Malvinas defenderlas hasta perder la vida ¡Sí, juro!
Por José Olivieri OPINIÓN
El autor es miembro Correspondiente del Instituto Nacional Sanmartiniano por la provincia de Santiago del Estero.
Un paralelismo entre dos momentos trascendentales de la vida militar de nuestro país y, si se quiere, una cierta semejanza entre ambos.
1817
Me remonto al año 1817, cuando los jóvenes guerreros de la independencia cruzaban la cordillera de los Andes. Eran soldados de quince, dieciséis, diecisiete, dieciocho años, y oficiales y suboficiales de veinticinco, treinta, treinta y cinco años, conducidos por un genio militar como era el general José de San Martín, de treinta y nueve años. Sufrieron y soportaron el intenso frío de la noche, el intenso calor del día, el hambre y el saber que, al otro lado, se enfrentarían a la muerte.
1982
Ciento sesenta y cinco años después, en 1982, la historia se repetía. Los jóvenes guerreros de Malvinas -también de dieciocho años- surcaban las aguas del Atlántico sur bajo un intenso frío que les hería la piel y la cara. Esta vez era el intenso frío austral.
Diferencias
¿Por qué veo estos dos casos como semejantes y no como iguales? Porque existe una gran diferencia entre ellos.
Aquellos muchachos de la independencia recibieron instrucción, disciplina, y fueron mentalizados sobre el trascendente momento que vivía la patria por un líder que ya se perfilaba para ser uno de los más destacados estrategas militares del mundo, y antes de cada batalla eran arengados por su máximo jefe en persona y por los oficiales que los conducían basados en los conocimientos impartidos por su admirado general San Martín.
Los muchachos de Malvinas, en cambio, no tuvieron la oportunidad de ser formados profesionalmente por un San Martín, y los oficiales que los dirigieron no siempre eran destacados en su profesión, aunque, en la mayoría de los casos, actuaron con la valentía y el patriotismo de los jóvenes vestidos de uniforme verde que tenían a su cargo.
Otra diferencia es que aquellos jóvenes soldados de San Martín sabían que, del otro lado de las montañas, los esperaban los realistas, mientras que los de Malvinas no sabían adónde los llevaban (ellos mismos contaron que recién cuando ya estaban por desembarcar se enteraron de que iban a recuperar las islas) y, con todo en contra, supieron enfrentar con valentía y patriotismo a unos invasores piratas sumamente superiores en armamentos y en entrenamiento militar, a los que no le resultó nada fácil recuperar las posiciones, ya que habían pensado hacerlo en siete días y pudieron lograrlo recién en dos meses y medio.
Semejanzas
Así como aquellos muchachos de la independencia dejaron sus almas y regaron con su sangre los campos de Chacabuco, Cancha Rayada, Maipú, Curapaligüe, Junín y Ayacucho bajo un cielo alejado de sus hogares, también los muchachos de Malvinas dejaron sus almas y regaron con su sangre los inhóspitos territorios de nuestras lejanas islas.
Haciéndose eco de aquel 1813, en que el general Manuel Belgrano cruzó su espada con los rayos del sol a orillas del río Juramento pidiendo a sus tropas defender nuestra bandera hasta perder la vida, nuestros jóvenes guerreros de Malvinas respondieron con bravura en los campos del honor.
Indiferencia
En ambos casos, los jóvenes sufrieron la indiferencia del pueblo al regresar a la patria.
En 1826, una vez finalizada la guerra de la independencia, los restos de los Granaderos y del Ejército de los Andes regresaron a nuestro país en total silencio, rotosos, harapientos, con el triste pesar de que gran parte de sus vidas se les había ido luchando por nuestra libertad. Nadie salió a recibirlos, nadie los esperó. Con sus despojos y tristezas, traían la gloria que solo ellos sentían que habían ganado.
En 1982, una vez finalizada la guerra de Malvinas, los restos de las tropas de aquellos valientes jóvenes llegaron al país en la oscuridad; los escondieron con la vergüenza de la derrota. Nadie los recibió, ninguna autoridad, ningún alto jefe, ningún miembro de la Iglesia los esperó. Muchos de ellos relatan que, una vez en sus hogares, no pudieron salir a la calle por un largo tiempo.
Homenaje
De esta manera, he querido rendir un homenaje a nuestros jóvenes guerreros de Malvinas que quedaron en los fríos sepulcros del Atlántico sur y a los que aun están entre nosotros como historia viva de aquella desgraciada guerra.