El dolor de una familia ante la pérdida de dos primos, de 2 y 8 años, en apenas cuatro días
Tiziano falleció ahogado tras caer en un balde de aguacuando regresó del entierro de su prima, quien padecía una enfermedad.
AÑATUYA, Taboada (C). El dolor no cesa. Hiere en lo más profundo. No hay palabras que alivien la tristeza de una familia que en cuatro días perdió a dos niños, primos entre sí, de 8 y 2 años.
El trajinar de Nelson y Cintia venía hace tiempo. Su pequeña hija, “B.” padecía una enfermedad y estaba en pleno tratamiento. Luego de días de incertidumbre, la niña falleció el pasado domingo. Su cuerpito dijo basta. Sumidos en la angustia, sus familiares, los más cercanos, acompañaron la inhumación de sus restos en el cementerio local. No hubo mucho tiempo de velatorio ni de despedidas. Las condiciones actuales que rigen por protocolo, por la pandemia del coronavirus, impiden las ceremonias tradicionales.
Con esa desazón regresó la familia al domicilio situado en el barrio Islas Malvinas, donde los vecinos, a sabiendas de lo que había sucedido, acercaban sus condolencias al pasar. Entre ese grupo de personas, también estaba Tiziano, un niño de 2 años, que junto a su madre Camila, y un hermano mayor, habían arribado a esta ciudad, a la que vinieron provenientes de Buenos Aires, a pasar unos días y visitar familiares, y los “atrapó” la cuarentena. Se quedaron sin transporte y no pudieron regresar.
El pasado domingo, al volver de la necrópolis, todos los moradores de la vivienda estaban sumidos en el dolor, cansancio e impotencia. Tiziano, en su inocencia, correteaba en el amplio patio de tierra. Fueron lo último que vieron del pequeño. No se sabe cuánto pasó con exactitud. El silencio era llamativo. Cuando se asomaron a buscarlo, el escenario era escalofriante. En un recipiente de 20 litros, que se encontraba con agua, el cuerpecito del pequeño estaba sumergido.
Todo fue desesperación.
Un vecino lo subió a un vehículo particular y lo trasladó al Hospital local. Llegó en estado desesperante. Los médicos lo reanimaron, lo estabilizaron y lo derivaron de urgencia al Cepsi.
Desde el primer minuto, los profesionales de la salud sabían que el cuadro era grave. Hicieron todo lo posible por salvarle la vida, pero el pequeño finalmente falleció el miércoles, a la tarde.
El dolor traspasó el seno familiar y se instaló en toda la comunidad, que al enterarse de la fatídica noticia, utilizaron las redes sociales para acompañar a sus padres y al resto de la familia. “Titi” fue sepultado en esta ciudad, a la que llegó para pasar unos días. Nadie imaginó que el destino le tenía deparado que un pedazo de suelo santiagueño, sea su morada eterna.