Navidad: tiempo de esperanza
Por el padre Mario Ramón Tenti.
Con alegría celebramos la Navidad, el nacimiento del Hijo de Dios que se hace hombre, como nosotros, para regalarnos la cercanía amorosa de Dios que sana y salva. Hoy el papa Francisco abre la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro dando inicio al Jubileo 2025, bajo el lema: "Peregrinos de Esperanza". Ambos acontecimientos expresan el amor gratuito de Dios que nos invita a renovar la esperanza para seguir peregrinando en el mundo amando y sirviendo, es decir, haciendo el bien como Jesús. (Hech 10, 38).
El papa Francisco nos invita a "mantener encendida la llama de la esperanza que nos ha sido dada, y hacer todo lo posible para que cada uno recupere la fuerza y la certeza de mirar al futuro con mente abierta, corazón confiado y amplitud de miras". Como cristianos sabemos que es un gran desafío mantener encendida la llama de la esperanza en un mundo líquido (inestable, inseguro) plagado de dudas e incertidumbres acerca de la realidad cotidiana que vivimos y más aún del futuro que nos espera. Los sueños parecen disolverse en el contexto de una sociedad cada vez más individualista y excluyente, plagada de "consumidores frustrados", y sobrantes. Mantener viva la esperanza no será fácil, incluso para los cristianos, cuyas iglesias y programas son también licuados.
El mismo papa Francisco nos dice que la esperanza no es un optimismo pasivo, sino que por el contrario es "combativa, con la tenacidad de quienes van hacia un destino seguro". Es esa la mística de la Navidad: que el encuentro con el Niño Jesús que nace en un pesebre miserable, despojado de todo poder y propaganda publicitaria, nos anime a renovar la esperanza, como dice San Pablo en la Carta a los Efesios: "Permaneciendo de pie, ceñidos con el cinturón de la verdad y vistiendo la justicia como coraza" (6, 14).
A pesar de lo arduo y difícil que parece el camino, el Señor nos invita en esta Navidad a permanecer de pie, ceñidos con el cinturón de la verdad y vistiendo la justicia como coraza" (6, 14). A pesar de lo arduo y difícil que parece el camino, el Señor nos invita en esta Navidad a permanecerde pie, discerniendo la verdad sobre la identidad y el destino de cada pueblo y persona, y luchando por una justicia, largamente esperada, que recoja y abrace con ternura a los estigmatizados de la sociedad.
Que el Niño Jesús, esperanza para el mundo, nazca en el corazón y el hogar de cada santiagueño y que juntos podamos trabajar por una provincia mejor que incluya todos en la mesa de la vida.