HISTORIAS DE VIDA

Ejemplo de superación e incentivo: un “profe bastón verde” enseña en las aulas santiagueñas

Ariel Banegas fue diagnosticado de una retinosis pigmentaria a sus 21 años. Su vida tuvo que dar un giro, pero en la docencia encontró su verdadera vocación. Sus alumnos hoy, son un pilar importante y una motivación única.

No existe mayor impedimento al crecimiento que no creer en uno mismo.

Las capacidades diferentes nunca serán vistas como una discapacidad, y mucho menos cuando la superación es el motor que motiva a “ser mejores” en la vida.

Ariel Banegas mucho sabe de esto. Su reducida visión (por no decirla nula) no fue jamás un obstáculo para creer en sus sueños: íY lograrlos! A sus 21 años, fue diagnosticado por una retinosis pigmentaria, enfermedad que da nombre a un grupo de problemas oculares que afectan a la retina.

Esta condición cambia cómo la retina responde a la luz y dificulta la visión. Sin embargo, los medios de estudio siempre estuvieron a la orden del día, porque su misión siempre fue clara: aprender para luego enseñar. Es así como Ariel se convirtió en profesor de Historia y hoy cumple con sus tareas áulicas en el Colegio del Bicentenario, y por las tardes, se desempeña como bibliotecario de la Escuela de Música.

“Tengo una enfermedad progresiva e incurable que la sobrellevo. Mi condición me llevó a usar el bastón verde, pero esto nunca fue una molestia para mi. Me acepté tal cual soy desde el primer momento, y así vivo”, cuenta Ariel a EL LIBERAL.

Pero lejos de su limitación visual, “el profe de Historia” percibe lo otro. Lo importante. Lo que lo llena de vida. Los valores que despierta en sus alumnos.

“Tengo alumnos de 1º, 2º, 3º Año y con ellos hay una relación especial. Siempre digo que mi condición es un punto de motivación y el inicio de un diálogo con mis alumnos. Ellos siempre me preguntan y quieren interiorizarse sobre mi enfermedad y eso ayuda a generar conciencia en ellos, sobre la importancia de la solidaridad para con la gente no vidente o de limitada visión. Son muy solidarios. Además al verme dando clases en base a mis condiciones, más interés genera. Tengo, por ejemplo en el celular un lector que me ayuda en todo y es mi herramienta de trabajo. Para mí la tecnología es fundamental, porque me permite realizar mi tarea y por qué no, minimizar mi limitación visual.

Es mi herramienta para conectarme con mis alumnos y enseñarles”, cuenta. Orgulloso de su presente y de sus logros, Ariel destaca: “He aprendido a convivir con esta enfermedad, y puedo decir que la docencia me salva. Fui diagnosticado a mis 21 años.

Estudiaba abogacía pero tuve que dejar. Y encontré en la docencia mi salida. En las prácticas siempre era al que mejor le iba, pero creo que es por la voluntad que le ponía a todo. Creo que en la docencia está mi verdadera vocación, me encanta y me salva, porque siempre me motivo a más. Eh aprendido que cuando uno pone voluntad se pueden superar las barreras más grandes. Lo experimenté y estoy orgulloso de eso”



Los obstáculos son pocos, pero ayudan a concientizar

Ariel cuenta que no le fue fácil adaptarse a lo nuevo. Sin embargo hoy, lo negativo es muy poco. “El bastón verde es un símbolo de independencia e integración, porque si bien al principio me era incómodo usarlo, me doy cuenta de la importancia que tiene y la seguridad que me da. Cuando empecé a usarlo me sentí mucho más útil porque puedo movilizarme solo, ayudar en las tareas del hogar. Hoy, mi máximo obstáculo es el cruzar la calle. A pesar de los semáforos sonoros, siempre está el temor, porque no muchos lo respetan y eso significa un gran peligro, por lo que me obliga a pedir ayuda en terceros. Y en ese momento, noto que la gente desconoce el tema. Pero en ese momentito en el que cruzo la calle sirve para despertar conciencia”.

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