Viceversa

Crónicas terraplanistas

Por Belén Cianferoni.

Debí haberme quedado en casa, maratoneando series o tomando mate con mi mamá, pero el diablo me encontró a las 9 de la noche, aburrida, sin nada que hacer, con mucho maquillaje y con sed. ¿Este es el futuro que nos prometieron? ¿Aburridos mirando videos en TikTok? Sedienta de contacto humano, dejé la computadora y las redes, y me fui a vivir.

Llamé por teléfono a algunos conocidos. Las respuestas las detallaré a continuación para los más chismosos: "Hace mucho frío, Belén", "mañana trabajo tempranito, perdón", "ya tengo un compromiso", "¿quieres venir a una demostración de nutrición y ollas que van a cambiar tu vida? ¿Quieres ser tu propio jefe?". La noche de Santiago embestía contra mi alma como un toro matrero. Todo era silencio y estafas piramidales.

Mi bastón me miraba, con toda la frialdad del metal, y me susurró en silencio: "Voy a estar para lo que decidas, ¡cuenta conmigo!". Como estarán intuyendo mis queridos lectores, decidí desafiar a la gravedad y al tiempo.

El universo funciona de maneras inusuales, es impredecible, como la llamada de mi amiga. "¿Estás vestida, amiga? ¡Vamos por ahí a que nos lean la carta natal y a tomar un vinito!". El que busca fiesta, encuentra, pero no siempre la correcta, mensaje de la Belén del futuro a la incauta que se está por ir a la boca del lobo.

Sentía como el paraíso nocturno se abría ante mis ojos como una granada madura, con pequeños frutos rojos. Había personas de verdad que se aburrían y no estaban con la sonrisa tatuada como en los reels. Hablaban y no les salían efectos especiales por la boca, gente que no miraba a la cámara y que no bailaba coreografías por la calle. Aparentemente, los seres humanos de verdad estamos acostumbrados al aburrimiento y a pasar largas horas con nosotros mismos. Sin reacciones.

Cuando llegamos, las mentiras flotaban por el aire como una guaracha interminable en carnaval. Algunos salieron con la falsa alegría de encontrar el amor en la semana siguiente. Otras, con nuevos prospectos de trabajos. Apuradas para actualizar el CV. Siendo sincera, era una presa muy fácil con mi bastón, me miró y de pronto sus estrellas se alinearon en salud. Se dijeron muchas cosas esa noche, demasiadas. Algunas profundamente desacertadas, otras rozando lo cómico, pero risas de verdad y algunas incómodas no faltaron.

Cuando estaba a punto de leer el efecto de una de las últimas casas, sin querer una extraña sombra del mundo virtual se asomó cuando la astróloga dijo: "Desde que dejé el globoterrismo y abracé las sabidurías del terraplanismo, mi vida es más plana y plena". Sentí la imperiosa necesidad de alzar mi gallo, mi bastón y huir. Ahí no debía estar. Esa oración era una declaración; estaba en el lugar equivocado. Cuando alguien menciona que la tierra es plana, ¿qué posible contestación hay para eso? ¿Cómo sigo? ¿Qué le digo? Nada.

La noche había terminado cuando la razón empezó a descascararse. Se había terminado. Todo.

Estaba y estoy feliz de volver a casa y de tomar unos mates (cualquier momento del día es bueno) con mi mamá y ver cómo la locura se expande por los teléfonos celulares.

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