Opinión

Ciberbullying: la responsabilidad civil de los padres

Por Fernando Tomeo

Durante el colegio primario no jugaba bien al fútbol. Aquellos que no habíamos recibido el don de la pelota, que en modo alguno pretendíamos alcanzar la performance de Leo Messi, éramos objeto de burlas por parte de algunos pícaros compañeros, de la mano de adjetivos calificativos poco felices, que seguramente el lector podrá imaginar.

Pero la mala pasada, generalmente, se limitaba al ámbito escolar, acotado, en particular, a los "recreos" en los que se practicaba el iluminado deporte. Al regresar a casa, las cosas tendían a calmarse.

Este tipo de hechos se califican, en la actualidad, con el término bullying (acoso escolar), aunque, en mis años escolares, el calificativo reconocía menos glamour.

Ahora bien, las situaciones de maltrato escolar se han potenciando, con efecto viral, con el advenimiento de las redes sociales y las aplicaciones de mensajería instantánea (WhatsApp) bajo la premisa de que en la actualidad una gran mayoría de chicos y adolescentes (prácticamente todos) utilizan estos medios digitales para comunicarse a diario: hoy el patio escolar se ha trasladado, con efecto sine hora y sine die, a los grupos y "estados" de WhatsApp, a los chats e "historias" de Instagram, a los videos de TikTok y a los grupos de opinión y/o perfiles de Facebook.

Estos medios de comunicación y plataformas digitales contribuyen con el efecto expansivo del perjuicio causado al menor agredido, favoreciendo la reproducción de los agravios que en otros tiempos eran "ventilados" únicamente entre algunos amigos y/o compañeros de colegio. Frente a este fenómeno cultural nace la figura del ciberbullying (ciberacoso), entendiéndose por tal la utilización de cualquier medio digital (redes sociales, apps, correos electrónicos, chats, juegos en línea, blogs, etc.) con la intención de difamar, amenazar, degradar, agredir, intimidar o amedrentar a otro.

Este tipo de hechos se califican, en la actualidad, con el término bullying (acoso escolar), aunque, en mis años escolares, el calificativo reconocía menos glamour.

Ahora bien, las situaciones de maltrato escolar se han potenciando, con efecto viral, con el advenimiento de las redes sociales y las aplicaciones de mensajería instantánea (WhatsApp) bajo la premisa de que en la actualidad una gran mayoría de chicos y adolescentes (prácticamente todos) utilizan estos medios digitales para comunicarse a diario: hoy el patio escolar se ha trasladado, con efecto sine hora y sine die, a los grupos y "estados" de WhatsApp, a los chats e "historias" de Instagram, a los videos de TikTok y a los grupos de opinión y/o perfiles de Facebook.

Estos medios de comunicación y plataformas digitales contribuyen con el efecto expansivo del perjuicio causado al menor agredido, favoreciendo la reproducción de los agravios que en otros tiempos eran "ventilados" únicamente entre algunos amigos y/o compañeros de colegio. Frente a este fenómeno cultural nace la figura del ciberbullying (ciberacoso), entendiéndose por tal la utilización de cualquier medio digital (redes sociales, apps, correos electrónicos, chats, juegos en línea, blogs, etc.) con la intención de difamar, amenazar, degradar, agredir, intimidar o amedrentar a otro.

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