TORIBIO DE LUZURIAGA: EL GIGANTE PERUANO QUE GOBERNÓ CUYO
Por Eduardo Lazzari - HISTORIADOR ESPECIAL PARA EL LIBERAL.
Todo historiador debe volver sobre los temas sobre los que ha trabajado y sobre los que ha investigado anteriormente.
Esta columna dominical de El Liberal representa para quien esto escribe un ejercicio amable y permanente de búsqueda a fin de mejorar el conocimiento propio, pero sobre todo para ofrecer a los lectores nuevas perspectivas y una lectura entretenida. Y debo confesar que a veces esa tarea no resulta fácil.
Por eso quiero contarles una anécdota ocurrida hace unos días.
Estaba en Pergamino recorriendo algunos espacios culturales, tales como el Museo Casa Natal Illia, una casona rural en la que nació el presidente Arturo U. Illia; el casco de la Estancia San Juan, un fuerte de frontera; y al llegar al cementerio de la ciudad, un historiador local, Mauro Ganem, me comentó que estaba dedicado a encontrar la tumba del general Toribio de Luzuriaga.
Ante mi asombro, ya que no tenía idea que el sucesor de José de San Martín como gobernador de Cuyo hubiera muerto en Pergamino, me remarcó además el suicidio del prócer, hecho que tampoco recordaba.
A quienes dedicamos nuestros afanes a la tarea intelectual, algunas veces nos cuesta aceptar que no lo sabemos todo, y por eso es bueno y sano descubrir nuestra ignorancia. En este caso, apenas regresé a mi escritorio, puse manos a la obra y comencé a indagar en la vida de un personaje fascinante, que quizá por su trágico final haya sido marginado del gran relato de la historia nacional, y que sin duda merece ser recordado.
Nacimiento, familia, formación y carrera militar
Toribio de Luzuriaga nació en la ciudad peruana de San Sebastián de Huaraz, el 16 de abril de 1782. Era hijo de don Manuel y doña Josefa María Mexía Estrada Villavicencio, matrimonio de hacendados tradicionales de la zona.
Estudió en Lima y fue funcionario virreinal. Como tal viajó a Santiago de Chile y finalmente llegó en 1799 a Buenos Aires, acompañando al nuevo virrey Gabriel de Avilés. En 1801 se incorpora a los cuerpos militares e inicia una gloriosa carrera de armas. Fue destinado a la frontera del gobierno de las Misiones, donde peleó contra los portugueses.
Como artillero se destacó en la defensa de Montevideo y Buenos Aires durante las invasiones británicas de 1806 y 1807, llegando al grado de capitán. Producida la Revolución de Mayo se enrola en el Ejército del Norte y participa de la primera victoria patriota en Suipacha el 7 de noviembre de 1810.
Su primera victoria como comandante fue en Yuraicoragua en el Alto Perú el 4 de diciembre de 1811, siendo nombrado ese año primer director de la Academia General de Oficiales que se funda en San Salvador de Jujuy. En 1812 se incorpora a la Logia Lautaro y allí funda su sólida amistad con José de San Martín y Carlos de Alvear.
Es el tiempo de asumir responsabilidades políticas y el Triunvirato lo nombra teniente de gobernador de Corrientes para sofocar las rencillas internas entre los revolucionarios.
Gobernador de Corrientes y Ministro de Guerra
En el corto tiempo en que ejerció el cargo llevó a cabo reformas y obras perennes: decidió la libertad civil de los indios de Itatí, Santa Lucía y Las Garzas; abolió la institución colonial del estanco de tabaco, liberando su cultivo; ordenó un censo general de población, viviendas y recursos económicos, tras el cual fijó las contribuciones luego de prohibir a los españoles nacidos en Europa “tener pulperías, ni casa de abasto”.
Comenzó la construcción del Cabildo correntino, creó la capitanía del puerto y niveló las calles de la ciudad poniéndole nombre. Vuelto a Buenos Aires se convierte en Jefe del Estado Mayor del Ejército siendo coronel, y en 1815 el director supremo Alvear lo nombra Ministro de Guerra, cargo que ocupó bajo los siguientes directores José Rondeau e Ignacio Álvarez Thomas, arequipeño y peruano como él.
En 1816 es ascendido a general de brigada y el 28 de marzo de ese año se casa en la iglesia de la Merced de Buenos Aires con la porteña Josefa María Antonia de Jesús Cavenago Patrón, gran amiga de Remedios de Escalada, la esposa de San Martín.
Gobernador y Comandante de Cuyo
En agosto de 1816 deja su cargo y viaja a Mendoza para ponerse al servicio de San Martín, en la organización del Ejército de los Andes. Es nombrado gobernador intendente de Cuyo y comandante general desde el 17 de octubre de 1816 hasta su renuncia el 17 de enero de 1820.
Fue fundamental como apoyo político y económico para la campaña de Chile, pero su rol durante la conspiración que encabezaron desde Mendoza los hermanos Juan José y Luis Carrera contra San Martín y O`Higgins, que se encontraban en Chile en junio de 1817, tratando de derrotar definitivamente a los españoles, permitió la continuidad de la guerra de la Independencia. Detenidos los conspiradores y llegada la noticia de la derrota de Cancha Rayada, Luzuriaga dispone su fusilamiento por “delitos de lesa patria y actos contra la plaza”.
En el paredón del cabildo, los hermanos Carrera fueron pasados por las armas el 8 de abril de 1818. Curiosamente en el mismo lugar sería fusilado tres años después José Miguel Carrera, hermano de los anteriores. Sin duda la historia de los Carrera merece un artículo que prometemos.
En 1820 Luzuriaga cruza a Chile, siéndole reconocidos los mismos grados por O´Higgins para el ejército trasandino.
Presidente de Huaylas y Mariscal del Perú
El general San Martín lo nombra Jefe del Estado Mayor del Ejército Unido, formado por argentinos y chilenos; siendo Luzuriaga el comandante del desembarco en Paracas el 8 de septiembre de 1820. En noviembre don Toribio queda a cargo de la expedición naval para apoyar la revolución independentista en Guayaquil. Regresa al Perú en febrero de 1821 al tiempo que San Martín crea departamentos administrativos para organizar el territorio liberado. Fue así como creo la prefectura de Huaylas, con capital en la ciudad natal de Luzuriaga, a quien nombra primer presidente, al mismo tiempo que es ascendido a general de división.
Una vez declarada la independencia del Perú el 28 de julio de 1821, San Martín, ya por entonces Protector, nombra a Toribio de Luzuriaga como Mariscal del Perú, el primero de la historia y lo incorpora a la Orden del Sol.
El huaracino viaja a Buenos Aires como ministro plenipotenciario para lograr ayuda militar y económica para sostener la campaña de los puertos intermedios pero las Provincias Unidas se desentendieron del asunto, y Luzuriaga decide renunciar a su cargo al conocerse en el río de la Plata el renunciamiento de San Martín luego de la entrevista de Guayaquil. Intenta reincorporarse al Ejército del Perú, pero el nuevo mandatario Simón Bolívar, quien desconfiaba de los hombres leales a San Martín, le prohíbe regresar al territorio peruano.
Su destino y su final
Corría el año 1823 y su destino se cerraba. Decidió amargamente dedicarse a las tareas rurales en el pueblo formado en el pago del Pergamino, tierra de frontera con el indio y entre las provincias de Buenos Aires y Santa Fe, en las orillas del arroyo del Medio, escenario de las grandes batallas de las guerras civiles argentinas: las dos Cepeda en 1820 y 1859, y Pavón en 1861. Don Toribio pudo reunirse con su esposa Josefa y sus dos hijos sobrevivientes de los cuatro que habían tenido, y se instalaron en una chacra dedicándose a la cría de ganado vacuno.
Este gran administrador de la cosa pública fracasó en su economía familiar. Nunca logró ganar suficiente dinero, se fue endeudando, y eso fue agriando su carácter. Luzuriaga debió vender sus condecoraciones para sobrevivir y la década de 1840 comenzó con una gran sequía que acabó con el rodeo familiar, sumiéndose en la miseria. El 1° de mayo de 1842, con sólo 60 años, Luzuriaga toma la decisión de quitarse la vida y lo hace vestido con su uniforme de Mariscal del Perú, disparándose en la sien con la pistola que lo había acompañado en toda su carrera.
Fue sepultado fuera del camposanto, y por eso se perdió la ubicación exacta de sus restos mortales.
Lo sobrevivieron su esposa, que murió en 1877 en Pergamino y sus hijos José de San Martín, el hijo mendocino bautizado con el nombre y apellido del jefe admirado por Luzuriaga, y Manuel Benjamín Federico, ambos muertos antes que su madre, el primero en Pergamino en 1861 como consecuencia de un rayo, y el segundo en San Nicolás de los Arroyos en 1866 luego de dos matrimonios y catorce hijos, cuya descendencia puebla hoy la orilla del Paraná entre Santa Fe y Buenos Aires.
Homenajes
La República del Perú lo reconoció como el máximo prócer peruano de la Independencia en 1921. El gobierno peruano trató de llevar sus restos al Panteón de los Próceres de Lima, pero no se hallaron. Allí se ubicó en el podio máximo un busto que lo recuerda desde 1962.
La principal avenida de Huaraz fue llamada Mariscal Luzuriaga y se ha levantado una estatua en su plaza mayor. Fue creada una provincia con su nombre, lo mismo que tres colegios nacionales.
Vale destacar que la República Argentina le ha otorgado a él y a sus descendientes la ciudadanía perpetua. En la Argentina hay decenas de monumentos que recuerdan al general Luzuriaga; en el Instituto Nacional Sanmartiniano de Buenos Aires, en el Palacio Municipal de Pergamino, en la Costanera de Corrientes, en Playa Chica de Mar del Plata y en varios rincones del país.
Su gran retratista escultórico fue Juan Carlos Ferraro. Hay calles, escuelas y plazas con su nombre en todo el país y en Mendoza tiene una plaza con su estatua, un barrio y una estación ferroviaria. El Ejército Argentino llama a la VIII Brigada de Montaña “Brigadier General Toribio de Luzuriaga”, de la que dependen decenas de guarniciones militares cuyanas. El Perú y la Argentina han emitido estampillas con su rostro. Sin duda es Luzuriaga un gigante, al que conocimos más profundamente gracias a quienes en cada rincón del país guardan la memoria de sus próceres.