Opinión

El impacto de la IA en roles gerenciales y sus dilemas éticos

Por Federico Nardelli.

Históricamente, el rol de los gerentes se ha visto asociado a las funciones claves de las organizaciones: planificar, organizar, dirigir y controlar. Su foco estuvo puesto en la coordinación de los esfuerzos humanos y el consecuente uso de los recursos para alcanzar resultados. De esta forma, el rol de los gerentes constituye un pilar organizacional.

En los últimos años, la implementación cada vez mayor de sistemas de Inteligencia Artificial en las organizaciones desafía las concepciones tradicionales de su rol. La automatización de tareas, el análisis de base de datos, su disponibilidad 24x7, su reducido margen de error, entre otras características, hacen de estas nuevas herramientas una aliada estratégica en la búsqueda de la eficiencia organizacional. 

De acuerdo con una encuesta de Ernst & Young (EY), una de las más importantes firmas de servicios profesionales del mundo, el 65% de los CEO están de acuerdo en que la IA potencia la eficiencia empresarial. 

A la fecha, la IA liberó a los gerentes de tareas repetitivas y operativas, brindándoles la oportunidad de enfocarse en el liderazgo de sus equipos y la toma de decisiones estratégicas, incluso potenciándolas con datos procesados. Por ejemplo, en la actualidad, la planificación estratégica, la definición de sus objetivos y el desarrollo de planes de acción son complementados con herramientas de IA para acelerar los tiempos de gestión e incrementar las perspectivas en el análisis de la información.

De acuerdo con un informe del Foro Económico Mundial, un 62% del tiempo total del trabajo se dedica a tareas conversacionales (chats, correos, contratos, conversaciones de desempeño, reuniones, etc.), por lo que la adopción de sistemas como Chat GPT podrían tener un impacto significativo en varios puestos de trabajo. 

Sin embargo, estas nuevas tecnologías implican dilemas éticos en el ejercicio de su rol. Cuestiones como la privacidad, la equidad y la responsabilidad se ven cuestionadas con el avance de la IA en la gestión organizacional.

Si hay algo de lo que estamos seguros es que los sistemas de IA funcionan con grandes cantidades de datos. Ahora, ¿de dónde surgen? ¿qué hacemos con ellos? ¿podemos garantizar la seguridad y privacidad de los datos personales (clientes y colaboradores)?

Otro aspecto ético en la gestión con IA lo constituyen los denominados sesgos algorítmicos, la tendencia a generar resultados erróneos de forma sistemática. Si toman decisiones a partir de los entregables de estos sistemas, podrían generarse situaciones discriminatorias sin siquiera ser conscientes de ellas, algo que ya han experimentado varios gigantes tecnológicos con sus equipos de trabajo.

Así, los gerentes deben garantizar una gestión con IA libres de sesgos que promueva la igualdad y diversidad.

Un aspecto poco explorado respecto de las implicaciones éticas del uso de la IA en las organizaciones refiere al quién toma las decisiones de gestión. Imaginemos que una unidad de negocios debe reducir su nómina de personal y, para tal fin, quien lo dirige recurre a un sistema de IA para definir las áreas a reestructurar y quiénes continuarán formando parte del equipo.

La estrategia tiene sentido, un sistema de IA diseñado para gestionar desempeño podría arrojar en segundos un diagnóstico organizacional respecto a performance individual: de equipos e incluso de áreas de trabajo. Podría presentar los resultados alcanzados con un nivel de detalle que probablemente escapen a los propios líderes de esa estructura.

Sin embargo, ¿qué debe hacerse con ese listado? ¿acaso corresponde cotejarlo caso por caso para verificar su validez? O, en la era de la inmediatez ¿se procesaría sin cuestionamiento alguno? De ser así ¿quién tomó la decisión? ¿fueron los gerentes o un algoritmo? 

La respuesta a estos interrogantes aún no es clara, sin embargo, es posible afirmar que la IA está transformando la forma en que trabajamos, presentando oportunidades, pero también desafíos. Es necesario que las organizaciones, y sus gerentes, comprendan las implicancias éticas del uso de la Inteligencia Artificial para garantizar una gestión justa y equitativa, siempre basada en el respeto de lo humano.

Por Federico Nardelli, docente de las Licenciaturas en Administración de Empresas, RR. HH, Marketing y Negocios Digitales de UADE.

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