La Banda, mi musa
Por Cristina Nelly Agüero.
De este lado del Río Dulce mi ciudad se levanta con sus casitas bajas, sus veredas anchas, y sus árboles verdes que a fines de agosto, anticipan la primavera porque se pincelan de rosa.
Su punto neurálgico es sin dudas, la Plaza Belgrano, tejida de adolescencia enamorada, chiquillos inquietos, abuelos tomados de las manos, vendedores ambulantes y algunos artistas locos
En uno de sus recodos, la vieja iglesia Santiago Apóstol, bosteza campanadas entre rezos musitados, y palomas que no se espantan
Su estación es tan emblemática Sus vías, tajos del progreso, la parten en dos. De un lado, el Mercado Unión. Del otro, la gran Alhambra, nunca olvidada. Sobrevive en la memoria de sus habitantes.
El arriero de metal, que la forjó con el trabajo, por suerte, de nuevo pasa. Y hasta la luna y el sol como niños traviesos, viajaron sobre su jadeo férreo, silbando bajito entre el ramaje. Veo escapar un pájaro de su herida, desde mi pura nostalgia.
Banda querida, eres urdimbre de guitarras, violines, coplas y leyendas. Eres pueblo, tan pueblo, cuna de poetas y cantores donde es posible que Dios y el Supay se den la mano.
Eres la del sol escandaloso y el canal con sus chumucos, la de Olímpico y El Tiro, El Recreativo y El Renzi, El veredón de Besares que en septiembre es escenario de festejos. La de la Escuela Normal, la Industrial, y la Técnica seis, conocida como La Pica la de los Carabajal y la Salamanca
Eres esa pujante mujer en donde germina la paz del mundo. Eres Patria. Eres tierra. Eres vida