Opinión

9 de julio, Día de la Independencia

Por Carlos Eduardo Ordóñez Ducca

Hoy recordamos y celebramos la gesta histórica en la que los representantes de las Provincias Unidas del Río de la Plata proclamaron la independencia, rompieron los lazos de subordinación con la corona española y renunciaron a cualquier otra dominación extranjera. Lo que se dijo en la necesidad de Investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli" Y proclamaron días después, agregando a esta declaración "y de toda otra dominación extranjera", dejando claro que no aceptarían ningún sometimiento al rey de Portugal.

Ese día, 9 de julio de 1816, conforme las crónicas de la época, era un día fresco y soleado del invierno Tucumano, a las 16 horas, todos los congresales allí reunidos se habían pronunciado afirmativamente y, por unanimidad, ante la siguiente pregunta: ¿Quieren que las provincias de la Unión sean una Nación independiente de los reyes de España y la metrópoli? ¿Por qué de la Metrópoli? Porque tuvieron que pasar más de treinta y siete años de luchas intestinas entre unitarios y federales, rosismo de por medio, para que en 1853 lográsemos sancionar una Constitución para toda la Nación Argentina. 

"Si somos libres, todo lo demás nos sobra" sostenía el general José de San Martín. Entonces, la libertad se daba en términos de la emancipación del yugo colonial. Pero: ¿hoy, qué significa ser libres? ¿De qué necesitamos imperiosamente emanciparnos? Pasados más de 208 años de la benemérita declaración de la independencia, nuestro país, sigue padeciendo una fuerte inequidad social y gran parte de nuestra población se encuentra sumergida bajo la línea de pobreza, de necesidades básicas aun insatisfechas. 

Me pregunto: ¿Honramos, acaso, en este contexto presente, el legado de nuestros próceres? ¿Existe una verdadera libertad sin igualdad? ¿Dónde queda la fraternidad que iluminó el proceso independentista? En el transcurso de nuestra historia argentina hemos aprendido que el camino hacia la Independencia y Libertad están atravesados por largos y muy sinuosos senderos. Tiene múltiples obstáculos y no se obtiene de una vez y para siempre. Sino que se construye, se sostiene y se defiende colectiva y permanentemente. 

¿Cómo? A través de múltiples herramientas. La ampliación de derechos civiles, educación en todos sus niveles sociales, la cultura por excelencia del trabajo y el impulso al desarrollo tanto económico, social, como productivo y comercial como lo viene haciendo con tanta entrega y denodado esfuerzo en nuestra provincia de Santiago del Estero, para emerger de la postración fundacional. Por supuesto con una Justicia que vindique la Independencia de Poderes y Reconstrucción Nacional. 

Un día alguien en Tucumán abrió las puertas con esos corazones emancipadores, para que una casa sea testigo y acunara el nacimiento de nuestra historia como país. A esta casa no la tenemos que mirar más, como a una figurita, pero si podemos impregnar nuestros recuerdos con sensaciones y olores y rememorar aquel glorioso día en el que una casa, muy parecida a otras, pasó a la historia nada más y nada menos que por ser allí donde se declaró nuestra independencia. 

De aquel 9 de julio de 1816 han pasado 208 años de independencia y más que un hecho histórico anquilosado en siglos atrás, se trata de repensar en una declaración de libertad que habite en la conciencia y el accionar del permanente desarrollo de nuestra República. Festejemos el día de la Patria, uno de los pilares centrales en la vida de esta Nación. La literatura sobra y enaltece las acciones de los patriotas: estatuas y cuadros los perpetúan para las siguientes generaciones; moran sus nacimientos, muertes o hazañas, mientras que las instituciones sociales ven a los patriotas y el patriotismo junto con los himnos nacionales y las banderas como los aspectos más importantes de su propia identidad. En este día, solo me resta decir VIVA LA PATRIA.

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