Viceversa

Quichua, lengua evangelizadora

Por Ilda Margarita Juárez de Paz. Esp. en Lingüística Regional Quichua santiagueño- Castellano.

Ahora que nos constituimos en Arquidiócesis y Diócesis Primada, que tenemos la bendición de una santa mujer nacida en nuestras tierras, Mama Antula, quizás ha llegado la hora en que debamos rever, releer la historia de nuestra Iglesia Católica Apostólica y Romana y cómo es que nos llegó el Evangelio de Cristo a nosotros, que ya contamos 471 años y somos fundadores de ciudades. 

Podemos decir con certeza que el 12 de Octubre de 1492, cuando Cristóbal Colón pisó tierras americanas, empezó la conquista no solo material sino también espiritual, ya que su viaje fue auspiciado por los Reyes Católicos, así la Cruz y la espada sentaron sus plantas en el mismísimo centro del continente americano, trazando un camino en el mar que fue intensamente transitado a partir del viaje de Colón. 

Así, la misión evangelizadora comenzó siendo los dominicos los que en 1511 llegan a la Española, ya con una idea clara elaborada en base a las ideas del cardenal Cayetano, quien era el superior de la orden cuando Fernando el Católico le solicitó el envío de frailes a predicar en las tierras descubiertas, llamadas "Nuevo Mundo". Entre otros, integraban este grupo "los pastores de almas" fray Bartolomé de las Casas, Fray Antonio de Montesinos, Francisco de Hurtado, Fray Domingo de Santo Tomás, Fray Francisco de Victoria, entre otros, que la historia registra y que fueron quienes denunciaron fuertemente los malos tratos a los nativos por parte de los encomenderos. 

"A partir de aquella fecha comienzan a verse las consecuencias de que la presencia española en las Indias Occidentales se justificara en la donación papal acordada mediante la bula inter caetera. Si la donación se otorgó con la carga o finalidad principal de la evangelización habrían de ser los sacerdotes y religiosos quienes constituyesen la avanzadilla de la colonización y no los soldados. No deberían ir por delante las armas sino la Palabra del Evangelio", dice Santiago Muñoz Machado en su libro "Hablamos la misma lengua" (2019). 

El acuerdo o petición del rey Felipe y el cardenal Cayetano del envío de frailes al Nuevo Mundo fue el 3 de octubre de 1508, aunque recién se concretó en 1510. 

Y la gran preocupación desde entonces fue ¿en cuál lengua se realizaría la evangelización? Se respetaría la lengua de los originarios? O se castellanizaría? 

Las ordenes dominicanas, franciscanas, agustinas y más tarde jesuitas asumieron las formas o maneras como llevarían a cabo la evangelización y los instrumentos que utilizarían. 

Colón ya había observado que existían muchas lenguas y también grande fue su preocupación cuando comprobó que en cada isla (Antillas, Centroamérica) se comunicaban en lenguas diferentes. Fue gran problema tomar decisiones al respecto. 

El concilio que dispone evangelizar en lenguas amerindias 

La posición de los misioneros fue fundamental porque prefirieron aprender ellos las lenguas amerindias y utilizarlas como vehículo para la evangelización. De allí el Concilio de Trento, 1545-1563, que duró 18 años, en el que se dispone la evangelización en lenguas generales, aymara, quichua, guaraní y náhuatl. Esta disposición pone a estudiar a los curas, preparados intelectualmente para este menester, entre ellos fray Domingo de Santo Tomas, que en 1560 presenta su gramática quichua para los pueblos del Perú, quichua que llegara a nosotros y a todas las ciudades que desde Santiago fueron fundadas, como Tucumán, Salta, Jujuy, La Rioja, Catamarca y Córdoba. 

La evangelización caminó hacia el sur y a fin de cumplir su objetivo, la conquista espiritual, en 1583 se celebra el primer Concilio de Lima y en 1597 se llevó a cabo el segundo Concilio Limense, todos con la misma disposición de evangelizar en lengua nativa.

 El primer sínodo provincial se celebró en Lima, en 1552, y dispuso que los doctrineros aprendiesen la lengua de los naturales para desempeñarse como maestros y pastores de almas. 

El segundo concilio provincial de Lima se celebró en 1567, ratificando esta disposición y fijando la obligatoriedad del estudio para el clero. 

Todo esto se informó al rey, quien aprobó lo actuado por Real Cédula dictada en Badajoz el 23 de septiembre de 1580 y en 1583 quedó aprobado todo lo actuado y la conquista espiritual se hizo en idiomas de los pueblos originarios. 

En esto los historiadores están de acuerdo. El gran trabajo de la Iglesia y sus misioneros quedó plasmado en cuantiosos documentos. 

En 1580 y 1581 se funda la universidad de Lima y Quito, a fin de preparar sacerdotes en lenguas generales. 

En 1585 a 1593 el padre Alonso de Barzana ya predicaba en quichua en nuestro territorio santiagueño. En 1601 Fernando de Trejo y Sanabria convoca a un nuevo sínodo, donde nuevamente se ratifica lo expresado en los anteriores. 

Y todo este trabajo se verá interrumpido por la Real Cédula de Carlos III, firmada en Aranjuez el 10 de mayo de 1770, con la que se prohibió el habla del quichua no solo en Tucumán, sino en todas las colonias, imponiendo la castellanización obligatoria en toda la América española. 

Vigencia, a pesar de la prohibición 

Pero las palabras, las voces aprendidas, lingüísticamente hablando no se borran porque alguien dicte una cédula, por más real que sea. Hasta el presente las lenguas generales evangelizadoras siguen vigentes, no en una mayoría poblacional, pero sí en reductos idiomáticos inexpugnables y que resisten los embates de teorías o propuestas nacidas de investigaciones lejanas de las comunidades hablantes, que en rigor de verdad son bilingües naturales porque el deseo de comunicarse es superior y surgen los bilingües, castellano-quichua, castellano-guaraní, castellano-náhuatl, etc. 

Y existe mucha más documentación. Por ejemplo al concilio de Lima de 1583 asistió en representación de Santiago del Estero Francisco de Victoria, decidido impulsor de la catequización en quichua. En 1601 Fernando de Trejo y Sanabria convocó a un sínodo que le dio nuevamente impulso a la tarea evangelizadora en nuestras tierras.

 Pero lo ocurrido en 1770, la prohibición de la lengua quichua en el mundo hispano, fue de gran impacto. Aun cuando se siguiera hablando quichua en el seno familiar la evangelización retrocedió también con la expulsión de los jesuitas. 

Pero ante todo esto, brilla la figura de María Antonia de Paz y Figueroa, hoy Santa Mama Antula, por la gracia de Dios primera Santa argentina y con gran reconocimiento por su tarea de cristiana evangelizadora. 

No podemos dejar de mencionar el gran trabajo del padre Honorio Mossi, que también firmó como Miguel Angel Mossi, quien en 1857 presentó su Gramática de la Lengua General del Perú, llamada comúnmente quichua, expresa el padre Mossi. Escribió, aparte de su catecismo, algunos artículos de la fe traducidos a fin de facilitar su comprensión, allí hay un bilingüismo escrito naturalmente con signos castellanos, ya que la convivencia con el mismo es imposible obviar. Existen otros trabajos de este investigador como el Diccionario, analítico, sintético, universal, Clave armónica y concordancia de los idiomas, y más estudios filológicos, lingüísticos y literarios. 

Cultura quichua santiagueña 

Y tenemos, más ceranos en el tiempo, otros documentos muy importantes como por ejemplo los realizados por el sacerdote escolapio José Alfaro del Valle y el docente Vidal Ulloa, ambos alumnos egresados de la cátedra fundada por el profesor doctor H.C. Domingo A. Bravo. Se trata de "Cultura quichua santiagueña", en 2 tomos, para docentes y alumnos y para todo el que quiera aprender (1998, Talleres gráficos EL LIBERAL), con una metodología actualizada y con la signografía oficial del Quichua Santiagueño, también la misa santiagueña en quichua estrenada para el 500º aniversario de América, 1992 en la fiesta del Señor de los Milagros de Mailín, en la que se cantaron las canciones de la eucaristía en la lengua evangelizadora... y hay mucho más. 

Hemos tratado de nutrirnos en documentos que los lectores pueden encontrar en nuestras bibliotecas, pero el mensaje que dejamos es el de expresar el gran trabajo de la Iglesia Católica, especialmente. Con seguridad otras iglesias cristianas también han trabajado y trabajan, pero en el comienzo de nuestra historia estuvieron los misioneros dominicos y les siguieron otras órdenes. 

No es casual que seamos reconocidos como Arquidiócesis y Diócesis Primada. Se trabajó y mucho 471 años y lo seguiremos haciendo en el nombre de Tata Yaya. Fuimos evangelizados en lenguas amerindias, el evangelio de Cristo nos llegó de voces misioneras.

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