El trabajo no ha muerto
Por Lic. Sofía Scasserra. Economista y docente.
Hace ya años se vienen escuchando versiones de que en el futuro la automatización nos dejará a todos sin empleo. El trabajo es una especie en extinción y aparecen promesas de vivir de renta universal o de inversiones en dudosas criptomonedas.
En el medio la pandemia nos cayó como un rayo. Inesperada y letal. Hizo subir la tasa de desempleo en el mundo a niveles jamás vistos en las últimas décadas. No fue la automatización lo que nos dejó sin empleos, fue un virus que nos obligó a encerrarnos. La desesperación de las empresas se hacía notar: sin trabajadores no hay producción y sin producción no hay ganancia. Ayudas estatales en todo el mundo y como siempre, de una crisis hubo ganadores y perdedores. Aquellas industrias con alto nivel de digitalización ganaron a niveles inimaginados. Los que tenían capacidad de reconversión sobrevivieron a través del teletrabajo. Y los que no tuvieron opción, poco a poco salieron a la calle a trabajar exponiéndose al contagio y al miedo.
Pero, ¿qué nos dejó realmente la pandemia? Para empezar, el trabajo a pesar de la oleada de digitalización que se aceleró de forma estrepitosa, no ha muerto, sino todo lo contrario, está más vivo que nunca y exige nuevas habilidades. Desde el comerciante que tuvo que vender online, pasando por el vendedor ambulante que se sumó a algún proyecto fintech, hasta las nueva habilidades de enseñanza online, teletrabajo y la novedosa oferta de nuevos productos y servicios virtuales. Hemos resuelto trámites, hecho cursos, y hasta consultas médicas on line. Cosas que parecían impensadas, llegaron para quedarse en alguna medida. La digitalización no destruyó empleo. La digitalización lo salvó. Pero como siempre, no llegó a todos por igual.
En este sentido, la reconversión laboral se hace necesaria y urgente. Una nueva forma de alfabetismo aumentado (1) es necesario, donde los trabajadores no sólo aprendan a manejarse en entornos virtuales, sino que también entiendan los nuevos medios, los puedan cuestionar y adaptar a las necesidades sectoriales y, sobre todo, encuentren nuevas oportunidades en la resolución de problemas y en la búsqueda de empleo. Cada vez más el mercado de trabajo se mueve online. Se busca y se encuentra trabajo por la web, y en ese sentido no solo hay que manejar herramientas sino también hay que aprender a manejar la imagen, presentación y privacidad de las personas trabajadoras.
Las necesidades que nos quedan son, entonces, planes educativos integrales que acerquen a los trabajadores y ciudadanos del futuro con sentido crítico y práctico hacia las herramientas y saberes existentes y por existir.
Pero no sólo eso, sino también una nueva agenda de derechos y reglas de juego en un mundo digital que crea puestos de trabajo con nuevas lógicas de fusión del tiempo y el espacio. Es necesario poner orden a través del derecho a la desconexión digital y la soberanía del tiempo de trabajo en aquellos sectores donde sea posible.
Terminemos con el miedo. La pandemia nos enseñó que la digitalización puede crear más puestos de los que destruye. Solo hay que encauzarla para que no vaya en detrimento de las condiciones de trabajo y alcancemos empleo decente para todos en los años por venir.
¡El trabajo no ha muerto! ¡Viva el trabajo!