Opinión

Qué se quiere expresar cuando se dice gente de bien

Dr. Carlos Scaglione. Docente de la UNSE.

La expresión muy escuchada actualmente por un sector de la clase política puede implicar:

Posición económica o social, se asocia con personas de clases medias o altas, en contraposición a sectores populares o marginados.

Moralidad y valores tradicionales: Hace referencia a quienes se adhieren a principios conservadores relacionados con la familia, la religión, el orden, y la obediencia a las normas tradicionales.

Conducta cívica: Personas percibidas como trabajadoras, respetuosas de la ley y de las instituciones.

Sin embargo, el término es polémico y muchas veces se usa de manera irónica o crítica para señalar prejuicios o actitudes discriminatorias, ya que sugiere que quienes no encajan en esa definición no son "gente de bien". Esto suele excluir a los sectores populares, inmigrantes, o quienes tienen estilos de vida diferentes o ideologías progresistas.

Desde posturas de derecha o muy conservadoras, la expresión "gente de bien" suele tener una connotación elitista o excluyente. Generalmente, se utiliza para referirse a personas que, según esa perspectiva, cumplen con ciertos estándares de comportamiento, valores o posición social que son considerados "correctos" o "deseables".

Cuando justamente se expresa con ese criterio excluyente o discriminatorio, estaríamos frente a una suerte de racismo o xenofobia social contra los sectores populares y apropiándose del verdadero significado de bien para convertirse en difamante y excluyente.

Cuando la expresión "gente de bien" se utiliza con un criterio excluyente o discriminatorio, se convierte en una herramienta simbólica para legitimar desigualdades sociales y reproducir estigmas hacia los sectores populares. En este contexto, más que un elogio, la frase actúa como un mecanismo de distinción social y, muchas veces, como una forma de racismo o xenofobia social.

Puntos clave de este uso excluyente:

Apropiación del concepto de "bien": Se redefine el término "bien" de manera interesada, vinculándolo a ciertas características —estatus económico, educación formal, o conductas "normativas"—, dejando afuera a quienes no cumplen con esos parámetros. Este proceso transforma el término en algo excluyente en lugar de inclusivo.

Desvalorización de los sectores populares: Al contraponer "gente de bien" con otros grupos (a menudo los sectores populares, minorías étnicas o inmigrantes), se perpetúa la idea de que quienes no encajan en esa categoría son, por implicación, "de mal" o inferiores. Esto tiene claras connotaciones de racismo estructural y clasismo.

Legitimación de privilegios: Al posicionarse como "gente de bien," los sectores conservadores buscan justificar y mantener estructuras de poder y privilegios. En este sentido, la expresión no solo excluye, sino que también deslegitima, las demandas de inclusión o justicia social de los sectores populares.

Deshumanización simbólica: Este lenguaje implica que ciertas personas no son plenamente dignas de reconocimiento social o humano, reproduciendo dinámicas que históricamente han sustentado discriminaciones sistémicas.

En resumen, cuando se emplea con este propósito, la frase se convierte en un instrumento que refuerza desigualdades y perpetúa una visión jerárquica de la sociedad, disfrazada bajo una aparente preocupación moral o ética.

La inclusión social que pregona igualar oportunidades es, sin duda, un aspecto profundamente positivo y ético del desarrollo humano y social. Desde los primeros textos filosóficos como La República de Platón, pasando por las reflexiones de San Agustín en La Ciudad de Dios y el idealismo de Utopía de Tomás Moro, se puede rastrear un anhelo de construir una sociedad más justa y equitativa. Este deseo tiene sus raíces en el reconocimiento de la dignidad humana y en la necesidad de superar las divisiones que generan exclusión, pobreza y desigualdad.

¿Qué razones tenemos para seguir este ideal?

Dignidad humana como principio universal: Desde una perspectiva filosófica, moral y religiosa, la inclusión y la igualdad de oportunidades reconocen el valor intrínseco de cada persona, independientemente de su origen, condición o circunstancias.

Estabilidad social y justicia: Las sociedades inclusivas y con menos desigualdades tienden a ser más estables y justas. La inclusión social reduce tensiones, evita conflictos y crea un entorno donde las personas pueden desarrollarse plenamente.

Progreso colectivo: Las oportunidades igualitarias permiten que más personas aporten sus talentos y capacidades, beneficiando al conjunto de la sociedad. Esto impulsa la creatividad, la innovación y el bienestar general.

Superación histórica de desigualdades: A lo largo de la historia, los sistemas que perpetuaron exclusión y jerarquías rígidas demostraron ser insostenibles y perjudiciales. Las ideas de inclusión social buscan reparar esas injusticias históricas y avanzar hacia una mayor solidaridad.

¿Por qué deberíamos persistir en esta búsqueda?

Aunque los avances han sido significativos, persisten enormes desafíos. Las desigualdades económicas, sociales y culturales siguen siendo profundas en muchas partes del mundo. Continuar promoviendo la inclusión social es fundamental no solo por razones éticas, sino también porque asegura una sociedad más armónica y cohesionada, reconoce y protege los derechos de las minorías y los grupos vulnerables.

Enfrenta problemas globales como el cambio climático, las migraciones y la pobreza de manera más solidaria y equitativa.

La utopía, entendida no como algo inalcanzable sino como un horizonte hacia el cual caminar, sigue siendo una guía valiosa. Como lo expresó Eduardo Galeano, "La utopía está en el horizonte: camino dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá". 

Entonces, ¿para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar. Este ideal de inclusión nos invita a no conformarnos y a seguir avanzando hacia una sociedad más justa y humana, más equitativa, a pesar de los negros nubarrones actuales, sobre la enorme perdida de derechos, de conquistas y de logros que deberemos entre las mayorías recuperar.

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