Opinión

Cuando las representatividades no representan

Pbro. Dr. Marcelo Trejo.

Tanto medios periodísticos televisivos como prensa escrita en sus programas y notas apabullan dando cuenta acerca de los periplos ineficaces del Presidente, sus desquiciadas excentricidades ideológicas y, de yapa, los desmembramientos del Ejecutivo. ¿Queda algo fuera de esta politicidad divagante? Posiblemente mucho más, dado los actores y las escenas puestas en juego.

El show debe seguir, relata un axioma teatrero, mientras haya entusiastas aplaudidores o expertos oficiosos ocupados de la luminotecnia. Así pues, la tragicomedia no se detendrá mientras haya razones in-suficientes para sostenerlo o bien -la ausencia prima-, alguien que se atreva a bajar el telón.

También es atosigante el cúmulo de análisis sobre las motivaciones populares en el patio nacional. Miradas escrutadoras que diagnostican los humores sociales, según criterios de vulnerabilidad socioeconómica; o bien advirtiendo las complacencias o divergencias emo-políticas del pueblo. Y aquí, no hay ausencias; sólo prima el ninguneo.

Ahora bien, junto con estos dos polos en cuestión, existen también las llamadas Cámaras Legislativas. Estadios parlamentarios que perfilan el estilo de construcción nacional, teniendo en cuenta "la voluntad y elección de las provincias que la componen" (Cf. Preámbulo. Constitución Nacional Argentina).

Diputados y senadores nacionales donde sus capitales políticos se sostienen por representatividad provincial y delegación federal. Sin embargo, cuando dichas "representatividades no representan", el pacífico orden democrático argentino caóticamente se des-ordena. La humana dignidad del pueblo se minimiza ante estadísticas financieras, los números reemplazan a los nombres y los datos virtuales niegan a las personas en sus concretas cotidianeidades.

Pronto a recordar la independencia política, bajo firmas y adhesiones de los allí convocados en Tucumán, también hoy, a "nos, los representantes del pueblo" se los coloca en estado deliberativo. No hay responsables más que ellos en cuanto país se quiere y requiere.

De la misma manera que, año tras año, con orgullo y patriotismo, recordamos la lista de los honorables constituyentes de un 9 de Julio de 1816, quedaría también hoy grabada en la memoria, la deplorable mención de aquellos suscriptores del proyecto de Ley de Bases; verdaderos propiciadores de la debacle nacional.

La responsabilidad militante y constituyente que pende en la Argentina 2024 nos involucra a todos; pero la gravidez decisiva del poder institucional legislativo no tiene parangón.

Sin más, la República está desordenada, la Nación flagelada y el Pueblo agravado en desplantes y miserias.

Que las presiones a las provincias no empañen la acción de nuestros diputados y senadores; al contrario, que tales coacciones den sentido y ennoblezcan la lucha federal. Por otro lado, enlodar el destino popular tentados por intereses individuales o de grupejos, solo anhelaría una lluvia estigmatizante.

Es tiempo de definiciones. Hay que "plantar banderas", decía San Ignacio de Loyola. Perfilamos una tierra argentina que "mane leche y miel para todos" o la convertimos en la aridez humana social de los bíblicos "huesos secos".

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