ESPECIAL "EL PARTIDO DE MI VIDA"

El campeón del mundo, a los pies de Mario Bevilacqua

El delantero santiagueño marcó el gol del primer triunfo de la “T” sobre el “Rojo”, en Avellaneda, que venía de ganarle la Intercontinental al Liverpool, en Japón. El “Pastor” trajo alivio para un equipo y una hinchada que nunca pudo digerir la final perdida en el 78.

A pesar de que no tenía nada que ver, lo había tomado como propio. Cuando él tenía apenas 14 años y jugaba en las inferiores de Mitre, soñando con llegar a Primera y triunfar luego en el fútbol grande, Talleres de Córdoba perdía de manera increíble la final del Nacional 77 (se jugó en enero del 78), ante Independiente de Avellaneda.

Pero cuando Mario Bevilacqua llegó a la “T”, en 1983, el recuerdo de aquella final estaba fresco y no se hablaba de otra cosa. Y no era para menos, ya que Talleres ganaba 2-0 y el Rojo estaba con 8 jugadores a falta de 15 minutos. Pero el Diablo metió la cola, llegó al 2-2 y se quedó con el título que ya festejaban los cordobeses.

Quizás por todo eso, para el delantero nacido en La Banda siempre fue especial enfrentar a Independiente. De alguna forma, buscó una revancha que permita cicatrizar esa vieja herida que ya sentía como propia.

El 17 de marzo de 1985 lo consiguió nada menos que en Avellaneda. Talleres venció 1-0 a Independiente con un golazo de Mario Bevilacqua y ese fue “el partido de mi vida” para el “Pastor”.

Independiente seguía siendo un karma para Talleres. No solo por aquella final, si no porque recién pudo ganarle por primera vez en la historia en 1980. Fue un recordado 5-0 en Córdoba.

Pero en Avellaneda nunca había podido ganar la “T”. Y esa tarde del 17 de marzo de 1985 se dio el gran gusto de voltear nada menos que al campeón intercontinental, porque ese Independiente venía de ganarle tres meses atrás al Liverpool, en Tokio, con un gol de José Percudani.

“Fue un partido muy especial para nosotros, jugábamos nada más ni nada menos que con Independiente y todas sus figuras”, recuerda Mario, que hasta recita de memoria como formó el “Rojo” del “Pato” Pastoriza aquella tarde: “Goyén; Clausen, Villaverde, Trossero y Erba; Giusti, Marangoni y Bochini; Burruchaga, Percudani y Barberón”.

Era la última fecha de la zona C del Nacional 85. El Rojo estaba primero con 7 puntos y ya clasificado a la ronda de ganadores. Talleres, que tenía 4, necesitaba ganar para poder clasificarse también. Y en la primera rueda, en Córdoba, Independiente lo había goleado 3 a 0.

“Contra ese equipo, a lo sumo podías esperar sacar un empate. Pero necesitábamos ganar y teníamos mucha confianza en ese momento”, evoca “El Pastor”. Y agrega un dato más desde su memoria: “Viajamos un día viernes y llegamos sábado a la mañana a Buenos Aires. Se dio la casualidad de que concentramos en el mismo hotel en el que lo hacía Independiente. Era un hotel que estaba en Constitución”.

Formación

José María “La Pepona” Reinaldi era el DT de Talleres y esa tarde del 17 de marzo de 1985 alistó a Baley; Moreno, Beccerica, Oviedo y Riquelme; Bustos, Chazarreta y Magallanes; Valencia; Tedini y Bevilacqua.

El partido se presentó parejo en el primer tiempo. Talleres se plantó bien en su campo y trató de no cederle la pelota al rival, sabiendo que al tener tantos jugadores de buen pié, le costaba jugar sin el balón.

Ambos tuvieron dos chances claras como para abrir el marcador, pero tanto Goyén como Baley respondieron con acierto.

En el inicio del segundo tiempo, el equipo de la “Pepona” se animó un poco más. Y en el minuto 20 llegó la obra maestra del santiagueño, que recuerda ese gol como si fuera ayer.

“Fue un gol muy bonito porque arranqué un contragolpe en la mitad de la cancha. Los centrales eran Villaverde y Trossero y a ambos logré sacármelos de encima con dos amagues, cuando ellos volvieron yo ya estaba frente a Goyén y se la tiro por abajo del cuerpo para anotar el 1 a 0”, detalla con la misma sutileza con la que definió aquel partido.

Independiente se fue con todo y dejó espacios para la contra. Y el “Pastor” tuvo dos mano a mano para liquidarlo, pero en ambas le ganó Goyén, aunque el duelo más importante ya lo había ganado el santiagueño.

“Fue la primera vez que ganó Talleres en Avellaneda y para mí fue muy especial. Si bien no se podía comparar con la final del 78, sentí como que estaba saldando una cuenta”, confiesa Mario.

“Al otro día, cuando llegamos a Córdoba, era todo fiesta. A mí me llamaron de todos los diarios y las radios. Esa fue una alegría muy grande, tengo todos los recortes de los diarios y revistas. Fue el partido que más me marcó porque yo tenía dos años de venir jugando en Talleres y enfrentar a ese Independiente campeón de todo, que era el equipo sensación, y ganarle con un gol mío fue muy lindo”, concluye con su relato el “Pastor”, ese que pudo cicatrizar una herida que no era propia y dejó su huella en lo más profundo del corazón del pueblo “Tallarín”.


Ir a la nota original

MÁS NOTICIAS