Viceversa

Crónica de las Navidades de ayer y hoy

Por Belén Cianferoni.

¿Ya están acomodando los muebles y reservando sus cabritos o lechones para estas fiestas? ¿Tienen todo más o menos pensado? Las fiestas llegan con toda velocidad, derrapando en nuestras vidas la semana que viene. 

Parpadeé. De pronto, tenía 10 años y sostenía una estrellita en la mano de mi tío Pablo, mientras todos aplaudían al Niño Dios. Ahora, pum: tengo 37 años y pago monotributo. 

¿Qué pasó? ¿Qué onda? Mi abuela estaba preparando pavo relleno, mientras escuchábamos a Landriscina hablar de la Navidad en el norte. Mi hermano había puesto su reproductor Aiwa a todo volumen. En la mesa había un despliegue que parecía infinito: sanguchitos de miga, pollo a la sal, y ese pollo relleno de queso que era casi un tesoro de la familia. 

Y ahora, puff. La edad me pegó con todo. Me dejó recuerdos para guardar en las Navidades presentes y futuras. Pero me niego a dejar que el peso de los años opaque las cosas lindas de estas fechas. 

Seguimos escuchando a Landriscina, aunque ahora desde la tele que pagamos en cómodas cuotas hace un par de años. Ese hombre no envejece: cada año su voz suena más dulce, como si sus palabras también fueran un regalo. 

El sonido de los sobrinos invadiendo la casa al abrir los regalos es mi melodía favorita. Y, aunque ya no sostengo una estrellita, sostengo la esperanza de que estas fiestas sigan guardando un poco de esa magia que nunca debería irse. 

Ahora que soy grande, puedo comprarme todos los helados que quiera y hacer un poco de magia para los niños que conozco. Regalar una sonrisa o dos, como mi papá solía regalarme en mis Navidades. 

Puede que este año no haya pavo relleno, pero vamos a rellenar estas fiestas de música. Vamos a seguir combatiendo el calor con comidas que no tienen nada que ver con nuestro clima, y vamos a brindar con bebidas bien frías, esperando por un año más feliz y, sobre todo, juntos. Siempre juntos. 

La pelea se va a armar cuando alguien le ponga pasas de uva a las empanadas, pero mientras tanto... Amor y paz. Y ahora cuéntenmen ustedes, ¿comen pan de Navidad con frutas abrillantadas o con chispas de chocolate? 

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