Zuleta Puceiro: "Milei deberá hacerse cargo de las graves consecuencias sociales"
"Los empates en el Senado, resueltos por el voto de calidad ejercido por la Vicepresidenta representan victorias pírricas", analizó
El politólogo Enrique Zuleta Puceiro analizó el escenario político actual, con una conducción del Gobierno nacional que a partir de la aprobación de la Ley de Bases deberá comenzar a demostrar otro tipo de gestión más allá de la baja de la inflación y las acusaciones por la herencia recibida y la debilidad política demostrada en el Congreso.
¿Cómo analiza el escenario político actual? ¿Cree que saldrá aprobada la ley de Bases?
La aprobación de la ley de Bases marca el final de una larga etapa de acomodamiento del sistema político a las condiciones de emergencia que soporta desde la segunda parte del gobierno Fernández.
En términos generales, el resultado revela una vez más la situación de empate tanto político como institucional que hoy por hoy impera en el país. Empate en los resultados electorales, en la distribución del poder territorial, en la representación parlamentaria y, sobre todo en las visiones del país. Nadie saca ventajas. El 56% obtenido por Milei en el balotaje confronta las mayorías de la oposición en las cámaras y la estrategia audaz de desempatar a partir de una estrategia de necesidad y urgencia, vehiculizada a través del DNU 70 y de la ley de Bases solo parece haber servido para subrayar la debilidad del esquema del poder presidencial.
Los empates en el Senado, resueltos por el voto de calidad ejercido por la vicepresidenta representan victorias pírricas. Hacia el futuro, cabe esperar que el empate se proyecte electoralmente, ya en el tiempo electoral que vuelve a abalanzarse sobre el sistema político. Las normas aprobadas son un ejemplo del tipo de legislación "panfleto" mas orientada a proyectar una imagen de convicciones ideológicas que a configurar una herramienta útil para gobernar. Se inicia ahora un proceso de reglamentaciones de muy problemática resolución
La aprobación de la ley de Bases conlleva responsabilidades importantes. Para el Presidente, el fin de un tiempo en el que los errores y la falta de ideas podían ser imputados a los obstáculos en el Parlamento y la ausencia de apoyos del resto del sistema. A partir del nuevo momento que se inicia, Milei deberá gobernar. Deberá hacerse cargo de las graves consecuencias sociales y efectos colaterales del proceso de ajuste. Por el lado de la oposición, las responsabilidades son importantes. Quienes se opusieron en el Congreso con eficacia a la ofensiva legislativa del Ejecutivo no lograron convencer acerca de las ideas propuestas y sobre todo buena fe del empeño opositor. Se abre un proceso en que todos deberán aportar a la tarea de gobierno, superar antagonismos estériles y profundizar la búsqueda de comunes denominadores que permitan desbloquear la parálisis que vive el país.
La presión social crece, a impulsos de una percepción de fracaso del sistema político. La negociación en el Congreso ha obligado al gobierno a dejar de lado aspectos sustanciales a los de su propuesta. Fue votado por un tercio de la sociedad que exigía empleo, seguridad, educación y salud. Pero es precisamente en estas áreas donde el gobierno no ha podido acreditar una genuina capacidad y voluntad de cambio. El acento exclusivo en la política antiinflacionaria difícilmente cubra el vacío generado en el plano de las expectativas de cambio. El fracaso de la reforma laboral, reducida a unas pocas declaraciones de intenciones de dudosa aplicabilidad práctica configura para la sociedad un saldo magro y desalentador, que explica el escepticismo de una ancha franja de la sociedad.
¿Cuáles son hoy los problemas más graves que tiene el Gobierno? ¿Son políticos o económicos?
Los problemas más graves siguen siendo los políticos. El formato de la política de ajuste ha agregado muy poco a la larga experiencia de los planes de estabilización vividos por el país. Con el agravante de que esta vez, la mayoría de las fuerzas políticas están comprometidas en el logro de un resultado ambivalente. Tanto el FMI, como los principales gobiernos y círculos de opinión multiplican sus dudas acerca de la sustentabilidad de un gobierno que desde las estrategias de acuerdo social y que juega todas sus fichas detrás del argumento del excepcionalísimo argentino. Los acuerdos legislativos han sido posibles en la medida en que parte del equipo gubernamental ha adoptado un realismo pragmático
El balance parcial del proceso está más cerca de un cuadro equilibrado de ventajas e inconvenientes que de un escenario de ganadores y perdedores. Han quedado atrás el ambicioso DNU 70/2023 y los discursos altisonantes. A partir de ahora, se imponen el dialogo, la consulta y un saludable reconocimiento del empate colectivo.
En este proceso arduo de reconocimiento de la realidad, han ganado tanto el Gobierno como todo el arco opositor. Los costos para el gobierno han sido demasiado altos. En términos de opinión pública, ha perdido casi un 10% de sus apoyos iniciales en todo el país. Enfrenta además en las calles una coalición que abarca a la mayoría de las organizaciones sociales, los sindicatos y, sobre el final, la reacción unánime de los sectores de la ciencia, la cultura y el mundo académico. Más allá de media de media docena de periodistas en canales de noticias de la Capital, la mayor parte de la prensa y la opinión independiente ha pasado a militar en un abanico de oposiciones, más que por virtud, por necesidad, ante la agresividad personal del Presidente.