Viceversa

Crónicas amasadas

Por Bélen Cianferoni.

Como toda buena masa, un texto nace del origen de sus ingredientes. Buscas unas buenas palabras de temporada, con las cuales las personas puedan relacionarse tus lectores. Durante la elección de los verbos, es de vital importancia recurrir a las lenguas y voces de tu localidad. Podar los gerundios más bellos para adornar tus poemas, y no avergonzarse de ninguna expresión autóctona. Los modales son importantes, es cierto, pero olvidar estas palabras para adoptar la imagen artificial de lo que es ser un escritor es un pecado.

Cuando tienes tus ingredientes listos, viene toda la fuerza, la brutalidad, ternura, paciencia y tacto que pueda esconder tu ser. Escribir es dialogar contigo mismo, darte la razón, quitártela si es necesario y permitirte la mayor cantidad de locuras posibles.

Uno se pierde al escribir, sobre piensa todo en el proceso de amasado de letras. ¿En qué piensan todas las personas cuando amasan? Uno tiene que buscar maestros para estas situaciones. Estuve preguntando toda esta semana a unas amigas que ganan su vida amasando.

La Turka Mulki se abraza con Dios y bendice sus manos para poder mover sus dedos por esa masa imponente que se convertirá en pizzas y panes. La Turka amasa y vence sus miedos. ¿Alcanzará la masa? ¿Será suficiente? ¿Está bien el sabor? ¿Se venderá? Sí, Turka, sí. Todo va a andar bien. Tus pizzas son tu fe y tu comunicación con Dios, por eso siempre va a ser una bendición comerlas.

Gisela también se enfrenta a sus miedos. Son tiempos complejos, y su bar resiste como un barco contra la tempestad. Amasa y piensa en las personas que comerán esas masas, esos pedazos de su lucha convertida en comida.

¿Que tenemos en común? La lucha y el miedo. Mi consejo es seguir adelante. Con los textos, con la masa, con los sueños. Seguir hasta que el texto y la pizza sean un pedazo del cielo en el cuerpo.

Ir a la nota original

MáS NOTICIAS