Cambia la figura, no el fondo

Por la Lic. en Psicología, Emily Azar.

El período de cuarentena genera cierto estrés que si no es bien gestionado se convierte en un cuadro agudo. Durante la cuarentena los seres humanos nos encontramos con nuevas necesidades y cuando termina la misma, la vida personal y la relación con el entorno ha cambiado.

Es necesario entender que cuando se levanta una cuarentena, esa sensación de libertad no siempre se da, puesto que durante la misma se exacerbaron los cuadros ansiosos y obsesivos.

El anhelo por ver a los otros puede quedar en segundo lugar, puesto que los otros se volvieron amenaza al ser posibles portadores. Requiere de una preparación mental para poder transitar en medio de miles de personas que ya no sabemos si nos sonríen porque sus bocas estarán tapadas. Implicará entender que aunque estemos a un metro, igual nos seguimos relacionando.

Una de las cosas será la forma en que se habrá reorganizado nuestro entorno. Dependiendo el tiempo que lleve una cuarentena podemos reencontrar calles más desoladas o más concurridas, nuevos negocios y una reorganización de los agentes de salud y de seguridad que pueda parecernos desconocida.

El miedo que puede haber estado mucho tiempo llevará a estar más evitativos en algunos casos, en otros puede ser que las precauciones sean exageradas.

La vida implicaría cambiar la forma de trabajar, la forma de comprar y la forma de querer.

Otro de los puntos es que durante la cuarentena puede haber fallecido alguien cercano y nuestra mente tenderá a ubicar a esa persona en algún escenario hasta que pueda procesarse el duelo. La mente sale al lugar con el último recuerdo. Y eso permite ver el contraste.

Por otro lado, se presenta la decisión de cómo vivir después de esto. Durante el confinamiento se intensifican conflictos o surgen interrogante respecto a la propia existencia y esto lleva a veces a separaciones, renuncias laborales, cambio de residencia, etc.

Después de la pandemia hay que reorganizarse más a largo plazo con mucha información en todos los ámbitos. Es un caso mundial que abarca todas las dimensiones humanas.

El desafío posterior es reordenar los hábitos del sueño, la repartición de tareas puesto que ahora ya no estaremos todo el día en casa. Sumado a esto está la necesidad de reorganizar la economía puesto que en este contexto, al ser algo mundial, se evidencia más los sectores económicos que más activos están en un momento y en otro, y esto va cambiando a medida que avance el tiempo porque las necesidades humanas se van atendiendo en función de la urgencia.

Durante el confinamiento se toma una perspectiva que lleva a que cuando se levante la cuarentena la persona puede tener más en claro lo que es no importante y no urgente. Lo cual lo lleva a redirigir su vida. Es decir que es importante la perspectiva que uno elija ver ante la crisis, que como bien se conoce, es una oportunidad.

En este contexto, posiblemente se hayan desarrollado esos cuadros de estrés agudo cuando no se gestionó el distrés durante la cuarentena. Y si este estrés es continuo puede llegar a un estrés post traumático, que ya es un cuadro de mayo gravedad que necesita de la asistencia psicológico y muchas veces psiquiátrica para poder ayudar a esa persona a sobrellevar. Cabe aclarar que este cuadro como su nombre lo indica, se da en casos en que la persona haya vivido algún acontecimiento como traumático.

Lo que hoy se trabaja con los pacientes son las formas de gestionar el estrés cotidiano, las pautas sobre higiene del sueño para evitar el cambio de sueño, las técnicas de manejo de emociones displacenteras.


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