El pozo y el péndulo. De Poe al complot de los topos
Por Alberto Tasso.
En 1842, teniendo 33 años, Edgar Allan Poe escribió este cuento que figura entre las piezas literarias que cabe recordar, dentro de la obra de este autor estadounidense que marcó una época, ya que inventó la novela policial, y renovó el género del misterio y el horror.
No está de más señalar que lo hizo durante el apogeo del capitalismo industrial en su país. Pero el tiempo y el lugar en que sitúa su cuento es de unos siglos antes, donde se imagina condenado a muerte por un tribunal de la Inquisición en Toledo, España.
La condena, lo que vivió en la estrecha cárcel donde yacía atado entre las ratas al borde de un pozo, amenazado por la oscilación de un péndulo, una cuchilla filosa que va y viene, cada vez más, cerca de su cuello.
Acabo de releer las 19 páginas de esta ficción que me sirve de base para un balance de 2024 en Argentina, necesario para saber cómo van las cuentas al final del ejercicio.
No elegí el paralelo por azar, aunque la libre asociación me llevaba a ver el filo de la ley libertaria como una amenaza, no solo para la garganta, sino también para el libre pensamiento, que considero una conquista de nuestra cultura que desafía las 'conquistas' de la historia oficial.
No es necesario abundar en detalles sobre lo ya sabido. Como lo haría un contador, cuento los cuentos que escuchado. Alerta a los medidores de índices: aunque todos los días se publica la baja del 'riesgo país' no hay medida del 'riesgo social' en nuestro país, variable muy distinta, pues implica vidas antes que cifras.
Pero más que las decisiones económicas que han permitido este tipo de ajuste en la garganta social, que oscila como el péndulo sobre nuestro pensamiento, importa el pozo que está al lado.
Aquí está el fondo de la cuestión. Si el éxito en los indicadores económicos tuviera alguna repercusión en la vida social, lo sabríamos.
Pero no es así, y soy uno de los tantos amenazados por la cuchilla, antes inquisitorial y ahora capitalista disfrazada de 'anarco', un eufemismo del poder que ofende a los que nos sentimos anarquistas, justamente opositores al disfraz del Estado posesorio que atropella con sus leyes a los derechos consagrados en la República.
Eso está sucediendo hoy en nuestro país. El ajuste que ha conducido a la baja de la inflación y el riesgo país, en términos sociales, es extremadamente riesgoso. Tacho el adjetivo 'desastroso' porque podría ser peligroso, valga la rima consonante.
Pero más allá de la circunstancia cotidiana, el tema requería una entrada animal al asunto. Allí figuraba el topo, uno de los nombres que eligió el actual presidente para presentarse como destructor del Estado desde adentro. Leo sobre esta especie:
Los topos incluyen docenas de especies de pequeños animales excavadores que se encuentran en todo el mundo. Conocidos por su habilidad para hacer túneles, los topos son depredadores diminutos que crean elaboradas redes de túneles y caminos a través de la hojarasca, la vegetación y el suelo. Al llevar una vida bajo tierra, los ojos de los topos son pequeños y carecen de oídos externos, que podrían llenarse de suciedad. (Wikipedia)
Ve poco, vive encerrado en su cueva y no escucha, pues la crítica es sucia. Vaya metáfora de este tiempo en que los topos se han unido para horadar las instituciones que supimos conseguir. Se trata de derechos y libertades que hoy son cercenadas sin escrúpulos. La lista es larga y alargaría la nota que me propuse breve, pero no puedo dejar de mencionar a pueblos originarios, universidades, movimientos sociales, jubilados y toda forma de pueblo en pie.
Pero hay más en el fondo del pozo, desde los recursos naturales ofrecidos al mejor postor hasta la inteligencia artificial presentada como un salvavida para los náufragos de la natural. Chip mediante, será posible antes que despertemos de esta pesadilla en la que el péndulo pasa cada vez más cerca.
¿Hay un complot de topos? Midiendo mis palabras (y antes mi pescuezo) me atrevo a decir que sí, antes que vuelva el péndulo. No de otro modo podríamos imaginarnos un país de tradición pacifista que se suma a las guerras imperiales y una república independiente que adopta la dependencia colonial como eslogan.
Así termina 2024, año difícil si los hubo. Sin embargo, la experiencia, porque difícil, ha fortalecido la esperanza, el tejido de redes defensivas del individualismo rampante y sobre todo nuestra ciencia: debemos conocer más a los topos.