El estandarte de la mujer fuerte
Por P. Mario Ramón Tenti OPINIÓN
Este famoso opúsculo, de autor desconocido, editado en Francés en 1791 cuyo género literario corresponde al de "carta edificante", está compuesto por retazos de cartas y escritos cuyo objetivo primordial es mostrar a María Antonia como una "luz de esperanza" en medio del caos y la crisis originada por la Revolución Francesa y la Expulsión de los Jesuitas.
No se trata principalmente de una "biografía" de Mama Antula, aunque se mencionan hechos significativos de su vida, tampoco es una "hagiografía" (vida de santos) ya que Antula está viva y aún no es santa, sino una "carta edificante" que muestra la crisis de una sociedad en profundos cambios y el sentimiento de angustia y zozobra de los "filo Jesuitas" frente al "extrañamiento" y la esperanza que despierta, cual signo escatológico, el testimonio apostólico de esta mujer fuerte.
En la introducción, luego de describir la situación de la Compañía de Jesús en Rusia anuncia que "hablará de la gran maravilla de nuestros días, de esa mujer fuerte que con el estandarte de San Ignacio ha subyugado y asegurado a su legítimo soberano una gran parte de la América Meridional".
Luego, describe las distintas etapas de la Misión en la Provincia del Tucumán: ciudad de Santiago del Estero y las localidades del interior, Jujuy, Salta y Tucumán, Catamarca, La Rioja y Córdoba hasta llegar a Buenos Aires, incluyendo el tiempo que estuvo en Uruguay. Relata la desconfianza y rechazo que produjo su apostolado al comienzo y el éxito y la admiración que cosechó posteriormente, así como las peripecias y dificultades que padeció en el contexto de esa cultura patriarcal.
Destacamos la "mirada" que el opúsculo comunica de ella y lo frutos de su misión
La describe como: mujer fuerte, heroína, servidora de Dios y preocupada por la falta de religión en el pueblo, confiada en Dios, constante en la realización de su misión y con una fuerza sobrenatural especial; peregrina y con un espíritu gigantesco que la impulsa a todos lados para llevar a Jesús, extender la gloria de Dios y atender la salud del prójimo.
Al llegar a Buenos Aires, el Obispo Malvar refutó su pedido de autorizar la realización de los Ejercicios. Ella no se acobardó e insistió hasta conseguir su permiso. Igualmente, ante el rechazo del virrey reclamó con modestia, humildad y constancia hasta conseguir su propósito: "un día María Antonia se le presentó con ese aire de franqueza tan natural a los santos que defienden la causa de Dios" y le reclamó enérgicamente respecto de la negativa de autorizar los ejercicios por el grave perjuicio que ocasionaba a las personas. Esto cambió su parecer y finalmente dio la autorización.
El opúsculo recuerda el acompañamiento de Antula en la formación espiritual de los jóvenes: "el objeto favorito de su celo, de su espíritu y de su discernimiento".
Este último: "parécele ha sido dado por el cielo en grado eminente, se la viene a consultar por cosas íntimas de todas partes, y aun cuando habla poco, sin elocuencia ni corrección, pocas palabras bastan, ellas están preparadas por la reflexión, llegan al corazón más bien que al oído y son siempre adaptables al objeto y dejan una fuerte impresión, siendo raro no produzcan otros buenos efectos".
El Estandarte describe algunos rasgos de su vida: su pobreza, su espíritu de mortificación y austeridad sin perder jamás la alegría. También comenta frutos extraordinarios de los Ejercicios: las conversiones y cambio de vida de los ejercitantes, así como la reforma gradual y general en las costumbres de las ciudades donde se realizan. En Buenos Aires, como efecto de los mismos se abandonaron los teatros, los placeres mundanos y el lujo, trasformando la "nueva Babilonia en la penitente Nínive".
Respecto de esto, el Obispo de Buenos Aires señala los efectos positivos de los Ejercicios diciendo: "si María Antonia supiese el gran bien que se hace con los Ejercicios Espirituales, sólo respecto al matrimonio, enderezando los desórdenes y las costumbres viciosas, jamás querría dejar de continuarlos y extenderlos".
¡Cómo no admirar a esta mujer extraordinaria! Cómo no agradecer a Dios que haya hecho de esta mujer pobre y limitada la "gran heroína de la fe"!
Es imposible separar la misión y el apostolado de la persona de Antula. ¡Cuánto ha hecho por nuestra patria! ¡Cuánto sigue haciendo en la vida de sus devotos!
"ELLA ES, DICEN, UNA DE LAS MÁS FERVOROSAS MISIONERAS APOSTÓLICAS QUE SE HAN VISTO Y SU VIDA ES UN MILAGRO CONTINUO".
Mama Antula, ora pro nobis. (Ruega por nosotros). l