COMENTARIO

Cuando el mejor piloto visitó Santiago de Estero

El destacado deportista de Balcarce recibió en la “Madre de Ciudades” la premiación “Profesor Honoris Causa”, en el Auditórium.

Por Juan Manuel Carabajal

Especial para EL LIBERAL

Era septiembre del año 1989. En el norte del país, existía la categoría Monomarca VW 1500, con autos que de fábrica andaban a 130 km por hora, pero preparados, llegaban a los 190 km, aproximadamente.

Estos autos corrían en Tucumán, Salta, La Rioja y también en Santiago del Estero, en circuitos emplazados en el Parque Industrial y en la autopista “Juan Domingo Perón”.

En ese momento, Sevel Argentina (Alianza entre Fiat y Peugeot) decide realizar el lanzamiento de un rediseño del Fiat Duna (uno de los modelos más vendidos en la historia argentina) y lanza el deportivo Duna SCX.

Deciden presentarlo en el Autódromo riojano, momento en el que gobernaba Carlos Saúl Menem.

Sevel organiza el “Desafío de los Valientes”. Se convoca a pilotos en actividad y también a pilotos retirados, tales como Reutemann, Bessone (padre e hijo), Angelini, entre otros.

El evento se organizaba para un fin de semana. El viernes previo, ya estaban los pilotos alojados en la Hostería de La Rioja. Ese día, por la tarde, en el programa radial “Ruido de Motores”, se realizaron notas a través del movilero Carlos Alberto Legnani (fundador de “Campeones”) cuya nota destacada fue a Juan Manuel “Maneco” Bordeau , un histórico del TC, que corría con su “Coloradita” de Balcarce

“Al día siguiente, bien temprano, partimos a La Rioja con “Toti” Farina y Milán Janovich”.

“Ese fin de semana también se corría una fecha de Monomarca del NOA”.

Ya en el autódromo, vamos a la zona de boxes. En el camino encontramos a “Maneco”, lo saludamos y él dice: “¡¡Carabajal!!”. Quedamos sorprendidos, sobre todo yo, ya que era la primera vez que lo veía. Advirtiendo el asombro, me dice: “Yo veo o hablo con una persona y no me olvido más”.

En boxes, veo que se preparaban los Duna para salir a entrenar y alrededor de uno de los autos estaba reunido un grupo de personas, era el de Carlos Walter Loeffel, el “Alemán”, ex piloto de TC. Loeffel tenía una pierna ortopédica, por lo que se manejaba con un bastón, al que lo colocaba en su brazo izquierdo y así empujaba el embrague.

Ya en la cabina me encuentro con la gente de “Campeones”, en ese momento viene Bordeau, se acerca y me dice: “Me podés cuidar al viejo”. El viejo era Juan Manuel Fangio...

No lo podía creer, comenzamos a charlar, yo estaba aún asombrado, cuando salen a probar todos los Duna juntos. Reutemann llevaba de copiloto a Carlos Saúl Menem.

Dan una vuelta y Fangio, con la cabeza gacha y señalando me dice: “Ese que va ahí, debe estar haciendo el mejor tiempo, debe conocer el circuito”, me fijo y era Roy Arias, piloto riojano invitado, le digo quién era, “porque allá no frena”, agregó. Eran quince autos, pero el lo seguía con sus oídos.

Cuentan que Fangio nunca usó el cuentavueltas, los cambios los hacía de oído y a pesar de ello, en su historia de piloto, jamás rompió una caja de cambios.

Fangio se queda para acompañarme en el relato. Ese fue mi primer contacto con el “más grande”.

Nunca pensé volver a verlo, hasta que llegó el año 1992. A mediados de ese año el Dr. Aníbal Aguirre y su amigo, el periodista Raúl Barceló, compañero de estudios en Córdoba, estaban proyectando la visita de Juan Manuel Fangio a nuestra provincia.

La idea era otorgarle alguna distinción. Aníbal, ligado a la Universidad Católica de Santiago del Estero, inicia las gestiones con esta casa de superiore.

En camino a la organización se solicita a los pilotos que lleven sus autos al frente del Auditórium y los coloquen en lugares visibles, con una cinta de “contact blanco”.

Algunos de los pilotos que asistieron fueron Giambroni, Elías, Molinari, Anna, Catálfamo y varios más.

Llegada de Fangio

Fangio llega al mediodía y desde el aeropuerto lo trasladaron a un restaurante, donde compartió un almuerzo con autoridades de la Ucse y algunos invitados. De allí se dirigió al hotel a descansar. A las 17.30 lo buscaron y lo llevaron al lugar del evento.

En ese momento no eran tantos los medios de comunicación. Fangio se ubica y pregunta si ya estaban todos los medios, pero faltaba un fotógrafo. Mientras esperábamos su llegada, él “Chueco” de Balcarce nos contó sobre su secuestro en Cuba. Era febrero de 1958, participó como invitado de una carrera sin puntos, al igual que los otros pilotos en favor de Fulgencio Batista. En el lado contrario Fidel Castro, con su movimiento revolucionario en Sierra Maestra, quería opacar el éxito de la competencia.

Llegaron todos los pilotos y se alojaron en el hotel Lincoln. Estaba en el hall del hotel, se le acerca una persona, con la intención de secuestrarlo para evitar que esté presente en la carrera: “Perdón Juan, me va a tener que acompañar” y lo llevan en un auto, después lo pasan a otro hasta que llegan a una casa.

Lo tuvieron mientras se desarrollaba la competencia, que solo duró 7 vueltas, ya que se produjo un accidente, en el que murieron siete personas y hubo más de cuarenta heridos. El protagonista fue un piloto local que se salió de pista.

Los secuestradores no sabían cómo devolverlo, al advertirlo, él les dijo que lo dejaran a una cuadra de la Embajada Argentina y se fueran. Así lo hicieron, pero antes Fangio les expresó su agradecimiento, ya que lo salvaron del accidente.

Terminado el relato se inició la conferencia de prensa. Seguidamente se dirigió al Auditórium.

Antes de entrar firmó los autos de Braulio Elías, Carlitos Catálfamo , Daniel Anna, un “Fórmula” de los Giambroni, entre otros.

“Primera vez que firmo un auto, se jactaba”. Mientras se desarrollaba la ceremonia, Fangio miraba hacia las butacas y en­contró a uno de los mecánicos que lo acompañaron durante su gira europea. Ese Señor vivía en Santiago y prefirió el anonimato.

Una vez entregada la distinción “Profesor Honoris Causa”, finaliza el acto. Mientras va saliendo, en lugar de aplausos, los pilo­tos hicieron rugir sus motores, se paró y dijo “Es el mejor aplauso que puedo escuchar”.

Después de un tiempo nos enteramos que la mejor distinción que recibió en vida Fangio, fue la de Santiago. Esa distinción está en el Museo que lleva su nombre, en Balcarce y una copia en el Museo Mercedes Benz en Stuttgart.

Un estudio realizado por una Universidad norteamericana, determinó que hasta el momento fue el “Mejor Piloto de la Histo­ria”.l

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