Opinión

ARN, la molécula olvidada

Por Milagros Castroman OPINIÓN

La autora es docente auxiliar de la Licenciatura en Biotecnología de UADE

El ARN es una molécula a menudo pasada por alto. Puede ser que nos suene de alguna clase lejana de la secundaria que el ADN es el libro de la vida que contiene la información necesaria para que nuestras células fabriquen las proteínas que necesitamos para sobrevivir. Sin embargo, tendemos a olvidarnos del traductor crucial en este proceso: el ARN. A pesar de su papel fundamental y protagonismo en algunas de las tecnologías más avanzadas, permanece en gran medida desconocido para el público en general. 

Su descubrimiento, específicamente del ARN mensajero (ARNm), se reportó el 13 de mayo de 1961 por François Jacob y Matthew Meselson, quienes publicaron un artículo en la revista Nature. En su investigación, lo describieron como "un intermediario inestable que lleva información de los genes a los ribosomas para la síntesis de proteínas". Cuatro años después, los científicos franceses Jacob, Lwoff y Monod recibieron el premio nobel por sus hallazgos relacionados a esta molécula.

Pero entonces, ¿por qué conmemoramos el Día del ARN el 1 de agosto y no el 13 de mayo? En inglés, el mes de agosto se abrevia "AUG", que es también el nombre de una secuencia específica de tres letras en el ARN. Esta secuencia, llamada codón de inicio, es de gran importancia porque señala el comienzo del proceso de síntesis de proteínas en nuestras células.

Para dimensionar su importancia, en la última época de pandemia el ARN tomó un rol sumamente trascendente a la hora de combatir el SARS-CoV-2 gracias a las renombradas vacunas de ARN. A diferencia de las convencionales que contienen el virus debilitado o inactivado con el fin de generar inmunidad, estas emplean moléculas de ARN mensajero con la información necesaria para que podamos sintetizar las proteínas del virus. Cuando nuestro organismo identifica las proteínas como extrañas genera anticuerpos específicos. Entonces, ante una futura exposición al virus real, el sistema inmunitario ya está preparado para combatirlo. 

Por si fuera poco, le queda aún más bajo la manga. Pensemos en la atrofia muscular espinal (AME), una enfermedad hereditaria que afecta el sistema nervioso ocasionando debilidad muscular progresiva y que es causada por la presencia de mutaciones en un gen que sintetiza la proteína SMN1, esencial para el funcionamiento correcto de las células motoras. 

Pues bien, las terapias génicas de ARN permiten que las células de nuestro organismo fabriquen proteínas que por sí solo no puede sintetizar. Zolgensma es un medicamento administrado por vía intravenosa que introduce una copia funcional del gen SMN1 utilizando un vector viral. Posteriormente, el ARN copia esta información y facilita la producción de la proteína, lo que frena la progresión de la enfermedad y mejora la calidad de vida de los pacientes.

El ARN, al igual que muchas otras moléculas, forma parte de innovaciones cuyo trasfondo pasa desapercibido en el público general. Nos acostumbramos a escuchar su nombre en los medios de comunicación sin comprender del todo su función. Contemplar sus usos y aplicaciones nos demuestra que el ARN merece ser celebrado. Por lo que este primero de agosto los invitamos a adentrarse en el mundo del ARN, investigando, aprendiendo y profundizando en su relevancia en la ciencia contemporánea.

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