Opinión

Los perversos

Por Francisco Viola.

La humanidad es un sinfín de posibilidades. Capaces de los más bellos gestos de amor, empatía y cuidado y, también, de los crímenes más atroces basados en el odio, el desprecio y la crueldad. Ha sido así desde siempre. En momentos de esperanza uno cree que finalmente el bien vencerá. Pero, en el cotidiano nos encontramos con noticias que parecen probar que la solución está lejana, léase imposible. Somos así como especie, está en la naturaleza. Aunque, insisto, todos los días tengamos ejemplos que en esa misma naturaleza haya acciones, comportamientos y gestos que nos enaltecen como especie. Porque lo bueno sigue siendo bueno, aunque se sigan haciendo cosas malas, definitivamente malas. 

Ahora bien, sabemos que hay una diferencia entre decir un mensaje sobre algo bueno, necesario, saludable, que construya equidad y justicia, que promueva valores que algunos defendemos, que procure construir sociedades y espacios más seguros, agradables y que protejan a quien necesita siempre y el concretar acciones, desarrollar y estimular comportamientos para eso. Desarrollar actitudes y aptitudes cuesta mucho más que hacer discursos sobre algo. La sabiduría popular dijo hace tiempo: "del dicho al hecho hay un buen trecho".

Pero, si el discurso es deseable, lo debemos mantener a pesar que haya personas que lo digan y después cometan actos contrarios. Es más, creo que es habitual que haya "lobos vestidos de cordero". En las buenas causas se introducen personas detestables, egoístas, crueles, o sea, siempre podemos encontrar perversos bajo un discurso que nos parezca deseables. La iglesia es un ejemplo que nos salta a la vista. En el discurso de la iglesia sobresale, entre otras cosas, «Ay de aquel que escandalice: Más le valdría que le ataran al cuello una piedra de molino y lo arrojaran al mar». Sin embargo, la pedofilia ha aparecido como una situación aberrante, real y que nos alarma. En otra punta de un imaginado tablero ideológico nos enteramos que el señor Iñigo Errejon, portavoz del partido socialista español decía, hace algún tiempo, algo con lo que estamos completamente de acuerdo: "Combatir la violencia machista hasta hacerla desaparecer", es el mismo que hace unos días renunció a la política por la cantidad de denuncias por acoso y abuso que recibió (intencionalmente he tomado este caso porque el autor ya reconoció que su accionar fue moralmente reprochable. La justicia ahora debe actuar.

A lo que voy que no podemos condenar los mensajes por culpa de los perversos que se aprovechan de esos menajes para sembrar el odio, la crueldad y ejecutar vilezas de cualquier tipo. Es más, creo que es parte de la naturaleza humana que haya gente que se aproveche de los mejores discursos para hacer el mal. Sigue siendo válido la famosa sentencia de "los hijos de las tinieblas son más astutos que los de la luz.

Entonces, con eso nos quedamos. No, porque –siguiendo con la sabiduría popular- "A dios rogando y con el mazo dando". Los que asumen discursos maravillosos, geniales, necesario, deben crecer en el pensamiento crítico. Si eso lo hacen instituciones –religiosas, políticas, asociaciones, gremiales, deportivas- deben ser exagerados en el control para que no haya perversos usufrutuando las palabras. 

Creo que nos olvidamos de ese detalle con frecuencia. Más en estas épocas que estamos en la trinchera, librando batallas contra el enemigo ideológico y no en esforzarnos en evitar que lo que defendemos con ahínco no sea aprovechado por malas personas, estafadores de las palabras, crueles y perversos. 

Insistimos siempre que todo se resuelve con la educación. Pues la educación para eso pasa por incentivar el pensamiento crítico, gestionar los disensos y pulir los recursos sociales para combatir de forma rápida, enérgica y concreta los abusos posibles. 

Hacer una sociedad como la que pregonamos, desde cualquier lado, siempre comienza por ser impiadosos contra quienes afectan, sean quien sea. Crear lo que queremos necesita, sin dudas una convicción y dedicación mucho más concreta y sólida.

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