Opinión

 Una inteligencia sin corazón

Por Cintia Suárez. OPINIÓN

La inteligencia artificial ha irrumpido como una herramienta poderosa en oficinas, redacciones y hasta en el mundo de la literatura, revolucionando la manera en que se crean y distribuyen contenidos. Sin embargo, surgen varias preguntas de fondo: ¿puede realmente la inteligencia artificial reemplazar a la inteligencia humana? Si bien la IA permite procesar información y realizar tareas complejas a velocidades inalcanzables para los humanos, carece de intuición, empatía y la capacidad para hacer juicios éticos o creativos profundos, cualidades propias humanas. Además, su uso plantea varios desafíos: entre los que de destacan la veracidad y la seguridad de los datos . Por otro lado la IA exige una reflexión ética sobre el uso y alcance de este recurso que nos ofrece y desafía a la sociedad de estos tiempos. 

El Papa sobre IA

Muy cercano a esta cuestión en su reciente encíclica "DILEXIT NOS", Francisco llama a redescubrir el valor del "corazón" en un mundo moderno caracterizado por una vida rápida y marcada por la tecnología. En esta sociedad de "consumidores seriales" atrapados en los ritmos y ruidos tecnológicos, el Papa advierte que la falta de tiempo y espacio para la interioridad y la reflexión ha dejado en muchos una carencia de profundidad y de paciencia para los procesos internos. Bergoglio señala que en este "mundo líquido", donde las conexiones y los valores suelen ser efímeros, es esencial volver a mirar hacia dentro, hacia el lugar donde cada persona hace su propia síntesis.

En la sociedad actual el ser humano «corre el riesgo de perder su centro, el centro de sí mismo».

Al mismo tiempo, el corazón es el lugar de la sinceridad, donde no se puede engañar ni disimular. Suele indicar las verdaderas intenciones, lo que uno realmente piensa, cree y quiere, los "secretos" que a nadie dice y, en definitiva, la propia verdad desnuda. Dice el papa Franciscos en su reciente encíclica DILEXIT NOS.

Poesía y amor para salvarnos

En la era de la inteligencia artificial, advierte el Sumo Pontífice, conviene recordar que, para preservar lo más esencialmente humano, necesitamos del amor y de la poesía, elementos que ningún algoritmo puede capturar. La tecnología jamás logrará recrear esos recuerdos de la infancia que atesoramos, como el instante en que, con la ayuda de nuestras madres o abuelas, sellábamos con un tenedor los bordes de las empanadillas caseras. 

Es ese aprendizaje entre juego y responsabilidad donde, aún sin saberlo, damos nuestros primeros pasos en el arte de ayudar al otro. Existen miles de pequeños detalles que dan forma a nuestras biografías, momentos ordinarios y extraordinarios que la IA no podrá replicar: la primera broma que arranca una sonrisa, calcar un dibujo a la luz de una ventana, jugar con una pelota improvisada de trapo, cuidar de una flor entre las páginas de un libro o rescatar a un pajarito caído.

Estos gestos sencillos, tejidos de ternura y memoria, viven en el corazón, el núcleo donde cada persona unifica su identidad. Este centro no solo es el lugar de los afectos, sino también la sede de nuestra identidad completa, que abarca cuerpo y alma. Cuando el amor reina en el corazón, la persona alcanza su plenitud, porque, en el fondo, estamos hechos para amar y ser amados, explica Francisco.

 "Hoy todo se compra y se paga… Sólo nos urge acumular, consumir y distraernos, presos de un sistema degradante que no nos permite mirar más allá de nuestras necesidades inmediatas y mezquinas" sostiene Francisco. En este escenario marcado por la complejidad y la inmediatez, la inteligencia artificial surge no solo como un recurso para reducir los esfuerzos, sino también como una fuente de preguntas profundas, recordándonos los desafíos que enfrentaron generaciones anteriores ante avances disruptivos. Esta tecnología, lejos de simplificar, nos invita a reflexionar sobre el rumbo de nuestras elecciones, tal como lo hicieron nuestros antecesores al enfrentar sus propias revoluciones. ¿Podemos dejar que la tecnología piense u opine por nosotros?

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