Santiago

Sobre chicanas

Por Francisco Viola.

La palabra chicana se instaló en vocabulario hace un tiempo. Generalmente se usa en relación a la política. La chicana es tomada como un recurso que busca desestabilizar al oponente, en una discusión, para poder mejorar la posición en la disputa, sin necesidad de utilizar una capacidad argumentativa. No es una estrategia de construcción, valga decirlo, sino se orienta a hacer lo necesario para ganar la discusión, sin tanto esfuerzo intelectual aplicado a la causa. Por eso, la chicana se define como una "artimaña o maniobra de mala fe, generalmente con el fin de dilatar algo en el tiempo". 

Ahora bien, si se trata de ganar una disputa intelectual, me gustaría diferenciar dos tipos diferentes que se pueden usar y que es bueno no confundirlas. Una es, realmente la artimaña que ignora el argumento que la otra persona plantea, o sea, la que ataca a la persona. Lo cual puede ser hostil o, también, de tipo benevolente en su apariencia. Pero, el objetivo es el mismo: usar un ardid para desestabilizar. O sea, puede ser decir que el otro es un imbécil (la chicana agresiva) o, simplemente, decir con mucha calma que estas siendo emocional (tipo benevolente). Lo que busca no es contradecir el argumento de la discusión y, por supuesto, no tiene ninguna intención de construir consensos o conocimientos. Lo único que busca es generar un efecto que altere al que enuncia al argumento. Es curioso, pero la chicana benevolente parece un gesto amable, tal como el sexismo benevolente, ya que se disfraza con un barniz positivo, pero es, claramente, un lobo con piel de cordero.

Esa artimaña, por definición, elude la discusión argumentativa. Esto es clave para pensar este tema. Ahora bien, no es una chicana si el adversario intelectual aprovecha mi mal razonamiento, la mala construcción de mi argumentación. Por más, que ello haga que se diluya la discusión. Es un error de argumentación que la otra persona utiliza en el momento. Un caso típico que debe ser entendido como fruto de la capacidad de razonamiento o de rapidez mental, tiene un ejemplo paradigmático en el debate del aborto en Argentina. En un intercambio Alberto Kornblihtt le dijo a un contrincante del debate: "No, no está bien. Está mal" e hizo que la otra persona quedara en offside y se diluyera en su argumentación. Fue tan notable el gesto que produjo remeras y el autor lo canalizo en un libro que llevo por título esa frase como un despliegue intelectual. Otro ejemplo de esto fue la pequeña historia que circulo cuando se habla de bares inclusivos que, sólo tenían la inclusión en las palabras y que el contrincante intelectual utilizó una anécdota ficticia para poner en evidencia que la inclusión sólo parecía ser una pose y no generar cambios sociales necesarios para hacer una sociedad inclusiva.

Defiendo estas posiciones y, por ello, creo que acusar a quien te hace la pregunta incomoda, basándose específicamente en la argumentación fallida diciendo que es una chicana, es un error garrafal. Hay que defender todo intento de crear mejores razonamientos. 

La chicana es una artimaña, es una forma repelente de impedir el debate, eso es seguro. Pero es menester diferencias de esas ocasiones, cuando somos limitados argumentativamente y, eso puede ser aprovechado, inteligentemente a nivel de las ideas, para contradecirme. Las chicanas son malas y perjudícales. Su objetivo es desestabilizar al contrincante emocionalmente como único argumento, lo que impide construir conocimiento, generar debates productivos y, por supuesto, oblitera el crecimiento de pensamiento crítico, tan necesario en la actualidad.

Básicamente la chicana se aleja del pensamiento crítico y la ausencia de este nos impide crecer como personas y como sociedad. Reinstalar el debate social como una forma de crear mejores argumentos es hacer un compromiso real con el futuro. Una sociedad, una pareja, una institución que se autoriza a un debate de idees, de pensamientos, de objetivos, de intenciones ya hace un enorme avance para conseguir ser saludable. Volver a debatir ideas, desterrar las chicanas y crear consensos. Tan simple y tan poderoso para hacer que las utopías sean la realidad que ansiamos.

22-9-2024

Ir a la nota original

MáS NOTICIAS