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LOS GOBERNADORES ARGENTINOS EN LAS ISLAS MALVINAS

Por Eduardo Lazzari | Historiador

El relato de la historia de la presencia argentina en las islas Malvinas se ha visto afectado por el uso político, diplomático y periodístico que sobre todo el tema tuvo en los tiempos de la hegemonía ideológica nacionalista. Además, la emocionalidad y el apasionamiento que las Malvinas producen en la inmensa mayoría de los argentinos, impide remover algunos lugares comunes equívocos y los prejuicios que terminan perjudicando un abordaje concreto y profundo sobre el irredento suelo nacional. 

 El poeta Antonio Machado ha escrito unos versos universalmente difundidos por la canción que Joan Manuel Serrat compusiera con ese poema, palabras que presentan el nudo del problema: "nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio". En la creencia de que la verdad histórica en el único camino para la solución de los problemas del pasado que han llegado en su complejidad al presente, vamos a comenzar a recorrer hoy la vida de los gobernadores civiles argentinos que las islas Malvinas tuvieron entre el 10 de junio de 1829 y el 3 de enero de 1833. El primero de ellos fue Luis Vernet.

Nacimiento, familia y oficios

Luis Elías Vernet, ya castellanizado su nombre germano, nace en Hamburgo el 6 de marzo de 1791, hijo de una familia de hugonotes (franceses protestantes) formada por Jacobo y María Vernet, esposos con el mismo apellido. Habían huido de Francia cuando se revocó el edicto de Nantes, lo que generó la persecución contra los luteranos galos. El carácter errante de la vida de Luis lo convirtió en políglota, siendo ducho en el uso del español, el inglés, el alemán y el francés. Recibe formación militar en su niñez y a los 14 años viaja a Filadelfia, cuna de la independencia de los Estados Unidos, trabajando en la corresponsalía de una empresa germana. 

 Su habilidad en los negocios lo llevó a viajar nuevamente a Europa y al Brasil. En 1819 viaja a Buenos Aires en busca de nuevos horizontes, viajando junto a una comisión diplomática estadounidense enviada al río de la Plata. Vernet se asocia con un compatriota afincado en Montevideo, Conrado Rücker, quien además se convierte en su padrino de bodas el 17 de agosto de 1819 cuando se casa en la porteña iglesia de la Merced con la oriental María Josefa Sáez, la madre de sus 9 hijos. Más adelante establece una estancia sobre el río Salado al sur de Buenos Aires, lo que demuestra su carácter arriesgado para los negocios, frente al peligro de los malones.

Sus negocios en el Plata

 Luego de una fallida asociación con Jorge Pacheco, negocio en el que pierde mucho dinero, su destino de hacedor lo lleva a las islas Malvinas. El 6 de noviembre de 1820 el gobierno de la recientemente creada provincia de Buenos Aires ordena al estadounidense David Jewett, marino al servicio de las Provincias Unidas del Río de la Plata, que tome posesión de la isla Soledad. Eso abrió la posibilidad de obtener la concesión estatal de tierras para su explotación, que le permitió a Pacheco devolverle el dinero al transferirle sus derechos en las Malvinas.

 En 1824 viaja por primera vez a la isla Soledad, donde Vernet se propone llevar adelante una colonización agropecuaria importante, trasladar población desde Buenos Aires y ordena abrir investigaciones científicas sobre las condiciones del territorio. Don Luis llega con dos navíos, que pudo comprar gracias a asociarse con un comerciante británico. No fue sencillo afincarse, lo que hizo que volviera a Buenos Aires para preparar una nueva expedición, ya teniendo un profundo conocimiento del medio isleño. 

Dos años después Vernet llega con 25 paisanos de las pampas a cazar el ganado salvaje que había en las islas de anteriores poblaciones humanas, y se dedica a comerciar carne salada para provisión del ejército argentino, por entonces en campaña de guerra contra el imperio del Brasil. Obtiene una exención impositiva por 30 años, lo que le permite ampliar sus negocios a la explotación de la sal en la península Valdés, donde Vernet toma contacto con los tehuelches, algunos de los cuales lo acompañarían luego a las Malvinas. En 1828 se suman a sus concesiones territoriales la isla de los Estados, por decisión del gobernador Manuel Dorrego. 

El primer gobernador de las Malvinas

El 10 de junio de 1829 Luis Vernet fue nombrado Comandante Político y Militar en las Islas Malvinas por el gobernador delegado Martín Rodríguez. Su mandato incluía cuidar las costas, hacer cumplir los reglamentos de pesca y sobre todo hacer respetar las leyes argentinas. Llegan a las islas cincuenta familias, incluyendo la de Vernet, quien se instala junto a su esposa María en un caserón de piedra que aún subsiste y que en 2008 quien esto escribe tuvo el gusto de visitar. El 30 de agosto Vernet asume su cargo y su esposa escribe: "Muy buen día de Santa Rosa de Lima, y por lo que determinó Vernet tomar hoy posesión de la isla en nombre del gobierno de Buenos Aires, a las doce se reunieron los habitantes se enarboló la Bandera Nacional a cuyo tiempo se tiraron veintiún cañonazos, repitiéndose sin cesar el ¡Viva la Patria! puse a cada uno en el sombrero con cinta de dos colores que distinguen nuestra Bandera, se dio a reconocer el Comandante".

El caserón de piedra donde instala también sus oficinas es el lugar del nacimiento el 5 de febrero de 1830 de la primera argentina bajo soberanía argentina que es su hija Malvina, que moriría nonagenaria en 1924. En el ejercicio de su cargo se comportó como el gran empresario que era e impulsó gran cantidad de actividades económicas, que significaron establecer una población estable, a la vez que animaba la vida social por medio de reuniones, conciertos de piano y sobre todo la promoción del intercambio entre las familias de los colonos. Un testigo privilegiado de la vida en las islas durante el gobierno de Vernet es el capitán Robert Fitz Roy, quien al mando de la nave "Beagle", fue uno de los expedicionarios que recalaron en Puerto Luis y gozaron de su hospitalidad. 

Este es el testimonio del inglés: "El gobernador Luis Vernet me recibió con cordialidad. Está muy bien informado y habla varios idiomas. Su casa es larga y baja de un solo piso y paredes muy gruesas de piedra. Encontré allí una buena biblioteca de obras españolas, alemanas e inglesas. Durante la comida se sostuvo animada conversación en la que tomaban parte Mr. Vernet, su esposa, Mr. Brisbane y otros; por la noche hubo música y baile. En la habitación había un gran piano; la señora de Vernet, una bonaerense, nos dejó oír su excelente voz que sonaba un poco extraña en las Falklands, donde solo esperábamos encontrar algunos loberos".

Uno de los tripulantes del "Beagle" era el naturalista Charles Darwin, quien hace una observación extraordinaria sobre el "zorro malvinero". Dice el científico: "No creo que haya otro ejemplo en ninguna parte del mundo de que una tan pequeña masa de tierra, distante de un continente, posea un cuadrúpedo tan grande y peculiar de la misma… A los pocos años de estar colonizadas estas islas, el zorro… (será un) animal que ha(brá) desaparecido de la superficie de la tierra". El vaticinio se cumplió antes de terminar el siglo XIX.

Hay que decir que Vernet no tenía un espíritu patriótico en su emprendimiento. Lo hacía para defender sus intereses económicos y aunque resulta antipático, hay cartas de Vernet escritas en las Malvinas dirigidas a diplomáticos ingleses ofreciendo incrementar la población de los colonos con la llegada desde Gran Bretaña de familias "aunque fuera necesario quedar bajo bandera británica". Es importante ubicarnos en el contexto de época y geográfico para entenderlo.

La población alcanzó en sólo dos años los 300 habitantes, entre los que se contaban al menos una decena de santiagueños. Para consolidar la ocupación territorial se fundaron dos pueblos, llamados Rosas y Dorrego, de los cuales no hay rastros y por las razones por todos conocidas no han podido hacerse exploraciones arqueológicas para establecer su ubicación. En agosto de 1831 el gobernador Vernet viaja a Buenos Aires para informar sobre la resistencia de los barcos balleneros y loberos a las disposiciones tomadas en nombre del gobierno. El 31 de diciembre de 1831, sin aviso, se produjo el ataque a las instalaciones de los argentinos por parte de la corbeta Lexington de los Estados Unidos, causando gran destrucción. 

Su viaje final desde Malvinas, su retiro y su muerte

Vernet llega de regreso luego del ataque, pero no cuenta con medios económicos para reconstruir lo arrasado. El 10 de septiembre de 1832 fue relevado por Juan Esteban Mestivier y Vernet regresa con su familia a Buenos Aires el 19 de noviembre. Nunca volvería a las islas. Se instala un tiempo en Río de Janeiro, pero finalmente regresa al río de la Plata. Si bien el fracaso de la colonización en Malvinas le produjo un gran perjuicio económico, pudo reponerse y a su casa de la calle Florida le sumó una quinta cercana a la iglesia de San Isidro Labrador, a la que bautizó "Las Acacias", que aún hoy se conserva y es habitada por sus descendientes.

Siguió dedicado a los negocios, atribuyéndosele el descubrimiento de químicos para el curtido de los cueros. Viajó a Londres en 1852 para reclamar los bienes que había dejado en las Malvinas, no obteniendo resultados positivos. En 1869, ya muy anciano, inició un reclamo legal contra el gobierno de los Estados Unidos por la misma razón, habiendo sido el embajador Domingo Faustino Sarmiento en 1864 quien iniciara el reclamo. Finalmente, su vida se apagó en San Isidro el 7 de enero de 1871, a pocos días de cumplir 80 años, y fue sepultado en el cementerio porteño de la Recoleta, donde el estado de su panteón es una muestra del desprecio por el patrimonio histórico de los argentinos.

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