patologías oculares más comunes durante la época de verano.

Los especialistas coinciden y destacan la conjuntivitis, orzuelo, queratitis y blefaritis.

Conjuntivitis

La conjuntivitis es una de las infecciones oculares más comunes. Sus síntomas principales son el enrojecimiento, irritación, picor, fotofobia o sensibilidad a la luz, lagrimeo abundante, secreción o sensación de cuerpo extraño. Puede durar entre una o varias semanas y, dependiendo del agente causante, se aplicará un tratamiento u otro.

Orzuelos

En el caso del orzuelo, los expertos explican que se trata de una infección también muy común que se manifiesta como inflamación y molestia en el párpado del ojo, ya sea en el párpado superior o en el inferior, similar a un absceso. Entre sus síntomas figuran la hinchazón de párpados, sensibilidad o dolor en los mismos, lagrimeo excesivo, lagañas, sensación de arenilla o cuerpo extraño, sensibilidad a la luz o picor y escozor.

Úlceras

La queratitis o úlcera corneal es una erupción o lesión que habitualmente se produce en la capa externa de la córnea. El calor y las refrigeraciones artificiales (aire acondicionado)) disminuyen la humedad en la superficie ocular con lo que se debilita la película lagrimal (que es la primera línea de defensa del ojo contra infecciones) y esto puede facilitar la irritación de la córnea y aumentar el riesgo de queratitis.

Asimismo, según indican, la queratitis surge con motivo de alguna infección bacteriana, viral, fúngica o parasitaria y a menudo se asocian a un mal uso e higiene de las lentes de contacto. En función de la causa y la localización pueden ocasionar diferentes síntomas, predominando el dolor, enrojecimiento, sensibilidad a la luz y disminución de la agudeza visual. El tratamiento, la duración y el pronóstico de la queratitis dependerá de la causa que haya provocado la inflamación de la córnea.

Por último, la queratitis es una patología de origen bacteriano y que puede dificultar de forma considerable la vida de la persona que la sufre ya que provoca enrojecimiento, secreciones, grasa y caspa en las pestañas. Sus molestias se pueden mitigar con remedios como la aplicación de calor local o un masaje.

El oftalmólogo es el único indicado y puede recetar medicamentos en forma de colirios o pomadas para un tratamiento adecuado.

Otros cuidados

Si bien cuidar la salud ocular es fundamental durante todo el año, en verano se deben extremar las precauciones, ya que es habitual que se incremente la exposición a sustancias como la sal marina y el cloro de las piscinas, que pueden resultar agresivas para nuestros ojos.

El cloro es un elemento químico que se emplea para desinfectar el agua de piscinas y otras instalaciones acuáticas. Se suele presentar en forma de hipoclorito sódico, hipoclorito de calcio, gas de cloro, hipoclorito de litio e isocianuratos clorados. Cuando se agrega al agua, forma un ácido débil llamado ácido hipocloroso, que es el elemento desinfectante, capaz de eliminar bacterias, virus y parásitos.

Es decir, las aguas tratadas con cloro entrañan menos riesgos para la salud, pero, si llegan a penetrar en los ojos durante el baño o la natación o los abrimos cuando estamos sumergidos, pueden irritar sus capas externas, al igual que la sal del mar.

En piscinas no tratadas adecuadamente se forman compuestos químicos llamados cloraminas, que son la combinación de los desinfectantes de cloro y restos orgánicos como la orina, el sudor o los restos de aceites que ingresa en las piscinas a partir del cuerpo de los bañistas. Las cloraminas son extremadamente irritantes y pueden causar sequedad ocular, irritación o conjuntivitis.

En el caso de mantener abiertos los ojos de manera prolongada dentro del agua, el cloro podría producir daños como sensibilidad a la luz -fotofobia-, dolor e incluso, visión borrosa transitoria leve.

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