Opinión

Rituales

Por Francisco Viola.

Las creencias de las personas son esenciales. Por eso, sostenemos que la fe de las personas, o comunidades, nunca las deberíamos discutir en sí mismas, sino respetar. Eso no quita que podamos –debamos- abrir debates sobre el valor que tienen y las implicancias que producen. Porque la fe es personal pero los comportamientos que generan son públicos y, en ocasiones, pueden generar algunos inconvenientes. Pero, insisto, jamás es el cuestionamiento a lo que se cree lo que está en juego. Pero siempre a las normas que nos permiten hacer una sociedad saludable para todas las personas.

Ahora bien, toda creencia –que los que las tienen las asumen, lógicamente, como verdades- generan rituales. Un ritual, leo en internet, "es una secuencia de actividades que implican gestos, palabras, acciones u objetos venerados, realizados según una secuencia establecida, dicha secuencia generalmente es guiada por un valor simbólico. Los rituales suelen ser prescritos por las tradiciones de una comunidad, incluyendo en esto a las comunidades religiosas, quienes desarrollan muchos rituales.Estos nacen de una lógica concreta, se sugieren y se enseñan como valor y se fundan en una simbología que se considera importante. Son consecuencia de una forma de ver el universo y se deberían constituir como una opción libre de las personasel asumirlos. 

El filósofo BYUNG-CHUL HAN en su libro 'La desaparición de los rituales' recuerda que ellos "transforman el 'estar en el mundo' en un 'estar en casa'. Hacen del mundo un lugar fiable". Básicamente dan un poco de certeza, sino uno cree en esta afirmación del filósofo, que la comparto. Es más, personalmente defiendo que, en épocas de incertidumbre, como las que vivimos, ofrecer pequeñas certezas a los demás es un increíble tesoro y, por el contexto, también es un acto de resistencia y revolucionario.Dar pequeñas certezas, pero sabiendo que la incertidumbre es una realidad humana inevitable. Pero, siempre hay que diferenciar entre lo general y lo particular. En la interrelación humana es vital esas pequeñas certezas. Me refiero a esas relaciones que vivimos cotidiana, concreta y diariamente. O sea, con esas personas a las que no les importan las grandes elucubraciones filosóficas, sino el día a día, allí donde reímos, lloramos, hablamos, hacemos, a esas personas que nos permiten que el aquí y ahora, sea mejor o peor, siempre convendría ofrecerles algunas pequeñas certezas. Al final de cabo, vivir es compartir y sentir.

Por eso, tal vez, la alegría sea simplemente eso: tejer rituales, a los que le debemos dar importancia, por la fe que queramos, aun basada en lo impensado, pero con la convicción que aquí y ahora tiene valor porque podemos hacerlo. Mañana será otro día y ya se verá. Creer que el camino lo vale, aunque sea incierto cuánto durará es más que una fe, es la racionalidad en estado puro: vivir es lo que hacemos ahora. 

Así que adoptemos libremente el ritual que decidamos, lo elijamos entre los que existen si nos parece bien o si el otro, quien nos acompaña en algún trayecto de nuestro andar, le parece bien. Por ello, tengamos el buen tino de desear, por ejemplo, Felices Pascuas, porque lo sentimos así, porque el otro lo siente así y al hacerlo, aceptemos que estamos haciendo lo que nos merecemos como humanidad: reconocer al otro como importante y creer que somos ese otro para los demás. Crear espacios de encuentro siempre será el sendero de la paz. Es, quiero creer, una certeza necesaria. Una revolución urgente.

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