Se registra en Santiago una caída del 30% en las ventas de carne vacuna
El valor de los cortes de carne bovina promedia los $3.000, aunque los de primera calidad, superan los $4.000. Los precios de la hacienda en pie que se encontraban muy retrasados frente a la inflación en el año, lograron recomponerse abrupta y parcialmente con la devaluación del 22%.
Las ventas de carne vacuna sufrieron una caída de hasta el 30% en las carnicerías, luego del fuerte aumento que impactó en los bolsillos de los consumidores, tras el salto devaluatorio.
Tanto a nivel carnicerías como matarifes y frigoríficos no se prevé que se recupere el consumo en el corto plazo, mientras se complica mantener el negocio con cierta previsibilidad.
El mercado opera en medio de un gran desorden propio de los procesos de alta inflación, donde los precios relativos se desacomodan y en las cadenas de comercialización se culpan unos a otros por el aumento constante de precios.
En este caso productores, frigoríficos, matarifes y carniceros se enrostran unos a otros la responsabilidad de subir los precios o de no bajarlos cuando corresponde. Lo cierto es que cada uno de ellos tiene una parte de la razón, pero no analizan que finalmente el gran responsable es el proceso inflacionario creciente producto de una descontrolada emisión de moneda por parte del Estado.
Mientras tanto, en los mostradores, el kilogramo de carne de novillo, novillito o ternera oscila en un promedio de $3.000 el kilogramo. Los cortes más económicos como osobuco o carne picada, cuestan entre $1.700 a $2.000 y entre $2.000 a $2.300 respectivamente. Los blandos de primera en su gran mayoría están por encima de los $3.000 el kilogramo.
Retraso ante la inflación
Los precios de la hacienda en pie que se encontraban muy retrasados frente a la inflación en el año, lograron recomponerse abrupta y parcialmente con la devaluación del 22%, alcanzando un aumento del 30%. Ello impactó directamente en los precios al consumidor final. Pero luego, el consumo se retrajo y el precio de la hacienda retrocedió. Todavía esa baja no se ha notado en los mostradores, ni a nivel abastecimiento de las carnicerías.
Sin embargo, se producen distintos escenarios por una serie de factores y características propias de la comercialización. No todos compran al mismo precio, ni tienen los mismos gastos fijos.
Hay carnicerías de pequeño volumen, que sólo pueden comprar a un matarife las medias reses para trocear. Hay carnicerías con varias bocas de expendio que compran por un volumen mayor y logran mejores precios. Hay carnicerías y supermercados que se abastecen desde otras provincias. Luego están las cadenas de carnicerías de grandes volúmenes, ya que engordan hacienda a corral (feetlots), llevan a faenar sus animales terminados al frigorífico y luego trasladan sus medias reses a su red de sucursales.
En este complejo mundo hay una competencia feroz por los clientes, con precios muy competitivos y muy diferentes. Desde las carnicerías se quejan que los matarifes y frigoríficos aumentaron brutalmente los precios cuando subió la hacienda y ahora que está bajando los mantienen altos.
A su vez, desde la industria frigorífica se explica que nunca se terminó de trasladar totalmente el porcentaje de suba para evitar una caída mayor de las ventas, a la vez que también subieron las gastos fijos, etc.. Lo cierto, es que para el consumidor los precios están elevados y el bolsillo cada vez más chicos