Trío de forajidos obstruye el paso y desmaya a golpes a un automovilista en Bº Siglo XXI
El escenario fue avenida Leopoldo Lugones y calle Raúl Scalabrini Ortiz. El damnificado, hospitalizado. Su esposa, aterrada. SECCIONAL 51 Cayó preso solo uno de los patoteros
Tres individuos atacaron a trompadas y patadas, y desmayaron a un automovilista con un certero golpe con un vaso en la cabeza, tras obstruirle el paso en el Bº Siglo XXI y desatar un escándalo que acabó con un aprehendido.
Según la denuncia e investigación de la Seccional 51, el incidente estalló ayer a las 12.50 en la avenida Leopoldo Lugones y calle Raúl Scalabrini Ortiz.
Allí, los policías acudieron alertados por los vecinos. Al llegar los uniformados, un joven agredía asestándole patadas en la cabeza a otro, quien yacía tendido en el pavimento.
Pero todo comenzó cuando César Hernán Bárcena Aneli (49), circulaba al mando de su Citroën modelo C3, negro, acompañado de su esposa, Marina Elizabeth Escobar (47), ambos con residencia en el Bº Siglo XXI.
Transitaban por calle Raúl Scalabrini Ortiz, con sentido oeste-este. Al arribar a Leopoldo Lugones, tres sujetos obstruyeron el carril. Bárcena Aneli les tocó bocina y al trío no les pareció correcto; menos que les reprocharan esa actitud.
Fuera de sí, los tres individuos comenzaron a insultar al automovilista, agitando sus remeras con una de las cuales golpearon en el rostro a Marina, quien viajaba con la ventanilla baja. El conductor descendió del coche y fue peor. Los tres se envalentonaron y se le fueron al humo.
Con la mujer desesperada y aterrada, los tres sujetos redujeron rápido al automovilista. Por si fuese insuficiente, se les unió un cuarto, quien arribó y lanzó un vaso de vidrio que se destrozó en la cabeza de Bárcena Aneli. Éste se desplomó en un charco de sangre y perdió el conocimiento.
El resistido silencio en una celda de la Seccional 51
Cuando arribaron al lugar, los policías redujeron a Eduardo Jonás González, de 18 años, con residencia en Leopoldo Lugones y Canal del Bº Siglo XXI.
Los otros atacantes alcanzaron a dispersarse hacia el sur cuando escucharon las sirenas de los patrulleros. Por ende, por ahora, el caído aguarda en silencio en una celda de la Comisaría 51.
Quizá González confía en recibir pronta ayuda de algún abogado, pero hasta anoche sus compañeros le habían soltado la mano y/o librado a su suerte esquiva, confió una alta fuente policial.