La producción de una vacuna conlleva un largo proceso hasta poder incorporarse al mercado
La fabricación de una vacuna es un proceso complejo con varias etapas rigurosamente controladas de inicio a fin. Esto se debe a que las vacunas son productos biológicos y se obtienen a partir de organismos vivos.
Tienen que cumplir los máximos estándares de calidad y seguridad y para ello, entre otros requisitos deben realizarse en atmósfera controlada y en estrictas condiciones de asepsia.
Las vacunas se fabrican con los virus o bacterias que causan las mismas enfermedades que dicha vacuna pretende curar, sin dañar el cuerpo humano. Las vacunas hacen que el cuerpo genere anticuerpos o defensores contra la enfermedad.
Una vez se ha detectado el virus que se quiere eliminar con dicha vacuna, se procede a someter las vacunas a diferentes pasos donde se procesa su creación:
Generan un antígeno, donde los virus se cultivan en células primarias o bien en líneas de células continuas; las bacterias se cultivan en birreactores.
La vacuna se acaba de complementar al añadir estabilizadores y adyuvantes. Los estabilizadores se añaden para incrementar el rango de vida de las vacunas. Los adyuvantes potencian la respuesta inmunológica de la vacuna (el antígeno).
Es de vital importancia recordar que las vacunas se someten a rigurosas pruebas de seguridad en equipos de ensayo antes de ser aprobadas. Para que tengan la mejor calidad y no perjudiquen al paciente.
Considerando todos los controles, se requieren de 6 a 22 meses para producir una vacuna. Por ejemplo, se necesitaron seis meses para la vacuna antigripal y 22 meses para la vacuna antipoliomielítica.
Al finalizar la producción, se envían muestras de cada lote a las autoridades sanitarias, las cuales realizan nuevos análisis. Si no hay discrepancias entre los resultados del fabricante y los de las agencias reguladoras se procede a su aprobación y puede iniciarse la distribución.