Opinión

Descarrilamiento en cámara lenta

Por Pablo Tigani.

Por Pablo Tigani para Ámbito.

Imagine un tren avanzando a toda velocidad hacia un despeñadero, donde la vía se interrumpe a pocos kilómetros. No obstante, el tren no frena y sigue a toda velocidad y nadie hace nada. Ni los pasajeros ni los conductores toman acciones para evitar el descarrilamiento.

Por el contrario, lo que usted observa es un forcejeo para ver quién toma el control de la máquina para seguir acelerando. Los maquinistas, guardafrenos, guardagujas, avisadores, fogoneros, guardabarreras; lejos de detener el avance, luchan por tomar el control para acelerar más a fondo. Cuando el descarrilamiento se torne inevitable, las culpas se repartirán, porque nadie actuó para evitar los daños. Este símil describe con precisión el programa económico actual de Argentina, un país atrapado entre la perpetuación del "carry trade" y la "recuperación de su soberanía económica".

El "carry trade" se ha convertido en una constante en la economía argentina, exacerbando la dependencia del dólar. Esta práctica se agrava porque ahora "el dólar barato" estará generado una demanda insaciable para importar bienes, realizar viajes al exterior, atesorar divisas, y financiar eventos artísticos internacionales, entre otros usos.

Sin embargo, este flujo de dólares no se complementa con inversiones ni exportaciones significativas, generando cuellos de botella de iliquidez cuando las entradas de divisas se detienen. Además, la dolarización endógena (aunque no sea exógena) limita severamente la capacidad del país para gestionar su política monetaria y competir en la región.

El impacto en la economía real

Aunque en los últimos meses se registraron indicadores aparentemente positivos, como una tasa de inflación más baja y una reducción del riesgo país, estos logros son temporales y poco sostenibles. La contención de la brecha entre el dólar paralelo y el dólar oficial, lograda mediante el gasto de 700 millones de dólares en una semana, aproxima al país a una devaluación desordenada o a una salida abrupta del cepo cambiario.

La caída de precios de las commodities y el futuro de la energía agrava aún más la situación. Puede que el retorno sobre inversión proyectado en energía se ralentice si caen los precios. Donald Trump anunció un explosivo impulso a la producción de hidrocarburos convencionales para exportar a todo el mundo. A eso se suma la posibilidad de un "detente" de la guerra en Ucrania que podría renovar el vínculo de abastecimiento de Rusia a toda Europa. En la Argentina sectores clave como la construcción, el comercio y la industria muestran caídas significativas 2024, mientras que el crecimiento en sectores como la energía y la minería resulta insuficiente para compensar las pérdidas generales.

El marketing gubernamental frente a la realidad económica

Se despilfarro el superávit comercial más alto de la historia argentina, el "dólar blend" consumió u$s16.000 de los u$s18.000 millones, junto que al fiasco del equilibrio financiero (se calcula un déficit real de 1.9% que se capitalizo en deuda, que ahora se profundizara por la eliminación del impuesto país, la baja de las retenciones, en un contexto en que el gasto público ha ido creciendo durante todo el segundo semestre 2024. El discurso oficial insiste en proyecciones optimistas, como que experimentaremos un crecimiento anual per cápita del 4.5% anual, que permitirá alcanzar a EEUU en 50 años. Sin embargo, estas afirmaciones carecen de sustento empírico. Por el contrario, los indicadores económicos revelan un deterioro constante. La reducción del superávit comercial, la reducción de impuestos y el aumento del gasto público profundizaran el desequilibrio. La utilización de la capacidad instalada de la industria sigue en niveles críticos, y los salarios reales muestran una recuperación marginal en el sector privado, mientras que los del sector público continúan rezagados.

Los números del canje y la deuda en pesos

El reciente canje de deuda logrado por el gobierno logró reestructurar solo 60,86% de los 23 billones de pesos que vencían entre mayo y noviembre de 2025. Del total de quienes entraron al canje, 32.85% correspondió a títulos en poder del sector público, lo que indica una renovación limitada por parte del sector privado. A pesar de los incentivos ofrecidos, como precios superiores a los del mercado secundario y bonos duales con coberturas, el resultado refleja una falta de confianza en la capacidad para cumplir los compromisos futuros.

Los vencimientos pendientes en pesos, para 2025, presentan un panorama alarmante. La solución inmediata parece ser la emisión de nueva deuda, perpetuando el ciclo de refinanciamiento a mayores costos.

Economía logró despejar con el canje de títulos del viernes, solo $14 billones de los $23 billones que vencían entre mayo y noviembre2025. Entraron en el canje 60.86%. No pudo descomprimirse la presión del período pre electoral (mayo-noviembre), porque de los $14 billones que aceptaron: $4.6 billones eran títulos en poder del sector público (32.85% de los que aceptaron). Con estos datos, el sector privado renovó solo $9.4 billones (51.08%) de los títulos que estaban en poder del sector privado. Si había que despejar $23 billones y $9 billones no entraron en el canje y, $4.6 billones eran semi obligatorios, el resultado del canje fue muy malo, teniendo en cuenta que la renovación ultima tuvo una adhesión de 87% de adhesión.

A pesar que Luis Caputo solventó una "recompensa" muy generosa para los inversores (reconoció un precio más alto al que se operaba en el mercado secundario, valor previo del anuncio del canje y, además, ofreció nuevos bonos duales con "cobertura" contra movimientos inesperados de la tasa de política monetaria. De la oferta, quedan pendientes entre mayo y noviembre (de esta última oferta) inquietantes $9 billones de pesos o casi u$s9 mil millones, cuyas alternativas son: "cobrar los pesos y salir, canjear deuda pagando más caro, o reperfilar como hicieron con este lunes con el BCRA".

El ahorro de gastos en intereses de pocos meses (en pesos), lo disipó la rebaja al 1% del crawling peg (al contrario, subieron los costos en dólares) más la diferencia del precio reconocido a valores previos al canje, con el agravante que $9 millones quedaron afuera del canje. Pero miremos "the big picture". En los próximos canjes (más cerca de las elecciones) habrá que aumentar los rendimientos, sobre un dólar que evoluciona a la mitad del ritmo 2024".

Para tener un panorama general, vamos a entender que se solucionaron $14 billones de vencimientos sobre un total de $102.6 billones que constituían los vencimientos en pesos 2025. Sin embargo, la deuda actual queda en $94.8 billones, ha bajado solo $7.78 billones. Caputo había posteado el viernes en "X" o Twitter, una foto con su equipo titulando: "¡Espectacular adhesión al Canje para cerrar una gran semana!". La alegría de la foto estuvo sobreactuada.

Con todo lo que se hizo la deuda 2025 bajó de $102.58 billones a $94.8 billones (7.58%). El canje del viernes fue pobre. Este lunes hubo un canje compulsivo y seguirán nuevos canjes. La "bicicleta 2" (de pagos) pedalea a toda velocidad esta justo en la peraltada.

Esta semana, el Tesoro enfrentaba vencimientos por $12 billones. Empero, antes del llamado a licitación, Caputo llamó a su socio Bausilli y realizó una operación para "reperfilarle al BCRA", en la que se canjeó las tenencias que el BCRA poseía de un bono dual que vence el viernes y redujo los pagos la mitad. La Secretaría de Finanzas, abrirá el miércoles una colocación para refinanciar los vencimientos restantes de fin de enero. Además, desplegará un nuevo canje para "patear los vencimientos del mes" de febrero.

Un futuro incierto

Atravesamos una crisis económica y financiera que se desarrolla lentamente, pero de manera inexorable. Ahora el gobierno ha centrado la atención del marketing en la explotación de los recursos naturales de la cordillera, como el litio, el oro y el cobre, como fuente de divisas. Sin embargo, este enfoque no garantiza un desarrollo sostenible ni resuelve los desequilibrios estructurales de la economía. La dependencia de factores externos, como los precios internacionales de las commodities, limita el potencial de esta estrategia.

En conclusión, Argentina está inmersa en un laberinto de decisiones erráticas que la conducen a un "descarrilamiento en cámara lenta", una metáfora que no solo describe la crisis económica, sino también el vacío de entendimiento político, la falta de consenso intelectual y la ausencia de un plan estratégico sólido. El país enfrentara no solo un problema de cifras, sino una crisis estructural de gobernanza y visión a largo plazo.

El modelo actual, sostenido por paliativos temporales como el "carry trade" y los canjes de deuda ineficaces, no es sostenible. La explotación de recursos naturales, presentada como panacea, refleja un recurso discursivo más que una política integral para el desarrollo. Mientras tanto, el déficit fiscal preocupa nuevamente, la creciente dependencia de dólares frescos y la postergación crónica de reformas cambiarias agravan el deterioro de las bases económicas del país.

Lo más alarmante no es la magnitud del desafío, sino la inercia de un Poder Ejecutivo incapaz de articular y plasmar un proyecto para revertir el rumbo. Cada día que pase sin abordar los nuevos desequilibrios fiscales, sin fomentar una integración genuina con los mercados globales y sin priorizar la producción nacional, el tren se acerca más al abismo.

Es imperativo que Argentina abandone esta dinámica de improvisación y cortoplacismo. Sin una corrección de curso que combine responsabilidad fiscal repartida, incentivos productivos, y una revisión del contrato social, el país corre el riesgo de perpetuar un ciclo de crisis que hipotecará el bienestar de futuras generaciones. El tiempo para frenar y redirigir el tren se agota, y las decisiones que hoy parecen inevitables podrían ser irreversibles mañana.

Director de Fundación Esperanza. Profesor de Posgrado en UBA y universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de seis libros.

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