Viceversa

CARLOS ARTAYER: HOMENAJE AL POETA

SANDRA LOPEZ PAZ.

POR SANDRA LOPEZ PAZ.

Carlos Artayer: "El verdadero poseedor del tiempo" . (In memoriam)

"…que la memoria del cosmos conserve un vestigio,  del poema que intentamos ser a cada instante" Carlos Artayer

Ha partido un gran poeta. Su caminar ha rasgado el velo de los vivos, en busca de su piedra fundamental: la palabra total, palabra luz, palabra esencia.

Nos ha dejado en la orilla de las preguntas, los ejercicios profanos y santos del poema; los quehaceres diarios de esgrimir el lenguaje como lo hacía él: con devoción, exaltación, intensidad sensorial, que "reverberaba" al pulso de su voz y decir angelados.

Lo veo, al querido profesor, ensoñando a sus alumnos de la Cátedra de Literatura Española, del Profesorado de Castellano, Literatura y Latín (IES Nº 8 Ángela Capovilla de Reto).Nos trae la sonoridad del tiempo, la elegancia del idioma, en el pausado dulce ritmo de su lectura.

Esa misma fuerza y armoníaque encontramos en el emblemático soneto Palabras con el hombre que sostiene mi voz , dedicado a su padre, con que iluminó el campo lírico de Santiago. 

"Ahora que te miro con estatura de árbol,

con tu miel de pájaros sombreándome el camino.

Ahora que comprendo tu silenciosa mano

y tu voz que me devuelve un asombrado niño.

Ahora que mis hijos se cuelgan de tus brazos

como de la ocre viña los últimos racimos;

ahora que comulgo con esos panes blancos

y que mi copa tiene tu mismo casto vino.

Ahora que mensuro tu darte sin dobleces.

Por ese modo llano de estar en las palabras

y oblarte generoso como un amigo, siempre,

devuelvo aquí mi sangre, mi mano y mi garganta

porque no hay otra cosa que pueda yo ofrecerte

sino esta voz en vilo que te repite ¡gracias!"

Ha partido un poeta, hoy, en un mayo con cielo dolor, y sol que llora.Fue a la experiencia metafísica de la palabra. Para tocar el cuerpo inasible de la Poesía.

Como un vaticinio, desembarca en la memoria una dulce letanía:

"Tu ardida luz me llena de extranjeros,

de rostros diluyéndose y de mapas,

se suma en derredor la piel vencida

y cabe la unidad entre mis huesos.

Tu piedra de color de sangre absorta

rodea la oquedad donde me sueño,

la celda circular que me acompaña

cada noche y sus días en derrota.

Y vacilas también ante la puerta

con idéntico pie, cantas conmigo:

te allanas a jugar la misma suerte.

Pues amas lo que yo al mismo tiempo

y te alcanza mi sed para tu copa,

viviré luego en ti, hermana muerte."

(Mi muerte sueña mi vida, del libro "Por un hombre pasan infinitos cielos", 2016).

Lo veo, en las tertulias poéticas junto a sus amigos entrañables: Alfonso Nassif, Felipe Rojas, Melcy Ocampo, Rayito Bernasconi,junto a quienes juraste ser custodiode la Casa de la Poesía de la poeta Betty Alba.

Dice Alfonso Nassif:"La poesía de Carlos Artayer tiende a iluminar el camino de la existencia entre líneas entrecruzadas de un gran fanal de sombras.Poesía vital y humana. La carnadura del hombre frente al infinito. El cielo es la eterna invocación entre dudas y tinieblas" .

Con una gnosis diferente, vuelvo a reflexionar sobre la dimensión de la obra literaria de Carlos Artayer, eximio poeta de la Generación del 60, a quien le debemos el tesoro de "Luz fabulada", "Tierra macha", "Travesía de la palabra" y "Por un hombre pasan infinitos cielos", entre otros libros y antologías.

Una obra que es necesaria, hoy, ante la reciente orfandad de su voz, que no escucharemos más.

Carlos, un hombre sencillo, vital, gozante de cada elemento de este plano terrenal. Hombre que conectaba su corazón con las estrellas y las raíces. Consciente de las derrotas, las cosechas y las sombras vivas. Del amor de hoy, eternizado en sus "Erosonetos", inspirados en su musa y compañera, Susana Lares.

Le debemos tanto. Celebraciones y homenajes. Pero se fue hoy, "como del rayo", para hacer el poema interminable.

"…Ya vencí la oscuridad,

y esta mínima luz que me concierne

basta para iniciar

mi decisiva legislación de pájaros."

(Piedra fundamental, fragmento,ibid)

Gracias, profesor Artayer. Gracias, querido poeta. Me quedo con sus enseñanzas, su ejemplar humildad, su franqueza. Su poesía verdad.

Sandra López Paz 18/5/2024

Selección de poemas del libro "POR UN HOMBRE PASAN INFINITOS CIELOS", apartado "El Desposeído".

Agua

Quise el metal, la profunda campana

Enarbolada, el ancla vagabunda

y los puñales, con su torva inclinación

de sangre junta;

ansié pulidas monedas rodadoras,

la sonora mansedumbre de la aguja;

amé las viejas brújulas,

la herida oxidación de la manzana

y el fermento enajenante de las uvas

quemándose en la herrumbre de sus jugos.

Quise el metal, y desde ocultas napas

de subterráneos surtidores vino

en lluvia, en humedad, en sal mojada,

instaló sus orines en el hierro

murmurando sus mohosas correntías

de carcoma, el agua, venciéndome

con su fluido instrumento interminable

Tierra

Y por fin,

el sazonado fruto entre los dientes,

ansié las leves mariposas de la luz,

el ademán de amor que no se gasta,

 me puse a resguardo de mi interior,

prisionero feliz de cada vértebra

y atisbando el grito por los poros;

quise la piel de estivales lozanías,

pero en relojes implacables sucedía

la molienda intermitente de los siglos,

y el polvo se vengaba de las torres

que tocaban lo alto,

creciendo en cadáver y ceniza,

nutriendo la tierra con su tierra;

yo también sentí mi barro derivando

indetenibles singladuras de despojos.

Hombre

Y el agua y el fuego,

la tierra y el aire,

recobraban de mi piel sus atributos;

quise para mí su altura elemental, originaria;

los átomos ardientes a mi cuerpo

deseé limitar,

pero en vano: su génesis astral fue repartida

entre todos los que pueblan los planetas,

y aquí estoy, entre los hombres,

con esta chispa de amor

que me recuerda el primitivo incendio,

yo, el desposeído.

Sonetos inéditos. Agradecemos la colaboración de la Profesora y Escritora Susana Lares (Esposa del Poeta Carlos Artayer)

EXTRAÑEZAS

En la sucesión de los domingos hábiles

para nombrar el pliego azul de los gestos, 

tengo a mano una esperanza y un lápiz 

con que anotar el porvenir que traes puesto

con maneras de ternura en superávit,

anticipo del color en los renuevos

que abres en primicia apenas con besarme; 

ya nada falta: el día está completo.

Andan por ahí sin tino las palabras

que no hallaron su lugar en la vigilia

ni supieron de la piel deshabitada,

y a mirar por la ventana se te arriman

con el huero gesto de ateridas llamas, 

a que las hagas brillar, a que las digas...

PARA DESPUÉS

Cobres de sol reuní del mediodía

por afición de ciego solidario, 

tuve a favor los cálices que ansía

el devenir del hábito gregario.

La piel amé y el ángel que escondía

en luz fluyó del lodo al calendario;

volví a soñar memorias de agonía,

la sed astral del hombre solitario.

Con este amor me salvo del olvido,

con esta piel navego hasta el osario

sin extrañar las muertes que he vivido.

Dejo el amor, por signo legatario,

dejo la piel, habiéndome servido,

vivo al morir, en digno corolario.

A PESAR DE LAS PIEDRAS

A pesar de las piedras en la mano

y la lengua proclive a las pociones

y al amor de verdad emparedado

 y a la guitarra afinada a golpes.

A pesar del abismo cotidiano

que se labra sin puentes cada hombre,

y a pesar del pan mal erogado

y la corrupción de almas y de voces.

Y pese a todo, con el sueño en vilo

y la palabra limpia y el otoño

y las albas con lluvia y el instinto

y la sangre caliente aún de gozo, 

aquí estoy, confiado en ser yo mismo

el que llega al espejo con su rostro.

EL TIEMPO Y ELLA

No acometas con orines los metales

ni el mármol erosiones con tus gubias,

elimínate en la lista de los males

que no puedo cambiar por otra angustia.

A la cíclica insistencia de la lluvia

hazla fuego que convoque a los juglares,

los que saben las consejas trotamundas

que han sorteado tiranías y rituales.

Acredita mi razón de sinrazones

-aunque lejos de la crónica manchega-,

y tu péndulo estaciona sobre un borde.

Pon descanso en tus agrias herramientas

y acepta el existir de otros relojes, 

no te muevas de ahí y escucha: es ella...

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