El precio de los medicamentos, una plaga que castiga más que la enfermedad
Para el sistema, es mucho más caro atender a un paciente en una terapia intensiva que ofrecerle un tratamiento antes de que llegue a una situación crítica.
Dr. Carlos I. Scaglione | Docente de la UNSE
"Como resultado, las personas van de paseo a las farmacias: ante los importes huyen despavoridas".
Recortar en salud equivale a introducir el filo de la tijera en un derecho humano fundamental. Quizás como en ningún en otro sector se advierte con claridad que el ajuste, vía la desregulación económica que plantea el actual gobierno a partir del DNU, tiene a la sociedad como blanco principal y no, como se adelantaba, a la casta política. Por eso, en pleno enero, lejos de calmar los ánimos, las calles se recalientan.
No saber cuánto saldrán los medicamentos, no tener idea de si se podrá continuar un tratamiento necesario para una enfermedad crónica, desconocer el comportamiento a futuro de las prepagas alimenta un escenario de incertidumbre al borde de estallar. Y esto recién empieza.
En paralelo, hay que tener en cuenta que incluso desde una perspectiva mercantil el negocio no cierra. Para el sistema, es mucho más caro atender a un paciente en una terapia intensiva que ofrecerle un tratamiento antes de que llegue a una situación crítica.
Si bien hasta fines de octubre los incrementos en los remedios iban al ritmo de la inflación, durante los últimos dos meses aumentaron un 140 por ciento. Sumado a ello, el salto en las cuotas de las prepagas vuelve cada vez más difícil acceder a la salud en Argentina.
Según el informe elaborado por el Centro de Profesionales Farmacéuticos Argentinos (Ceprofar) y las estimaciones más actualizadas calculadas desde este espacio, en los últimos dos meses los medicamentos incrementaron su precio en un 140 por ciento.
Como resultado, las personas van de paseo a las farmacias: ante los importes huyen despavoridas, o bien, compran la mitad de los remedios que necesitan y visitan otras en busca de mejores posibilidades.
Los empleados, por su parte, actualizan los importes casi semanalmente, razón por la cual se multiplican los problemas: el cliente lleva un producto que en la góndola tiene un valor y cuando pasa por la caja adquiere uno superior.
A este cóctel se suma un condimento contundente: las prepagas incrementarán sus cuotas de enero, febrero y marzo, con subas que en total podrían llegar al 80-85 por ciento. De aquí que muchas personas saquen cuentas y proyecten cuánto tiempo más sostendrán el pago de la medicina privada. Las prestadoras también desempolvan sus calculadoras y estiman una fuga de hasta 500 mil afiliados.
Hay que aclarar que los medicamentos no tenían los precios retenidos, de hecho, hasta el 1° de noviembre seguían el ritmo de la inflación. Desde el 1° de enero al 31 de octubre de 2023 su precio incrementó a un 123 por ciento y la inflación, hasta ese momento, era de 120.
"En los meses posteriores, es decir, durante noviembre y diciembre todo cambió: con los últimos aumentos van en sintonía al 300 por ciento acumulado durante el año y la inflación anual fue de un 170 estimado, con lo cual terminaron duplicando a la inflación", dice Rubén Sajem, director de Ceprofar.
Qué lejos quedan las aspiraciones de los grandes sanitaristas que tuvo la Argentina en los momentos en que mejor se diseñó su crecimiento y regulación democrática de un derecho inalienable como la salud y los medicamentos.
En 2014 se sancionó en Argentina la Ley nº 26.688 de Producción Pública de Medicamentos, que tuvo como objetivo promover la fabricación de remedios en establecimientos públicos locales y declaró de interés nacional la investigación y producción pública de medicamentos, materias primas para la producción de medicamentos, vacunas y productos médicos.
Este marco normativo reactivó ideas y tradiciones previas presentes en dos experiencias pasadas: la creación en 1947 de la Empresa de Medicamentos del Estado Argentino (EMESTA), bajo la gestión del primer ministro de Salud Pública Ramón Carrillo, y las Leyes de Medicamentos nº 16.462 y nº 16.463, en 1964, impulsadas por el ministro de Salud y Asistencia Social, Arturo Oñativia, durante la presidencia de Umberto Illia.
Este trabajo compara estas tres iniciativas en materia de regulación política de la producción y comercialización de medicamentos, estableciendo continuidades y rupturas entre los debates públicos suscitados, las ideologías de la salud movilizadas, el estado de las capacidades científico-tecnológicas locales disponibles en cada momento, los principales actores involucrados, sus intereses en juego, sus diferenciales de poder y los conflictos resultantes.
Fabián Puratrich, exsubsecretario de integración de sistemas de salud de la cartera sanitaria que lideraba Carla Vizzotti, pone la lupa sobre los laboratorios. "El aumento de medicamentos terminó superando a la inflación ampliamente. Pero lo hizo sin justificación alguna, basta con ver los balances anuales de cualquier laboratorio. Nadie tuvo pérdidas ni mucho menos".
Y sigue con su explicación: "Son tan caros que se vuelven inaccesibles y, como es natural, todo recae en el sistema público. Quien va a una farmacia y no puede acceder al medicamento, luego busca el hospital público a ver cómo lo puede conseguir". Y sobrecarga al sistema público ya de por si sobresaturado.
Así estamos. Donde quedó el viejo slogan de que la Salud no tiene precio, sabemos que tiene costos, pero condenar a la mayoría de la población a no recibir la medicación adecuada y que las exorbitantes ganancias sean para los laboratorios multinacionales y todo el sector salud mire incrédulo lo que ocurre en su sector, es una señal de alarma .