Los beneficios de enseñar fotografía desde la infancia
Por Pablo Maldonado. Fotógrafo.
La fotografía, dice Julio Cortazar en "Las babas del diablo", es una de las mejores maneras de combatir la nada. Su aprendizaje desde la infancia "exige disciplina, educación estética, buen ojo y dedos seguros". El desarrollo de estas virtudes se reflejan en todos los aspectos de la vida.
Desde aquellas palabras (el texto data de 1959) hasta la actualidad ha pasado de todo. La tecnología fotográfica se ha transformado como en una novela de ciencia ficción.
Por nombrar algunos de esos cambios:
? La película de acetato impregnada de químicos fotosensibles que utilizaba nuestro escritor ha sido desplazada por un chip.
? La cámara, una cosa contundente de tamaño considerable, ha ido reduciéndose hasta ser parte de un objeto rectangular, chato, y liviano.
? El tiempo entre tomar una fotografía y visualizarla se ha reducido milisegundos.
? La incorporación de algoritmos informáticos y popularización del uso de la inteligencia artificial alejan radicalmente el referente lumínico de la imagen final (piénsese en los filtros de convertir nuestros rostros en sirena, en animales, ancianos o bebés, etc.)
? Se ha extendido y proliferado el acceso a la práctica fotográfica.
Frente a estas transformaciones - particularmente la última-, cabe preguntarse: ¿tiene sentido seguir haciéndole preguntas a la fotografía? ¿Se agotó el tiempo de los
fotógrafos y fotógrafas? ¿Todavía hay algo para aprender en fotografía?
Para responder estas preguntas críticas es primordial entender que la fotografía tiene su propio lenguaje, que ella conforma un lenguaje basado en la fotogenia -principalmente-, y que es portadora de una epistemología particular (es decir, portadora de una forma particular de conocer la realidad): la epistemología fotográfica.
Incursionar en el arte fotográfico nos pone en una frecuencia perceptiva particular. Ésta frecuencia trata de tomar conciencia de que la mirada no es una simple reunión de formas, colores y brillos sino más bien un proceso que se va construyendo desde el vientre materno hasta el día de hoy. Todas las imágenes que transcurren por nuestras retinas, todas las texturas, los olores, los signos, se van entramando en nuestra mente. Mirar es un acto mental, no sólo ocular. La fotografía está ahí para contarnos que su misma historia ha sido escrita para escindir del sentimiento de la luz, para desplazarlo al ámbito de la verdad "objetiva" de la realidad. Nos dice Julio, en el mismo texto citado que "cuando se anda con la cámara hay como el deber de estar atento, de no perder ese brusco y delicioso rebote de un rayo de sol en una vieja piedra, o la carrera con trenzas al aire de una chiquilla que vuelve con un pan o una botella de leche", es decir, cuando estamos con una cámara estamos en una sintonía de atención multiplicada por un deseo, por una expectativa, por una intuición que se traduce en imagen creada.
Los "cambios" tecnológicos nos alejan del cuerpo. Recuerdo una frase cantada por Jacinto Piedra: "deben jugar los niños antes que un aparato juegue por ellos". Siento que es lo que está sucediendo respecto a la fotografía, un aparato está "mintiendo", está mirando por ellos (a través de los adultos). Estos avances sustituyen el juego y poco a poco el lenguaje de las imágenes fotográficas, su consumo, creación, sus herramientas de vigilancia como la detección de rostros, se va confinando a las máquinas, a los algoritmos que nos muestran algo que es prescriptivamente bello, informáticamente poético y, ante todo, información ¿Cuántos de nosotros sabemos programación? ¿Cuántos de nosotros podemos acceder a la estética del código de programación? ¿Cuántos datos estamos entregando a estas grandes empresas informáticas?
Enseñar fotografía a las infancias se cosecha en la sensibilidad que promueve, en la sensación que recupera y enlaza en la mirada, desde las memorias que atrae, y con ello el valor de los vínculos con el mundo y con los otros. Socialmente, en brindar una actividad alternativa relacionada al arte. Poner una cámara a los niños se traduce en abonar una perspectiva creativa, en enseñar que los puntos de vista son múltiples, que el tiempo es relativo y que a pesar de la instantaneidad que caracteriza a la fotografía hoy, puede transcurrir lento y pausado.
Los invito a observar cuáles son los beneficios de potenciar la creatividad fotográfica de sus hijos e hijas, pongan la cámara en su mano con una consigna simple relacionada con el contenido escolar actual, y permítanse sorprenderse.