Santiago

La Diócesis de Santiago del Estero: Sede Primada de la República Argentina

Por Eduardo Lazzari. Historiador.

El 22 de julio de 2024 será recordado como un día de reivindicación histórica para Santiago del Estero: el papa Francisco emitió una bula por la cual la diócesis de Santiago del Estero, creada en 1907, fue elevada a arquidiócesis y le confiere el título merecido de Sede Primada de la Iglesia Católica en el país, convirtiendo al actual obispo, monseñor Vicente Bokalic Illic en el arzobispo primado de la Argentina. Es un reconocimiento que vale como ordenamiento de la historia eclesiástica nacional, ya que Santiago del Estero fue la cátedra de la primera diócesis en el territorio argentino como obispado del Tucumán hasta su traslado a Córdoba en 1699. En medio de esta alegría inmensa vale la pena rescatar la historia de la "Madre de Ciudades" como sede episcopal a lo largo de cinco siglos.

El origen de la Iglesia en el Tucumán

La conquista territorial definitiva del territorio argentino comienza con la llegada de tres corrientes: la del reino del Perú, la del reino de Chile y la del Paraguay. La característica de estas expediciones es que todas provienen del territorio americano, a diferencia de las anteriores llegadas desde Europa. En la fundación de Santiago del Estero, la más antigua ciudad subsistente en la Argentina, confluyen las campañas de Diego de Rojas, ordenada por el virrey del Perú, que es la primera en explorar las tierras del noroeste hacia 1544; de Juan Núñez del Prado, enviada por el gobernador interino del Perú en 1550 a conquistar el "Tucumán", región que llega desde la Puna hasta las Sierras Grandes, y desde los Andes hasta las llanuras cercanas al río Paraná, y la de Francisco de Aguirre, mandada por Pedro de Valdivia, capitán general de Chile. Estas últimas expediciones se dieron en el marco de graves conflictos entre los conquistadores y los funcionarios reales.

La historia toma como definitiva la fundación de Santiago del Estero del Nuevo Maestrazgo el 25 de julio de 1553, desde donde partirían luego las expediciones de las que surgirán San Miguel de Tucumán (1565), Córdoba de la Nueva Andalucía (1573), Salta en el Valle de Lerma (1582), Todos los Santos de la Nueva Rioja (1591), San Salvador de Jujuy (1593) y San Fernando del Valle de Catamarca (1683). Pero el hecho que consolida a Santiago como cabeza del territorio es su consagración como sede de la diócesis del Tucumán, creada por el papa san Pío V el 10 de mayo de 1570 a través de la bula "Super Specula Militantis Ecclesiae". Era sufragánea (dependiente) de la Arquidiócesis de Lima y comprendía los territorios actuales de Tarija, Salta, Jujuy, Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca y Córdoba. En 1609 pasa a depender de la nueva Arquidiócesis de Charcas.

Los Primeros Obispos

La validez del nombramiento y el ejercicio de todo título episcopal solo se hace efectiva cuando el nombrado reside en el territorio asignado. Así es que la nueva diócesis pasará más de diez años sin obispo, aunque hayan sido nombrados cuatro. A solo cuatro días de la fundación, el 14 de mayo de 1570, es electo como obispo de la nueva jurisdicción fray Francisco Beaumonte, recomendando el Papa recibir y obedecer al franciscano. Solo sabemos que muere antes de llegar a su sede. Otro franciscano, el español Jerónimo Albornoz, es seleccionado obispo del Tucumán por el rey de España, Felipe II, el 27 de agosto de 1570 y confirmado por el papa Pío V el 8 de noviembre. Este franciscano es ordenado en Roma el 22 de julio de 1571 por el obispo de Burgos, el cardenal Francisco Pacheco de Toledo y Villena. Pero muere en Lima el 27 de octubre de 1574, cerca de su destino y sin llegar a sentarse en su cátedra. Dos años después, la corona de España provee un nuevo obispo para la diócesis nunca gobernada, proponiendo al franciscano observante Jerónimo de Villa Carrillo, aceptado por el papa Gregorio XIII el 27 de marzo de 1576. Sin embargo, fray Jerónimo renuncia al ejercicio episcopal para continuar su vida religiosa de clausura. La suerte de la sede santiagueña cambiará con el nombramiento de un dominico. 

Francisco de Vitoria

Este homónimo del gran pensador, también dominico, de la Universidad de Salamanca nace en 1540 en Portugal, durante el exilio de su familia oriunda de Castilla luego de la expulsión de los judíos en 1492. En su juventud viaja al Perú para dedicarse al comercio y allí descubre su vocación religiosa. Su condición de "cristiano nuevo" no fue óbice para el ingreso en la Orden de los Predicadores fundada por Santo Domingo de Guzmán, donde hace votos de castidad, pobreza y obediencia, recibiendo luego el título de maestro en teología. Es ordenado sacerdote y por sus condiciones es llamado a Madrid para representar a su orden ante la corte de España, siendo enviado a Roma como representante legal de los dominicos debido a su pericia jurídica.

Felipe II selecciona a Vitoria para obispo del Tucumán el 23 de enero de 1577, para ser confirmado por el papa Gregorio XIII el 13 de enero de 1578. Francisco de Victoria es ordenado obispo en el monasterio de Santa María de los Ángeles de Sevilla el 18 de noviembre de 1578 y emprende su viaje a América. Durante dos años prepara su viaje a Santiago del Estero en Lima, bajo los auspicios del arzobispo san Toribio de Mogrovejo, luego patrono de los mitrados americanos. A principios de 1582 se hizo cargo de su cátedra en Santiago del Estero, siendo uno de los primeros obispos en América formados en el nuevo continente, y desde el principio de su misión estuvo enfrentado con las autoridades civiles. 

Se alojó en una casa ofrecida por los vecinos frente a la plaza principal, junto a la iglesia matriz, que pasó a ser Catedral desde su llegada. Se dedicó con ahinco a las visitas pastorales de todos los pueblos y los parajes de su jurisdicción, pero su conflicto con el gobernador Lerma, lo puso al borde de la ejecución por parte de este. Viaja a Lima para participar del tercer concilio convocado en la capital virreinal, aunque Lerma intenta evitar que Vitoria participe de la reunión, y al no lograrlo presionó a Mogrovejo para evitar el regreso de Vitoria al Tucumán, cosa que tampoco obtuvo. 

Francisco de Vitoria alternó su episcopado con el ejercicio del comercio, llegando a ser un hacendado muy adinerado e incluso poseedor de esclavos y encomendados. Esto le granjeó la antipatía de fieles y gobernantes. Su habilidad para los negocios lo llevó a realizar el primer envío al extranjero de mercaderías: mandó 30 carretas que contenían 650 varas de sayal, 680 de lienzo, 526 de cordovanes, 38 frazadas, 212 sombreros, 160 arrobas de lana, 180 costales, 25 pellones y 51 sobrecamas, todo destinado al Brasil, siendo considerada como la primera exportación desde territorio argentino. Luego Vitoria permaneció mucho tiempo en el Potosí, dedicado más a los negocios que a su tarea pastoral. 

Al volver a su sede, el gobernador Juan Ramírez de Velasco quiso impedir su regreso y Vitoria lo excomulgó. Este permaneció solo diez días en Santiago del Estero, y partió rumbo a Córdoba, luego a Buenos Aires, y finalmente al Brasil, para continuar con sus actividades comerciales. Cruzó el océano y quedó en la metrópolis, viviendo en el convento dominico andaluz de Jaén. Muere en el convento madrileño de la Virgen de Atocha, el 9 de noviembre de 1592. Nunca logró la aceptación de su renuncia al cargo tucumanense, presentada dos años antes. Tres años después de la muerte de Vitoria, llegaron a Salta dos imágenes encargadas por él en España. Misteriosamente, aparecieron flotando en el puerto del Callao, en el Perú y fueron enviadas a Salta, siendo veneradas hasta hoy como el Señor y la Virgen del Milagro.

El obispo Vitoria fue polémico y muy resistido por sus contemporáneos. El gran historiador eclesiástico argentino, el salesiano Cayetano Bruno, dice del obispo santiagueño: "Ningún obispo, sin disputa, ni del Río de la Plata ni del Tucumán, suscitó junto a sí tanta animadversión y repulsa en toda la época española, como el obispo Victoria (sic). La única defensa de su actuación que aparece en documentos es la que él mismo hace de sí. Sus contemporáneos lo denigraron.". Sin embargo, la historia lo recuerda, no por sus virtudes y defectos religiosos, sino por sus cualidades comerciales: en homenaje a la primera exportación realizada desde Santiago del Estero se conmemora en la Argentina el día de la Industria cada 7 de setiembre, recordando ese día de 1587.

La alegría que Santiago del Estero tiene por este reconocimiento del papa argentino a su condición de pionera de la jerarquía de la Iglesia Católica en la Argentina nos obliga a profundizar en el conocimiento de la rica historia de la "Madre de Ciudades" como cabeza de la religión en el territorio nacional argentino. Si Dios quiere, desde estas páginas de "El Liberal" seguiremos transitando esa potente historia de los dos períodos que la implican: hasta 1699 cuando se traslada a Córdoba la cátedra del obispo y desde 1907, cuando se recupera la sede episcopal.

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