Dr. Gastón Noriega, médico psiquiatra, docente de la Unse: “el campo de la salud mental, se agravó por la acumulación de tensión emocional”
Sin dudas éste ha sido un año que nos cambió la vida a todos en mayor o menor medida. Al comienzo del año uno miraba de costado las noticias de un nuevo virus que había aparecido en China, veíamos las imágenes de la gente con barbijo y seguíamos el día como si nada pasara.
Nos llamaba la atención las placas periodísticas con la cantidad de infectados y la cantidad de muertos en el mundo. El tema estaba en la televisión las 24 hs. y comenzó a generarnos temor. Nos preguntábamos si toda esa información era cierta o no y si el virus iba a llegar a la Argentina... Y al final llegó… y la declaración de pandemia por parte de la OMS.
La angustia comenzó a hacer efervescencia sobre todo por el grado de incertidumbre que esto nos generó. Era casi un hecho que el coronavirus iba a estar entre nosotros y al mismo tiempo veíamos los cementerios colapsados en su capacidad. El miedo se hizo cada vez más intenso y permanente.
Surgió la necesidad de adaptarnos, no fue igual de fácil para todos. Muchos perdieron el trabajo, sufrieron problemas económicos, con las drogas, el alcohol y la violencia familiar. Personas que no conocían lo que era estar nerviosos comenzaron a consultar por ansiedad. Los que ya tenían algún problema en el campo de la salud mental se agravaron por la acumulación de tensión emocional que fuimos sumando con el correr de los días.
Estamos llegando a fin de año y como siempre hacemos el balance de lo que vivimos. No tenemos que preocuparnos por terminar lo que no hemos podido finalizar en el año que se va porque el 1 de enero podemos seguir trabajando por nuestros sueños. Podemos tener problemas económicos, estar tristes por personas que no están. Pero tal vez el hecho de que éste haya sido un año tan duro signifique que hemos tocado fondo y que el año que viene se pondrá mejor.
Está claro que venimos cansados y esforzarnos por tener unas fiestas espectaculares puede hacer que nos sobreexijamos y que terminemos sin pasarla bien. No hagamos esfuerzos por pasar las fiestas con gente con la que no nos sentimos bien. Las fiestas no tienen que ser espectaculares, solo tenemos que estar en paz, tranquilos, tanto si somos muchos o somos poquitos igual la podemos pasar bien. Por eso hay que evitar generarse expectativas elevadas. Dejar de pensar en lo que nos falta y hacer foco en lo que sí tenemos. Ser agradecidos por todo lo bueno que tenemos nos hace bien y nos programa para seguir buscando la felicidad con tesón, pero con alegría.