Crónicas de un amor huidizo
Por Belén Cianferoni.
Tengo que hacer muchas cosas. Casi siempre trabajar, buscar el mango que se me escapa como una mosca en verano. Es huidizo, intento agarrarlo y se me escapa. Dicen que es una fruta tropical deliciosa, jugosa, y con un corazón generoso que engendra otra planta, nueva vida. El mango es vida, por eso trabajamos para conseguirlo, para seguir viviendo. Personalmente, siempre me pareció algo fruto del humor negro argento, el mango no es de la Argentina, no crece aquí.
En fin, pequeños detalles de la denominación monetaria. Pensar en dinero en Argentina, es como vivir en un eterno estado de romance. Luchamos por verlo todos los días, aunque no aparezca jamás. No nos dirige la palabra, ni sabe de nuestra existencia, pero aún así ahí vamos, como idiotas a pelear por su amor. Casi siempre se va con otra persona, y nos quedamos en la esquina de nuestra vida pensando en como volver a verlo. En ser dignos de su estadía en nuestra casa.
Hay muchas personas que, enloquecidos, recurren a místicas, a brujos, a técnicas de atracción metafísica, a demenciales pedidos de salvación ante Dios, pero aún asi nada.
Te dicen, "pensa en la abundancia". Cerra los ojos y sentí como el flujo verde y violeta de su presencia inunda tu vida, arrastra tu casa y tu heladera. Ay. Intento mantener mi humor, que las líneas que escribo no se inunden de mis deseos personales, pero es una linda imagen.
No soy solo yo, se que prendieron el horno con todos adentro. Sentimos como el calor aumenta, y nuestros deseos disparan. El vapor de nuestro cuerpo saca a relucir nuestros lo peor de nosotros: el miedo, el enojo, la desesperación, el grito y el silencio.
Es una relación trunca con nuestras finanzas. Queremos, pero no podemos, ponemos todo de nosotros, pero no podemos.
Escuchamos gente que habla de soluciones mágicas e instantáneas en las redes, te proponen ser el jefe de tu propio amor, dirigirlo antes de que te dirija como un amante tirano que te condena al silencio, cuando le hablas.
Pero a mí no me enseñaron a manejar el dinero, ni siquiera manejo su lenguaje. El dinero es verdaderamente un mango, esa fruta exótica que habla otro idioma y que no entiendo cuando me comenta sus planes. Es un amante de Yugoslavia que me comunica su des/amor en un alfabeto distinto al mío. Del cual dudo de su procedencia, porque no se si es Croacia o algún lugar perdido en esa zona del mapa.
El mango es exótico, caótico, no sabe donde va a caer . Y desgraciadamente, tiene planes para nuestra relación que no involucran mi felicidad. El mango solo busca su felicidad y mi devoción. Transformo nuestra relación en una religión, y se puso a si mismo en el rol de un dios despiadado que castiga mis actos de no obediencia.
Siento que solo puedo perder. Me pongo en un lugar tristísimo. Todo se inundan y es precisamente en ese momento, en el que de la nada, empieza a sonar el Dani Agostini cantando: " No te sientas fría, solo háblame/Yo estaré aquí, esperando por ti/Llámame"
Cuando existir es un vacío desolador de calor y de facturas por pagar, a mí me rescata el arte y el cariño de mis viejis que llevo como medallita a todas partes.
Solo el amor y el arte, nos permitirá vivir estos tiempos de ruptura romántico/financiera. Tenemos que tenernos paciencia, amarnos un poquito más y dejarnos acariciar por el arte.