Viceversa

Crónicas del monte colorido

Por Belén Cianferoni.

¿Están tan aburridos como yo? Quiero saber si soy la única persona aburrida en Santiago del Estero o si hay más como yo, que sienten que están gastando el calendario. Veo personas vestidas igual, comiendo en el mismo lugar, comentando lo mismo con las mismas palabras, escribiendo en el mismo teléfono, mientras estamos todos confundidos y cansados de lo mismo.

¿Sienten cómo el embole sube por sus dedos y se apodera de ustedes? Mis sobrinos lo sienten primero, por eso siempre me atacan diciendo: "Tía, estoy aburrida, ¡aaa, ayudaaa! Voy a morir del embole." "No, si yo muero del embole primero," les digo, y quedamos suavemente aburridos en el piso. Cuando todo parece gris, hay que ponerle colores o concentrarnos en eso ?. Así que aquí, desde esta columna, vamos a intentar desafiar la gravedad y al color gris.

Recordé haber hablado con Evangelina González hace un par de días acerca del color de los días cuando uno está lejos del pago. Ella está momentáneamente en otra ciudad, y me comentó que extraña el color de su jardín. Empezamos a hablar de los colores que había y hay en el monte.

Evangelina es una fuente de agua fresca llena de sabiduría en materia de colores. Investigó las tinturas y la forma en que se teñían las telas antes en Santiago del Estero. Recuerdo haberle preguntado: "¿Estás investigando qué?" "Los colores, Belén, los necesitamos para el futuro." Tenía razón, Evangelina. Pasan los días, y necesito los colores que ella recopiló en su investigación, los colores de mi abuela, los de mi monte.

"Tienes el amarillo que sacábamos de la púnua, del ancoche, de la balda y hasta de la cebolla." Desgraciadamente, tuve que googlear el nombre de estas plantas. Plantas que debería conocer porque son de mi tierra, de mi monte. Necesito el amarillo en mi vida. El amarillo siempre fue sabiduría, riqueza. Algunos análisis comentan que, debido a su efecto tonificante en el cerebro, este color ayuda a la estimulación mental, aclara la mente y aumenta la energía muscular. El amarillo activa la memoria, favorece la comunicación, mejora la visión, genera confianza y estimula el sistema nervioso. ¿Solo un color me puede dar eso? Tenemos que desafiar al gris de nuestros días.

"También tienes el verde del itín, de la jarilla y del suncho dulce." Quiero verde en mi vida, Evangelina. Una lluvia de verde y fluidez que espante el aburrimiento de mi vida. El verde es el color que nos negamos; es el monte que avanza sobre nosotros y que terminamos podando. Así que, sí, un poco más de verde esperanza para esta servidora.

"No te olvides del rosa, que resalta como un sueño en la flor de la tierra y del mistol. Aunque está más fuerte en la grana cochinilla." Yo conozco la flor de la tierra y el mistol, porque acompañaron mis siestas y mis huidas en el jardín, pero desconocía esa planta llamada grana cochinilla. "Ay, por favor, Belén, es un insecto." Me costó procesarlo, ¿un insecto? ¿La gente tiñe la ropa con insectos? La respuesta me shockeó: sí… desde la antigüedad. Todo el mundo lo sabía, menos yo.

¿Dónde están esos colores ahora que los necesito? ¿Cuándo el gris me gana y todo se ve igual? Pero reitero mi postura, la que escribo en cada una de mis columnas: el arte me va a salvar… y estoy segura de que los colores volverán a habitar en nuestras veredas. Santiago del Estero, nos tengo fe; vamos a poder vencer al calor y al gris con árboles y flores. Créeme Evangelina, que nos tengo fe, vamos a salir de esta.

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