El 30 de enero y su homenaje al Croissant, una delicia que conquista paladares
Por Darío Rodríguez OPINIÓN
En el universo de la panadería, existe un manjar que para su elaboración requiere de absoluta precisión, técnica y experiencia: el croissant. Este tesoro de la panadería ha conquistado paladares de todo el mundo, convirtiéndose en un clásico indispensable para disfrutar ya sea en el desayuno, junto a un rico café, o bien, en aquellos momentos donde nos vemos tentados de algo exquisito, crocante y suave.
Orígenes Históricos:
Aunque su origen suele atribuirse a Francia, el croissant tiene sus raíces en Austria. Cuenta la historia que en el S XVII, panaderos vieneses que trabajaban por las noches descubrieron que el ejército otomano estaba excavando túneles para invadir la ciudad y, sin dudarlo, alertaron a los guardias, impidiendo de esta manera el asalto. En conmemoración, el Emperador Leopoldo I decidió condecorar a estos panaderos, quienes, en agradecimiento, elaboraron dos panificados: uno con el nombre de "emperador" y otro con formato "Halbmond", que en alemán significa "media luna", como mofa a la media luna de la bandera otomana.
Sin embargo, fue en Francia donde el croissant alcanzó su perfección, convirtiéndose en un atributo de este país. Años más tarde, esta pieza de bollería alcanzaría su fama mundial, ya con elaboración tanto en Japón como en Argentina.
El Arte de la Masa Laminada:
La magia del croissant reside en su proceso de elaboración, leudado y cocción. El amasijo, o masa, compuesta por harina, agua, levadura, sal y manteca (cada panadero tiene su propia receta), se somete a un meticuloso trabajo de laminado gracias a la presencia del empaste, compuesto por manteca. Este proceso, que implica doblar y extender la masa repetidamente, crea las famosas capas hojaldradas que dan al croissant su textura única y aireada. Es gracias al correcto leudado que la pieza gana volumen, permitiendo que, luego de la cocción, el croissant presente en su interior ese típico formato bien expandido.
Variedades Irresistibles:
El croissant no se limita a su forma clásica. Podemos mencionar el pain au chocolat o bien, numerosas variantes que satisfacen todos los gustos: rellenos, con fruta, con formato espiralado, bañados en chocolate, entre otras. Además, las versiones con rellenos salados también han ganado protagonismo.
Un Placer Universal:
Atravesando fronteras, el croissant se ha convertido en un símbolo de sofisticación y buen gusto. Su presencia en panaderías y cafeterías alrededor del mundo demuestra su estatus como un clásico global, capaz de conquistar los paladares de los amantes del buen pan.
En conclusión, el croissant va más allá de ser un simple panificado: es una obra maestra culinaria que encarna la dedicación de los panaderos, la riqueza de la tradición y el placer sutil de cada bocado hojaldrado. El croissant nos invita a disfrutar y a saborear la exquisitez que solo un panadero experto puede ofrecer.
¡Feliz día del croissant!
*El autor es director de la Licenciatura en Gastronomía de UADE